Problema sin fin: siguen botando escombros y basura en exvertedero
CIUDAD. Todos los días llegan vehículos a botar desperdicios a un basural que se supone ya no está operando. Dos trabajadores del lugar cuentan el día a día en La Chimba.
Cuatros perros descansan sobre un montículo de tierra y basura. No parecen sorprenderse por el paso lento de una camioneta cargada con escombros. El vehículo se detiene más arriba. El conductor y el acompañante descienden. Abren la puerta trasera de la camioneta. Los escombros caen aparatosamente a la tierra. Los hombres se suben al vehículo. Regresan por el mismo camino. Los perros mantienen la indiferencia. Al llegar a la entrada del vertedero, el vehículo se detiene. El conductor saca su brazo del móvil y le entrega un billete al hombre de la entrada. Jorge Osorio es quien recibe el dinero. Es un hombre de dermis cobriza y seca. Dice que lleva nueves años viviendo en el lugar, e indica su casa, una construcción de un color verde opaco un poco más abajo de la ubicación de los canes.
El ex vertedero, en La Chimba, mantiene las puertas abiertas. Cada diez minutos, en promedio, entra un vehículo, principalmente camionetas y pequeños camiones. La mayoría de las veces vierten escombros, aunque también cae la "bendita basura", afirma Osorio, sin mascarilla, y con las manos en la cintura. Osorio reconoce que el ex vertedero debería estar cerrado, "pero qué le vamos a hacer, que esté abierto o cerrado, no es responsabilidad nuestra. Nosotros vivimos acá, al interior. Arriba -indica con el dedo- vive una familia. A veces somos siete a diez personas las que habitamos en el ex vertedero, y en otras ocasiones aumenta la cantidad de habitantes. Todos hemos pasado la vida aquí, conocemos todos los rincones. Nos conocemos bien".
Acusa que lo del nuevo vertedero Chaqueta Blanca significó un engaño para los recolectores de basura de la Chimba, pues se fueron para allá a trabajar en el reciclaje, sin embargo al mes ya los habían cancelado a todos. "En ese vertedero todo lo entierran, además está colapsado, por eso están viniendo más seguido para acá. Este vertedero estuvo cerrado, pero las mismas personas lo abrieron por necesidad. Los montículos de basura que están en la entrada -apunta- se produjeron porque las personas no sabían dónde botar sus desechos. A veces viene Carabineros y saca partes a quienes vierten escombros", afirma Osorio, mientras busca una sombra para protegerse del inclemente sol de mediodía.
Consumistas
Osorio se de vuelta. A ratos se torna inquieto. Tras unos minutos regresa a la conversación, y dice que este vertedero fue el pulso de Antofagasta, "aquí llegaba de todo, desde comida hasta escombros. Los antofagastinos siempre fueron generosos con nosotros, o más bien la ciudad es muy consumista. No nos faltaba para comer. Ahora, en cambio, ni siquiera hay pericotes. Cuando cerraron el vertedero los ratoncitos se murieron de hambre. Quedan unos pocos perros. Los jotes también huyeron. Partió toda la fauna recicladora de este lugar, además de los humanos".
Hace un alto en el diálogo. Una persona que va entrando con un vehículo le entrega unas monedas. ¿Cuánto gana de improvisado portero?. Responde que dependiendo de la generosidad de los visitantes, puede ganar hasta 10 mil pesos durante el día. Recuerda, con una sonrisa, que un día le dejaron 20 mil pesos de propina. "Antes era distinto. Comíamos lo que nos llegaba, a veces hacíamos hasta asados con la carnecita supuestamente vencida", dice con la nostalgia de haber vivido tiempos mejores.
Quemas
Osorio mira al cielo que está de un azul claro, piensa, y luego responde que lo más importante que ha encontrado en el ex vertedero fue una almeja petrificada en una piedra, o sea "un fósil que pesa alrededor de dos kilos y medio", dice. "Nadie la vino a botar, sino que la encontré aquí mismo, después de unos trabajos de remoción de tierra que se hicieron. Ahí vi la piedra. Fue toda una emoción encontrarse con algo así, que habla de tantos miles de años atrás. Llegaba a conversar con el fósil. El fósil lo tiene un familiar".
Respecto a lo más valioso que ha hallado en la basura, dice que el otro día encontró cuatro celulares en una bolsa, "eran usados pero no estaban viejos. Los vendí. También he hallado desde joyas, plata hasta extrañas antigüedades y esa posibilidad de encontrar algo, es quizás lo más apasionante de un vertedero, saber que todos los días podrías hallar algo nuevo, es como buscar pepitas de oro".
Unos metros más arriba se encuentra José Peñailillo, quien viste una antigua camiseta de Colo Colo de color rojo, que halló entre la basura. Peñailillo es delgado y tiene un rostro de facciones finas. El relato de este hombre es parecido al de Osorio, en cuanto a que la aparición de Chaqueta Blanca los perjudicó. "Quedó la tendalada aquí. Hartas personas perdieron su trabajo. Yo, como tengo antecedentes penales, me cuesta conseguir empleo, por eso estoy aquí. Igual juntamos material con lo que traen las personas, a sabiendas que sea ilegal. Los sábados vienen más personas a botar, pero nada para comer, si usted ve alrededor, ya ni siquiera hay moscas. Antes había nubes de moscas. Hasta se extrañan las moscas", asevera.
Cobre
Todo lo que tenga cobre vale oro en el ex vertedero. Osorio dice que los cables u otros artefactos son los que realmente sirven. Lo mismo dice Peñailillo, de hablar más pausado que Osorio, quien reconoce que hacen quemas para buscar cobre, que al venderlo le da dinero para sobrevivir. "Buscamos lugares apartados para no molestar a nadie, aunque la gente reclama por eso. Nosotros estamos en altura, quizás el humo baje y llegue a los condominios", afirma ante la mirada de un perro que lo sigue a todos lados.
Recuerda que hace poco hubo un incendio grande en el viejo vertedero. Dice que hay lugares donde se encienden solas las cosas, cuando hay mucho sol. Como hay vidrios se provocaría un efecto lupa, asegura.
"Este vertedero estuvo cerrado, pero las mismas personas lo abrieron por necesidad. Los montículos de basura que están en la entrada se produjeron porque las personas no sabían dónde botar sus desechos"
Jorge Osorio, recolector de basura