El Juego del Calamar
"La disyuntiva para los electos de derecha, es saber si van a votar a favor o en contra de esta acusación". Cristián Zamorano Guzmán, Doctor en Ciencias Políticas
Acá, quisiera ser claro. Desde mi punto de vista; considerando el contexto especial o no, los tiempos oportunos o no; la acusación constitucional contra el primer mandatario debía cursarse. No había otra alternativa. Esto no impide que la justica siga investigando, pero simétricamente, esta misma investigación no impide que acá una responsabilidad política deba ser discutida. Y si responsabilidad política hay, obligatoriamente debe haber un juicio político.
Las cámaras baja y alta, ambas legislativas, son por definición políticas. Siempre lo han sido y lo serán. Es por eso, que hay ahí bancadas de diversos colores. ¿Porqué, hoy, cuando la responsabilidad política del presidente es directamente aludida en un asunto que tuvo un eco internacional, el Congreso debería privarse de entrar en la discusión? En realidad, tiene la obligación de hacerlo. Y como poder soberano, sería muy útil saber quien respalda, hoy, el primer de los ciudadanos.
Muchos avanzan el riesgo de inestabilidad que esto implica, pero al mismo tiempo son en los rangos de estos que se encuentran los más fervientes partidarios para seguir con la misma institucionalidad y Constitución. Los mismo de #Rechazocrece. Acá hay una contradicción. Es justamente por el bien de la institucionalidad, porque esa opción existe a través de lo dispuesto en el Articulo 52, numero 2) de la Constitución, que esta debe ser aplicada. Este caso de figura está contemplado en el texto constitucional, y hoy ¿quién puede afirmar que no estamos en presencia de hechos que invitan a accionar el mecanismo? Hay que creer en las instituciones que uno mismo defiende. Y por lo demás, si llegamos a una destitución de Sebastián Piñera, la norma prevé un protocolo que se aplicaría si eso sucede. Esa es la belleza de una institución. Es sostenible.
Otros dirán que esto va a incitar al gran capital extranjero a invertir en otros países, ya que no habría más estabilidad en el nuestro. Este argumento también se puede perfectamente dar vuelta. Si no se hace nada, esa ambigüedad en cuanto a la relación con un escándalo de tamaño mundial, que involucra a nuestro presidente, también les indicaría a los inversores que es un país poco serio y que los representantes de su idiosincrasia prefieren cerrar los ojos, esperando que el problema desaparezca por si solo. ¿Qué garantía les daría un país así? Ninguna de seriedad. No seria muy "Ocde" esa tipo de actuación.
La disyuntiva para los electos de derecha, es saber si van a votar a favor o en contra de esta acusación. Cuáles van a ser los criterios sobre los cuáles se apoyarán, sobre todo en pleno periodo electoral con un presidente que disfruta de una tasa de aprobación a ras del piso.
Esto empieza desde ya en el caso de Antofagasta, ya que, como unos planetas alineándose a su favor después del episodio del 4to retiro, la diputada y candidata a senadora Paulina Nuñez debe pronunciarse dentro de la comisión establecida para la ocasión. Y como en el casino, acá puede ser doble o nada. En todos los casos, que se opte por "matar" (institucionalmente) a un presidente o que se lo respalde, saber en nombre de qué se tomara esa decisión importa muy poco. Lo importante acá, es la decisión en sí misma. Y luego ver como uno logrará a navegar en las consecuencias que esta misma producirá.