"Porque me siento antofagastino, me siento ciudadano del mundo"
ANTOFAGASTINIDAD. Leandro Müller González, fundador ONG "Forjaderos del Nuevo Amanecer".
Nació en Antofagasta de la década de los 80 y lo añora. Con un marcada vocación social y de apego a la ciudad, Leandro Muller actualmente dirige la ONG "Forjaderos del Nuevo Amanaecer", una organización que apoya diversas iniciativas sociales en los campamentos de la ciudad.
"Esa actividad y todo lo que he realizado después, tiene que ver con el tema digirencial. Yo creo que toda esa fibra, se la debo a mis padres. Hoy, me reconozco plenamente como persona en todo lo que hago. Y sé que vamos a hacer muchas cosas en los cuatr años que vienen. Eso me hacer sentir muy feliz. Y motivado a 1.000%", señala.
¿Qué recuerda de su infancia?
-Lo primero que me viene en mente son las imágenes de mi padre trabajando duro, vendiendo verduras por toda la ciudad para luego instalarse con su pequeño negocio propio. Mi madre igualmente trabajaba muchísimo. Era contadora, y también lo recuerdo perfectamente. Ese trabajo rindió sus frutos (su padre es Leandro Müller, expresidente de la Vega Central y dueño del restaurante "El Rincón de Coloso"). Yo apoyaba el acontecer familiar todos los fines de semana y vacaciones. Era muy grato aquello porque era siempre en familia, desplazándonos muchas veces a través de toda la región. A veces, viajabamos hasta Pica. Esas estadias representan, para mí, los momentos más placenteros de mi infancia.
¿Qué lo marcó de sus padres y los valores inculcaldos?
-Fueron esa capacidad de esfuerzo constante conjuntamente al espíritu de sacrificio lo que me ha marcado profundamente. Menos mal, diría. Y quizás el valor más importante que me transmitieron, y relacionado con lo anterior, es el sentido de humildad. El que sirve a relacionarse de la mejor manera con los otros, con todos los otros, y desarrollar un instinto social.
Y de la crianza como tal de sus padres, ¿qué destacaría?
-Lo que recuerdo, y considerando que mis padres trabajaban muchísimo, es el cariño y amor que me otorgaban y que siempre logré percibir. Siempre existió, y es aún palpable, esa voluntad de crear y querer mantener un hogar. Apenas tenían tiempo libre, mis padres lo pasaban con nosotros. Eso, innegablemente, es lo que me ha constituido.
¿Qué hay de distinto de los tiempos de antaño con los actuales?
-Muchisimas cosas. Era un espiritu totamente diferente. Mi niñez no tuvo nada que ver con las que viven los niños de hoy y tengo la conviccion que fui un privilegiado de poder crecer en Antofagasta. Antes, en esta ciudad todo era más tranquilo. Los niños jugabamos con agua, subíamos los cerros; el cerro La Cruz en la COVIEFI; andabamos en bicicleta en "Las Vertientes". Estábamos mucho menos encerrados. Jugábamos fútbol tardes infinitas. Nos hacíamos tira la ropa, nos disfrazabamos en algunas oportunidades, nos inventábamos personajes y aventuras... Viviamos nuestra infancia "en exterior". Hoy los niños la viven puertas adentro. Cuando teniamos sed, le pedíamos agua a los vecinos. Era otra convivencia, otros tiempos, que ya nunca más serán. Por eso le digo que fui un privilegiado.
¿Qué le gustaría para la región?
-En el futuro, más igualdad en la educación, más oportunidades para todos, muchos más espacios públicos para los niños y gente de la tercera edad. Volver a vivir en conjunto y compartir. Esta región es generosa y también goza de numerosas fronteras que son oportunidades. La región deberá imperativamente "abrirse" al mundo. Ya lo está haciendo de hecho, salvo que este proceso no está "manejado" por nosotros mismos, los de la región. Cuando eres del norte, al final, eres potencialemente ciudadano del mundo. Y porque me siento Antofagastino, me siento ciudadano del mundo. Siempre lo he pensado y sentido así.
¿Qué nos falta a los antofagastinos para impulsar el desarrollo de la ciudad?
-Está claro que nos falta tener más convicciones en nosostros mismos. Como habitantes de la región; tener más personalidad y tambien motivación para sacar esta zona adelante. Hay material para aquello. En la práctica, debemos ser menos "pacatos". Por eso no debemos tener miedo de preguntar, de trabajar en conjunto, sin temor a eventuales vergüenzas y equivocaciones. No hay que tener medio de equivocarse porque de eso aprendemos. Y sobretodo, como buenos nortinos, debemos ser "catetes. Hasta que logremos lo que nos habiamos planteados en un inicio. Sin perseverencia, en esta zona del mundo, no hubiesemos alcanzado nada, ni hubiesemos sobrevivido. Tenemos mucho que lograr aún. Por ende, tenemos el imperativo de ser "catete". Debemos llevar esta region al nivel que debe estar, porque todos somos "deudores" de ella.