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La riesgosa tradición de clavados que perdura en "La Puntilla"

VERANO. Cientos de bañistas la han convertido en una tradición del verano antofagastino. Traumatólogo revisa los riesgos asociados a la práctica.
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Rodrigo Ramos B.

Una carrera de al menos tres metros, e Iván salta al vacío. Vuela. La caída es la misma que calculó hace 30 años. Luego el turno es de Eduardo, o Edu, como le gusta que lo llamen. Se para un rato sobre el borde. Mira alrededor. La playa está llena. Son las 18 horas. Me dice que prepare la cámara del celular. Edu se lanza y abre las manos. Por un segundo parece Superman, o un ave más bien robusta. La gravedad lo enfrenta con el agua. El clavado es perfecto. Iván y Edu llevan alrededor de 30 años o un poco menos, aclaran, lanzándose desde la Puntilla al océano Pacífico. Es un acto sagrado de todos los veranos. Ambos son antofagastinos, de la población Favorecedora, y agregan que esto de los piqueros, es una tradición popular, a la que también se le podría agregar: "cultural y deportiva". Es decir, a sus juicios, "es una tradición cultural" de los antofagastinos que no ha sido valorada con el tiempo, y que sólo queda en la anécdota. "Imagínese, el show de los clavadistas antofagastinos", elucubran.

Unos metros más allá, desde donde Iván y Edu se lanzan, hay un fila de adolescentes que se lanzan desde la plataforma o "camino del piquero", ubicada entre las dos escaleras de la Puntilla. En ese lugar, los jóvenes, entre chicas y chicos se lanzan al mar en diferentes posiciones. La mayoría lo hace parado a semejanza del mítico clavado de Charly García, el músico argentino, en la piscina de un hotel de Mendoza. Al preguntarles, sobre si conocen a Charly, ríen. Lo suyo es Marcianeke, responden entre broma.

Ivan y Edu si saben del piquero de Charly. El argentino fue parte de su banda sonora de adolescencia. Iván calcula con las manos, e indica que ese clavado, por el de Charly, es suerte que saliera vivo. Pudo matarse. "Aquí -dice- los riesgos no son tan altos. Debe haber no más de seis metros. La experiencia que uno tiene, de años haciendo lo mismo, te permite saber cuándo es más peligroso lanzarse. Y si puede haber un peligro, eso es la marea baja. Lo recomendable, si no se tiene experiencia, es no lanzarse en esa situación porque uno puede chocar con una roca, o también con una persona", afirma.

Peligros

Andrés Torres, presidente de la Asociación de Salvavidas de Antofagasta, confirmó la teoría de Edu, es decir, en marea baja es peligroso lanzarse en un clavado, aun cuando el sector de la Puntilla llame a esa posibilidad porque según él está hecho, o creado, para aquellas prácticas de los denominados bañistas temerarios. Si hay un momento para lanzarse al mar, aclara, es en marea alta, de lo contrario se corre un riesgo.

Las lesiones más frecuentes son contusiones por golpes contra el trampolín, clavados mal hechos, golpes en la cabeza con el fondo del mar o presencia de piedras y troncos.

La gravedad de la lesión va aumentando a medida que se intenta hacer piruetas o contorsiones mayores con el cuerpo. Un agravante siempre será la altura que tenga este lanzamiento.

Así lo aclara el traumatólogo León Raposo: "Las lesiones más temidas son las relacionadas con la columna vertebral porque pueden ocasionar daño irreversible. Específicamente, las ocasionadas en la columna cervical. La columna vertebral tiene en su interior la médula espinal que lleva el tejido nervioso desde el cerebro a todo el cuerpo, lo que permite el movimiento y la sensibilidad de las extremidades, por ello al sufrir una lesión de la columna se puede producir un daño neurológico que deja secuelas permanentes".

"Los casos más lamentables que hemos visto en nuestro país ocurren cuando algunos bañistas de diversas edades, se lanzan piqueros en aguas poco profundas y se golpean la cabeza contra el fondo. Este trauma provoca fractura de columna cervical con daño medular, produciéndose una tetraplejia. En esta grave lesión la persona no puede mover ninguna de las cuatro extremidades y quedan inválidos en forma irreversible", asegura.

Historia de los 80

Hay que viajar a los años 80 para entender que la Puntilla fue concebida como un lugar para los clavados. Iván recuerda que en su infancia, incluso, había un trampolín de varios metros para lanzarse al mar. La altura era de algo así como diez metros. Luego unas sombrillas sirvieron de plataforma de los clavados, "lo que era peligroso porque había que tener bastante fuerza de piernas para impulsarse y ganar metros antes de caer al mar. Hubo accidentes en esa época. No recuerdo si graves, pero hubo lesionados. Éramos niños. Así, en los últimos diez años o más la puntilla adoptó la forma actual, donde la plataforma para los piqueros se ubica al costado sur de la primera escalera. Es el mejor sector. Abajo es hondo, y se puede caer bien", insistió.

Nuevo llamado para construcción del Museo de San Pedro de Atacama

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Con el objetivo de seguir adelante con la licitación de la prefactibilidad del proyecto de reposición del Museo Gustavo Le Paige de San Pedro de Atacama en la Región de Antofagasta, el ministerio de Obras Públicas (MOP) -a través de la Dirección Regional de Arquitectura- realizó el 2º llamado a las empresas consultoras interesadas para la ejecución del estudio inicial de la obra, según indicó el seremi del MOP, Patricio Labbé Lagunas.

"Invitamos a las empresas interesadas a participar de esta significativa iniciativa que considera una inversión proyectada para esta primera etapa que bordea los $200 millones provenientes de la Provisión Puesta en Valor del Patrimonio y del Fondo Nacional de Desarrollo Regional", especificó Labbé.

La autoridad regional además detalló que tras el primer llamado sin oferentes, la Dirección Regional de Arquitectura modificó algunos criterios respecto a la nominación previa de los equipos profesionales, con el objetivo de otorgar mayor flexibilidad a la oferta

Estudio

El estudio de prefactibilidad permitirá evaluar técnica y económicamente las diferentes variables de localización, solución constructiva y sostenibilidad, entre otros. Lo anterior, con el objeto de poder definir las condiciones óptimas para la preservación de la colección arqueológica y la figura de administración más apropiada para su implementación y operación. De igual forma esta etapa cumple con lo establecido en la metodología para proyectos patrimoniales del MDS.