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Retroceso en los contagios covid

La disminución en los casos diarios y en la positividad. abre una esperanza respecto al anticipo del fin de una pandemia que nos afecta hace dos años. Los expertos explican que las cifras no son las ideales para hablar de una retirada de la pandemia, pero sí esperanzadoras porque hay una sostenida tendencia a la baja.
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A fines de 2021 representantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) opinaban que este 2022 sería el año del fin de la pandemia. Contrario a ello, nuestro país ha vivido duros momentos en estos primeros dos meses con cifras históricas de contagios y de pacientes con la enfermedad activa, pero los últimos días ha existido una disminución que abre esperanzas de que estemos en los estertores de esta enfermedad.

Al menos el escenario ya no es tan desfavorable. A nivel regional los casos han caído a cerca de la mitad y la positividad está en un 21%, no la ideal pero que es muy inferior a la cercana al 40% de los primeros días de febrero.

Los expertos explican que las cifras no son las ideales para hablar de una retirada de la pandemia, pero sí esperanzadoras porque hay una sostenida tendencia a la baja, la que claramente puede cambiar con el retorno a clases de los estudiantes.

Lo que juega a favor de nuestro país es que el proceso de vacunación ha sido exitoso y eso permite mirar con optimismo el futuro. Es muy probable que haya nuevas alzas de contagios, por la mayor movilidad y la concentración de personas en espacios cerrados. Este, será un nuevo momento para medir la eficacia de la vacuna, especialmente en la población infanto-adolescente.

El Sars-Cov-2 nos ha enseñado a no confiarnos y a estar siempre vigilantes. Con antelación hemos comprobado que cuando creemos que la batalla ya está ganada aparece una nueva variante que ataca con insospechadas consecuencias.

Esa es la razón para que en nuestro país nadie se atreva a hablar sobre el fin de la pandemia como ocurre en Europa donde varios países han empezado a dejar de lado las medidas sanitarias y empiezan a tratar la enfermedad como una gripe estacional.

La experiencia europea tiene algunos meses de desfase con Chile y tal vez esa sea otra de las razones de no cantar victoria antes de pasar el otoño.

A lo que si se atreven es a reconocer que se pudo enfrentar de buen modo la oleada ómicron y que los sistemas de salud demostraron madurez para atender el aumento de los casos.

Sin embargo, las batallas tienen sus consecuencias y siempre hay desgastes que pueden ser determinantes frente a nuevas olas.

La mirada actual es de optimismo, pero de ningún modo de triunfalismo respecto a la pandemia.

Las ilusiones perdidas

"Lo que nunca cambia, es el dolor, la pena, la consternación que puede infligir la muerte de seres humanos". Cristián Zamorano Guzmán, Doctor en Ciencias Políticas
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La actualidad internacional; el regreso de la guerra en el continente europeo; ha conmocionado la opinión pública. Sin embargo, tomaré a contrapie algunas opiniones que se pueden leer y que hacen referencia a experiencias pasadas; estas teniendo siempre una "pizca" de nostalgia y de empírismo, no pudiendo salir del enfoque de la experiencia "individual", que sea de su propia época o más personal. Para ampliar un poco el enfoque, frente a la actualidad, la primera pregunta que me haría yo, no es tanto "¿por qué Rusia invade Ucrania?", sino más bien "¿por qué lo hace ahora?", justo en este momento preciso, cuando en Europa se empieza a vislumbrar el final de las modalidades "Covid" más significativas.

Sabemos que los efectos de la pandemia han cambiado diversos aspectos de la vida cotidiana, empezando con las relaciones laborales donde se implementó, para quedarse, el teletrabajo y más generalmente, el trabajo no presencial. En las relaciones humanas, hemos visto cómo se instaló el distanciamiento social y la mascarilla. Y hablando de esta, que todos utilizamos, recordemos que el periodo más agudo de la pandemia nos dejó claro que tener industrias, en su propio país, sirve para producir cosas cuando ya no se puede importar nada de nadie, o sino a precios exhorbitantes. Podemos decir, sin tomar muchos riesgos, que del periodo pandémico, unos países salieron más fortalecidos que otros, entre aquellos China y, en un grado menor, Rusia. Podemos, también, razonablemente deducir que si todo, o mucho, ha cambiado, a nivel de la vida individual y estructural, eso implicaría obligatoriamente un cambio a nivel de las relaciones internacionales, de las correlaciones de fuerza que las sostienen y de la geopolítica en general. Y es eso lo que estamos viviendo ahora. Una redistribución de las cartas, al inicio de la nueva etapa mundial post-Covid que está apenas iniciando. Es "simplemente" eso; ni más, pero sobre todo, ni menos. Pensar que esto se va resolver en 15 días/ un mes, en una mesa diplomática redonda, es un reflejo que traiciona una cierta desesperación y/o impotencia, pero sobre todo exhibe muy poco discernimiento.

Debemos recordar que las primeras revoluciones industriales; esas transiciones a nuevos procesos de fabricación que multiplican la productividad y que fueron, por ejemplo, las máquinas a vapor en el siglo XVIII y el manejo de la electricidad a finales del siglo XIX; "permitieron" alcanzar el tamaño mundial de las dos guerras dantescas que ensangrentaron, en proporciones nunca antes vista, el siglo XX. Es lógico entonces pensar que el siglo XXI, desafortunadamente, nos entregará otro tipo de guerra en la cual tendrá influencia la llamada cuarta revolución industrial, la de lo numérico y automatización.

Heráclito, en el siglo V antes de J.C., escribía: "uno nunca se baña dos veces en el mismo río". En efecto, un río nunca es el mismo, ya que fluye constantemente. Y nosotros, tampoco lo somos, ya que cambiamos constantemente. Así, entre el primer y el segundo baño, tanto el agua como el bañista habrán cambiado. Lo que nunca cambia, es el dolor, la pena, la consternación que puede infligir la muerte de seres humanos, y es por eso que siempre hay que mostrar solidaridad con los pueblos humillados, maltratados y pisoteados en el mundo.

Un equilibrio mundial inestable

Rusia está demostrando una prepotencia militar incontrastable Carlos Tarragó, Presidente Corporación Proa
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Hasta mediados de diciembre pasado el jerarca ruso Vladimir Putin le informaba al mundo, que los movimientos de tropas que había ordenado hacia la frontera con Ucrania, solo era la respuesta al intento de ésta de ingresar a la OTAN y que no pretendía iniciar una guerra la cual tendría ingentes costos para su país. En febrero el Kremlin denunciaba que Occidente demostraba "histeria" al denunciar una inminente invasión rusa a Ucrania. Por su parte el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pronosticaba una invasión rusa a Ucrania, advirtiendo a Moscú que, de producirse, "tendrá que rendir cuentas". ¿A quién? Se preguntarán hoy millones de ciudadanos del mundo entero.

Putin, haciendo gala de una desfachatez digna de un actor ganador de un Oscar, ha anunciado que está dispuesto a negociar, siempre y cuando el ejercito ucraniano, que defiende su soberanía, deponga las armas. No llega ahí su descaro. Ha tildado a gobierno de Ucrania de nazista. Esta declaración no puede dejar de asombrarnos, ya que, si ha existido una actitud, en esta situación, similar al nazismo, corresponde justamente a las declaraciones y actitud del propio Putin. En efecto éste ha hecho recordar a la Alemania nazi, cuando en 1938 Hitler garantizó, mediante la firma de los Acuerdos de Münich, al ministro británico Neville Chamberlain mantener el equilibrio europeo y al año siguiente los rompió invadiendo Polonia, hecho que inició la segunda guerra mundial. La actuación de Neville, gatilló la sentencia de Winston Churchill: "Tuvo usted para elegir entre la humillación y la guerra, eligió la humillación y nos llevará a la guerra".

Hoy Ucrania un estado independiente desde agosto de 1991, está siendo bombardeado e invadido, por una súper potencia, que está demostrando ser incontrarrestable militarmente y puede continuar con su política expansionista. Las otras dos potencias, Estados Unidos ha promovido la aplicación de medidas económicas, mientras China, solo ha llamado al diálogo sin criticar a Rusia. Países de otros continentes han emitido declaraciones condenatorias que no logran mover la aguja.

Sin entrar a analizar los intereses geopolíticos, económicos y otros que, sin duda, están en juego en el conflicto en comento, se debe considerar un aspecto que muy probablemente dejará instalada la actuación rusa. Simplemente que, si mañana otra potencia actúa de la misma forma, el resto de la humanidad solo será un espectador y nada más. Lo anterior se puede dar en una eventual invasión de China a Taiwan y, por qué no, de Estados unidos a Cuba ¿es mucha la diferencia de la situación Rusia-Ucrania?

Otro aspecto no banal para considerar, nos lo recordaba hace un tiempo Eduardo Galeano, al citar que cada minuto mueren de hambre o de enfermedad curable 10 niños y que en cada minuto se gastan en la industria militar tres millones de dólares.