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Juventud y Política. Del recelo a la participación

José Antonio González Pizarro , Historiador-Académico de la Universidad Católica del Norte
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La nómina del gabinete de Gabriel Boric Font, como Presidente de la República, a la edad de 36 años, ha abierto una serie de afirmaciones parciales sobre los jóvenes en la política chilena. Al respecto, podemos puntualizar, algunos ejes o perspectivas, cómo debemos observar esta inclusión juvenil en el Poder Ejecutivo de nuestro país.

Las sociedades han tenido resguardo con los jóvenes y cierta prevención. Para esto, en las sociedades primeras se establecieron "ritos de iniciación", para ir incorporando a los adolescentes en la vida social; después, los "consejos de ancianos" orientaron las normas de toda clase. La Gerusía fue el equivalente en Grecia. Roma estableció el símil de ello: el Senatus (senado, de senex, viejo). Esto apunta a un concepto de temporalidad que, a veces, guarda íntimamente relación con la edad, la cultura y la religión. Se ha planteado que el futuro es de los jóvenes y lo antaño para los viejos. Cada época- arguyó Pierre Bourdieu- define quiénes son jóvenes y viejos. No dependería de la biología sino de una construcción social. Reparemos como anécdota que el Instituto de la Juventud española aumentó en 1985 la edad de 20 a 30 para ser considerado joven. Lo mismo ocurrió con la INJUV criolla en el primer lustro de la década del 2.000. La probabilidad o expectativa de vida incide en la datación.

En la antigua Roma, cuando algún miembro de los sectores medios de la sociedad se inclinaba por la acción política, se consideraba que era un "hombre nuevo" (novus homo). Esta denominación en tiempos de Cicerón apuntaba a lo que llamaríamos un "aparecido" en política, con cierto dejo de displicencia. Comenta Bernardo Subercaseaux, en su volumen sobre Fin de Siglo: La época de Balmaceda, que el Presidente mártir, al incorporar a personas jóvenes de la mesocracia al gabinete, se alejó de sus íntimos, de la aristocracia, en lenguaje de Orrego Luco, darle la posibilidad "a jóvenes advenedizos dispuestos a todo", incluso motejándolos de los "siúticos del gobierno". Era la defensa de la oligarquía y la plutocracia contra la movilidad social que apoyó Balmaceda en su proyecto nacional. Uno de estos jóvenes "aparecidos" fue Julio Bañados Espinosa, abogado y profesor, quien a los 30 años asumió el ministerio de Justicia e Instrucción Pública en 1888, y fundó el Instituto Pedagógico de la U. de Chile. Fue el destinado por Balmaceda de escribir la historia de su gobierno y guardar su legado político.

Esta reacción contra la vieja política, y sus representantes, prosiguió. Los jóvenes continuaron siendo sospechosos para los experimentados políticos. Las revoluciones soviéticas- de 1917- y la fascista- de 1922- apoyaron decisivamente la incorporación de los jóvenes a las transformaciones de la sociedad: los soviéticos con el Konsomol y los fascistas por medio de la Opera Nazionale Balilla. Los totalitarismos, además, de inculcar las respectivas doctrinas y sus liturgias, la formación física, la autonomía ante los padres en aras del partido, etc., prendieron en los adolescentes con la promesa de la construcción de una nueva sociedad, la nueva utopía que descansaba en el Estado. Siguen hasta la actualidad, con realidades, mitos y propuestas cautivando a los jóvenes en todo el mundo, se quiera o no reconocerlo. El nuevo populismo se nutre de estas variables.

En nuestro país, Vicente Huidobro encendió un polvorín en 1925 por la causa juvenil y el destino del país, que consideraba casi un fracaso: todo el que sobresalía por talento, inventiva, no era reconocido. La mediocridad y la corrupción abatían los espíritus nacionales. Y escribe, a días de la promulgación de la Constitución de 1925, en el periódico "Acción", en agosto de 1925:

"Entre la vieja y la nueva generación, la lucha va a empeñarse sin cuartel. Entre los hombres de ayer sin más ideales que el vientre y el bolsillo, y la juventud que se levanta pidiendo a gritos un Chile nuevo y grande, no hay tregua posible.

Que los viejos se vayan a sus casas, no quieran que un día los jóvenes los echen al cementerio…Que se vayan los viejos y que venga juventud limpia y fuerte, con los ojos iluminados de entusiasmo y de esperanza"

Esta diatriba huidobriana, exaltaba que lo grande en América y en Chile lo habían hecho los jóvenes: Carrera actuó a los 22 años, Bolívar a los 29, O'Higgins a los 34, Portales a los 36. Sus palabras recordaban el famoso discurso del peruano Manuel González Prada, en el Polietama de 1888: "¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!", como reacción a las heridas de la guerra del Pacífico y a la decadencia en ello de los sectores gobernantes

La Constitución de 1925 exigía tener 35 años para ser Senador (Art.27) y para ser Presidente de la República, ¡tener 30 años de edad, a lo menos! (Art.61). Éramos un país joven…

Se ha considerado a la dictadura de Carlos Ibañez del Campo, 1927-1931, el primer gobierno tecnocrático, con un ímpetu modernizador, donde el Estado fue un agente activo en la economía. En la política tendió a reemplazar "el viejo abogado político" por el "joven ingeniero tecnócrata", ha aseverado en un estudio Tomás Errázuriz, haciendo coincidir el slogan del "Chile nuevo" con la incorporación de los jóvenes: la presencia de Pablo Ramírez Rodríguez en el ministerio de Hacienda, aun cuando ya frisaba los 40 años, posibilitó la afluencia de jóvenes- entre otros el ingeniero Guillermo del Pedregal- en la administración pública, a partir de 1927, provocando sorpresa en la opinión pública y desconcierto en la clase política. El modelo corporativista italiano fue un referente.

Si miramos los proyectos globales excluyentes de nuestro siglo XX, como los denominó Mario Góngora, nos encontramos con una apelación a la "Revolución en Libertad" a la "Construcción del socialismo en Chile", etc., donde los jóvenes fueron incorporados de modo concreto, retórico o simbólico. Veamos algunos casos. La famosa "Marcha de la Patria Joven" de Eduardo Frei-Montalva en 1964, y su electrizante discurso de aquel 21 de junio:

"Como en las antiguas gestas del descubrimiento de Chile, hemos tomado posesión de nuestra patria, en este gran abrazo del norte y del sur. Ustedes, jóvenes que han marchado, son mucho más que un partido, son mucho más que un hecho electoral. Son verdaderamente la patria joven que se ha puesto en marcha.

En una hora en que muchos chilenos dudaban en el

"En nuestro país, Vicente Huidobro encendió un polvorín en 1925 por la causa juvenil y el destino del país, que consideraba casi un fracaso: todo el que sobresalía por talento, inventiva, no era reconocido. La mediocridad y la corrupción abatían los espíritus nacionales".