El 9 de diciembre pasado el Ministerio de Salud oficializó la creación de la "Comisión Nacional de Cáncer". Una instancia inédita - creada a la luz de la Ley del Cáncer - que busca asesorar al ministerio en la definición de planes y normas para una mejor prevención y control del cáncer. En definitiva, busca instalar al cáncer como política pública de salud.

En el caso de Antofagasta fue nombrada la oncóloga Angela Estay, académica de la Universidad de Antofagasta. Cabe recordar que la labor de la comisión es fundamental para apoyar la implementación del Plan Nacional del Cáncer (PNC).

De acuerdo al mismo PNC, en Antofagasta, a diferencia de la mayoría del resto de las regiones y desde hace más de 30 años, la principal causa de muerte está asociada al cáncer por sobre las causas del sistema circulatorio y cardiovasculares. La herencia de décadas de consumo de agua potable contaminada y las determinantes medioambientales aparecen como la explicación plausible a dicha situación sanitaria.

De acuerdo a estadísticas del Minsal, la región que presentó la mayor tasa de mortalidad por tumores malignos ajustada por edad en el período 1990-2015 fue la Región de Antofagasta, tanto para hombres como mujeres.

De ahí que la preocupación manifestada por la Mesa Regional del Cáncer no debe pasar inadvertida.

Los retrasos y postergaciones de controles médicos a causa de la pandemia provocarán inevitablemente un aumento de muertes por patologías oncológicas no controladas a tiempo. Urge entonces, una mancomunión de autoridades a fin de incrementar el número de exámenes preventivos y de pesquisa, especialmente en mujeres y adultos mayores.

El Gobierno Regional, ha manifestado su voluntad en avanzar en el fortalecimiento de la red a través del financiamiento de proyectos.

En ese sentido, vale recordar que errores reiterados en la ejecución del proyecto derivaron en que el equipamiento clínico de mayor complejidad de la red oncológica, el equipo de tomografía por emisión de positrones (PET-CT) utilizado en terapias de avanzada para la detección precoz del cáncer, aún se encuentra en bodega y con un incierto futuro respecto a la viabilidad de su uso. Un completo despropósito, en la silenciosa emergencia sanitaria que se avecina.

En Chile, estamos en plena mutación política, en el sentido más radical de la palabra ya que se está cambiando la carta magna nacional, la que constituye el marco general en el cual se desarrollan las relaciones políticas institucionalizadas. Hoy, se puede razonablemente pensar que la aprobación del texto final será mayoritaria en las urnas.

Hoy, dicho proceso tiene un aliado de peso. La simbólica quiere que el exalumno esté en La Moneda y su exprofesor, Fernando Atria, en la Convención. En la región, una de la convencionales de la zona, igualmente académica, quiere postular para ser presidenta de la Convención, recibiendo el apoyo del Rector de la Universidad donde ella trabaja. Y acá, recaímos en la problemática que se va constantemente a plantear y que debería resolverse, en el mejor de los mundos, de la mejor manera.

Por un lado, el cambio al cual asistimos en Chile no es un cambio de sociedad, sino un cambio dentro de la misma. Por ende, muchos atavismos de esta van a pesar en el proceso de cambio que se vive. Si no se les exige rendir cuentas a los que fueron figuras de la "época" que se quiere cambiar, como es el caso, por ejemplo, con ese Rector y lo del proyecto del Hospital clínico que debía ser un segundo hospital regional y que nunca fue, ¿qué bases se le otorga al proceso, en el sentido amplio, que se está estableciendo? O vivimos un cambio, o no. Las universidades públicas han sido y son muchas veces cementerios de elefantes de políticos en etapa (definitiva o no) de fracaso, en espera de volver a un cargo. La problemática descrita acá se va a plantear de la misma manera en los futuros nombramientos que se harán con el nuevo Gobierno Regional. Y se anhela algo de verdaderamente nuevo, ciudadanamente hablando.

Por otro lado, renovación y modernidad no significa simplemente comunicación modernizada. Tenemos un alcalde que utiliza la misma metodología y medios para ganar una elección como para gobernar. Denuncia, apunta el dedo, ve a enemigos y molinos de viento por todas partes, y se apoya sobre su público cautivo en redes sociales para hacer sus anuncios, mostrar sus logros y pedir ayuda. Vemos eso, de nuevo, en el último video que él protagonizó en torno al problema de los ambulantes del paseo Matta. Mencionó un compromiso, aparentemente oral, con los ambulantes. Un acuerdo de palabra… por parte del garante de la administración municipal de la ciudad. Por lo demás, esa técnica ya la ha utilizado con el problema en la avenida Brasil, exhibiendo, en un video, un parque limpio; para no grabar, los días siguientes, el regreso y la ocupación del mismo lugar por los ambulantes. Puede la ciudad derrumbarse, mientras el alcalde tenga "fans" en su "fanpage", no se urgirá de manera significativa. Él mismo se definió, en una reciente entrevista a la Tercera, como un alcalde "influencer", recurriendo al mismo relato que utilizó en su campaña: su infancia en media agua, su trabajo de locutor y su independencia (circunstancial) en política. Como sucedió con la Lista del Pueblo, con el "Pelao Vade" o con Parisi, o con las salidas brutales y corrosivas de Kast, la realidad siempre termina por alcanzar a la política. Más temprano que tarde. Ojalá que, en 2022, también eso se cumpla.