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ENTREVISTA. Angello Retamal, doctor en genética molecular y microbiología de la UA:

"Ómicron es una variante de preocupación, pero las vacunas han reducido su amenaza"

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Redacción

El retroceso de prácticamente toda la región a fase 3 del Plan Paso a Paso, acompañado por un fuerte aumento de los casos diarios, la positividad y los contagios activos, marca un nuevo escenario sanitario que para muchos tiene una explicación principal: el arribo de la variante Ómicron.

Ómicron fue detectada por primera vez en noviembre de 2021 en Sudáfrica y de inmediato llamó la atención de los expertos por su mayor transmisibilidad, estimada entre dos y tres veces más alta que la variante Delta, lo que favoreció su diseminación en todo el mundo en cosa de semanas.

El doctor en genética molecular y microbiología de la Universidad de Antofagasta, Angello Retamal, analizó el momento actual de la pandemia con esta nueva variante como principal amenaza, pero no la única, pues -como advierte- mientras existan amplias áreas del planeta sin acceso a vacunas, el virus seguirá mutando.

Pronto se cumplirán dos años desde la detección de los primeros casos de Covid en Chile. ¿En qué momento de la pandemia cree que estamos?-

-En estos dos años el SARS-Coronavirus no nos ha dejado de sorprender. Es un virus muy distinto a otros que hemos conocido y lamentablemente ha tenido una alta transmisibilidad. A nivel molecular la proteína que media la infección se adaptó rápidamente al hospedero humano, generando distintas variantes que han tenido al mundo en alerta. La variante ómicron es la última conocida, pero ya se anuncia otra variante de preocupación en Francia. Estamos entrando nuevamente en un periodo complejo, de muchos contagios, y la gran implicancia de esto es que debemos alcanzar una cobertura mundial con las vacunas, porque este virus ha mostrado que sus procesos de evolución se concentran en poblaciones con una baja tasa de vacunación y alta movilidad y transmisibilidad.

¿Qué particularidades tiene la variante Ómicron?

-Ómicron nos preocupa particularmente porque no tiene el mismo origen de otras variantes. Evoluciona en Sudáfrica y tiene su ancestro directo en el virus aislado de Wuhan, China, a diferencia de las otras variantes conocidas, que fueron seleccionándose con ancestros comunes. Podemos afirmar que, genéticamente, es Sars Coronovirus 2, pero tiene un comportamiento un tanto distinto. Esta nueva variante resulta ser más contagiosa por unirse con mayor fuerza a la célula para infectar, pero produce una enfermedad menos severa, sobre todo en individuos vacunados.

¿Qué puede significar que tenga esta naturaleza distinta en términos de su tratamiento?

-Los anticuerpos neutralizantes que generan las vacunas actuales están dirigidos hacia una zona específica donde interactúa la proteína Spike del virus con la célula del hospedero, pero en esa zona de interacción Ómicron tiene 15 mutaciones respecto al virus aislado en Wuhan, y esas mutaciones implican una mayor fuerza de interacción con los receptores humanos. Dicho de otra forma, el virus a través de esta variante, ha evolucionado y adaptado sus proteínas a los receptores humanos. Ahora, es importante mencionar que existen investigaciones que sustentan que para esquemas de vacunación como el que está empleando Chile (dos dosis de Sinovac y un refuerzo de Pfizer) una segunda dosis de refuerzo genera títulos significativos para neutralizar esta variante. Por eso el reciente anuncio del MinSal de administrar una segunda dosis de refuerzo es positivo.

¿La solución va por el lado del refuerzo o de generar nuevas vacunas?

-Ambas cosas. Por un lado es necesario evaluar si los anticuerpos generados por las vacunas implementadas reconocen los cambios presentes en las nuevas variantes, si los niveles de anticuerpos se mantienen, y con esta información sustentar la opción de los refuerzos. Por otro lado, es necesario seguir evaluando si los componentes inmunes que nos protegen siguen reconociendo a las nuevas variantes, frente a esto es importante el diseño de vacunas que confieran una mejor respuesta. Son dos desafíos distintos y complementarios.

¿Hay que asumir que las actuales vacunas fallaron en lo que tiene que ver con prevenir la infección?

-Las vacunas no han fracasado, de hecho son muy efectivas en reducir las tasas de contagio, en reducir las muertes, en evitar el colapso de las unidades de paciente crítico y moderar la severidad de la infección. Ciertamente no previenen el contagio, porque el virus tiene una alta transmisibilidad asociada a su capacidad de infectar y replicarse, y ese rápido proceso en una primera etapa supera nuestras defensas, pero gracias a la memoria de nuestro sistema inmunológico entrenado por las vacunas, somos capaces de frenarlo en una segunda etapa, disminuyendo la severidad del COVID-19 y reduciendo la probabilidad de muerte. Pero convengamos que para tener vacunas que generen respuestas inmunitarias más robustas, se requiere tiempo, y acá lo más urgente era responder a la emergencia.

¿La gran transmisibilidad de Ómicron puede contribuir al fin de la pandemia por medio de una inmunidad natural?

-No, por lo siguiente: los microrganismos patógenos tienen moléculas que nosotros llamamos "factores de virulencia" que modulan de forma negativa las respuestas de defensa en nuestro organismo. Y los coronavirus han adquirido factores de virulencia que frenan la respuesta inmune de los humanos, y como estos elementos afectan procesos que son importantes para la inmunidad, la infección natural con muchos patógenos conduce a respuestas inmunes sub-óptimas, a la vez que no generan una buena respuesta de memoria inmunológica. Por eso sufrimos infecciones reiteradas con virus como Influenza, Virus Respiratorio Sincicial, Herpes virus, etc. Por el contrario, las vacunas tienen elementos del virus y adjuvantes que permiten respuestas específicas más duraderas. Eso las hace más efectivas.

¿O sea esta pandemia por medios naturales no se detendrá?

-Pasaría lo mismo que pasa en los océanos donde el crecimiento de los microrganismos bacterianos se regula también por virus, que se llaman fagos, y cuando aumenta mucho una especie, aumenta también ese fago que luego de un tiempo elimina a esos microrganismos y repone cierto equilibrio. Así los virus en estos ecosistemas actúan como reguladores naturales. Si tú me preguntas cómo se detiene naturalmente una pandemia, sería con individuos más susceptibles, con mayores factores de riesgo que pueden morir, mientras que otra población de personas con mayor resistencia natural lograría sobrevivir.

"Estamos entrando nuevamente en un periodo complejo, de muchos contagios, y la gran implicancia de esto es que debemos alcanzar una cobertura mundial con las vacunas."

Angello Retamal, investigador UA