Responsabilidad en obras destruidas
Hubo quienes pensaron que un espacio público como el Complejo Deportivo Corvallis, podía ser blanco de su furia, y autoridades que guardaron silencio ante esto. El Complejo Corvallis no solo es un grupo de edficios y canchas, sino también un espacio simbólico: un lugar público, dedicado a niños y jóvenes, donde aprenderían a trabajar en equipo y superar sus límites.
Durante meses las obras del Complejo Deportivo Escolar Corvallis, que llegaron a estar listas en un 90%, fueron sistemáticamente destruidas. Según los vecinos del sector, la destrucción comenzó después del estallido social de octubre de 2019. El complejo se ubica muy cerca de la Cachimba del Agua, donde se registraron algunos de los principales disturbios de la época.
¿Por qué algunos decidieron que un complejo deportivo debía ser el blanco de la furia? difícil entenderlo. La manifestación es un derecho y eso conviene recalcarlo, pero destruir bienes públicos, e incluso privados, no lo es. Y acá no solo se destruyó un edificio, también se acabó con una infraestructura simbólica: un lugar que serviría para que miles de niños practicaran deporte, aprendieran de trabajo en equipo y de cómo superar sus propios límites. También se destruyó un espacio público, como si en Antofagasta abundaran. ¿Alguien podría justificar esa destrucción con algún argumento razonable?
Hay una responsabilidad cívica: quienes dicen luchar por una sociedad mejor no deberían destruir espacios e infraestructura pública como semáforos, señaléticas, estaciones de metro, edificios de reparticiones (en Antofagasta se quemó el Registro Civil de la población Bonilla) o un complejo deportivo. También hay una responsabilidad ética de los líderes de opinión y algunas autoridades, que prefirieron callar o mirar para el lado, ante la destrucción. O que incluso la justificaron con el argumento del "cansancio del pueblo ante los abusos del sistema".
Y por supuesto, en el caso del complejo de la Corvallis, hay una responsabilidad del Ministerio de Obras Públicas, que no visibilizó el problema o se desentendió de él. De hecho, si no es porque vecinos grabaron la destrucción, todavía la comunidad no se habría enterado. Posiblemente si ante los primeros daños la ciudad se hubiera enterado de lo que estaba ocurriendo en el recinto, la misma sociedad habría puesto un freno y los que destruyeron este espacio no se habrían sentido con tanta libertad para entrar una y otra vez.