Preocupa aumento de comercio informal
Las calles están transformadas en verdaderas ferias sin que mucho se pueda hacer para lograr el ordenamiento que es solicitado desde diferentes sectores. Se pensó que esta explosión sería pasajera y que con el pasar de los meses volvería a los niveles controlables. Pero lejos de disminuir sigue creciendo.
No hay duda que el comercio informal se está tomando las principales calles y avenidas de las ciudades del país. El fenómeno venía creciendo antes de la pandemia, pero tuvo una explosión espontánea, tras el fin de los desconfinamientos y las mayores libertades de movilidad para la población.
Y la explicación fue que muchas personas y familias se vieron afectadas en sus fuentes laborales y encontraron en la venta callejera una forma de subsistencia. Por ello no fueron combatidos con energía desde el inicio de la proliferación. Se entendía la existencia imperiosa de subsistir.
Se pensó que esta explosión sería pasajera y que con el pasar de los meses volvería a los niveles controlables. Pero lejos de disminuir sigue creciendo y ya los comerciantes establecidos están urgiendo a las autoridades por soluciones. Principalmente porque la variedad de productos que se ofrece en la calle son los mismos que ellos venden, pero a un menor precio.
Acusan competencia desleal y la justifican en que los precios de los productos que ellos expenden son más caros por razones obvias. Pago de impuestos, patentes, personal, arriendo o mantención de los locales, entre otros. Haberes a los que no se ven afectos los informales, que según los denunciantes, son abastecidos por proveedores que lucran con la necesidad.
Ordenar y fiscalizar es lo que piden. Difícil tarea porque la situación avanzó a tal grado que no es fácil llegar con guardias municipales o un contingente policial para instar el despeje de las calles bajo advertencia de ser detenidos. Esa experiencia se ha vivido en las ciudades más habitadas de la ciudad como Antofagasta y Calama con resultados nefastos.
Resistencia férrea que obliga al uso de la fuerza, pero que no es bien vista por el resto de la ciudadanía.
Multar al que compra se ha presentado como una medida para evitar el crecimiento de los informales, pero no ha surtido el efecto esperado y la prueba está en las calles.
Tal vez una mesa de diálogo y alternativas para que dejen la informalidad y se instalen bajo las condiciones existentes puede ser un paso hacia la solución y apelar a que hay normas, leyes que se deben respetar y no es posible que se cree la sensación de vivir en un país sin ley.