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La subalternidad política

Dra. Francis Espinoza F. Académica UCN
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Es a partir de los estudios postcoloniales, en específico con el orientalismo del activista palestino-estadounidense Edward Said (1935-2003), que se comienza a hablar y reconocer al/la otro/a como alguien distinto a uno/a, y que no merece recibir falsos prejuicios emanados desde visiones sesgadas de Occidente. Esto es lo que tímidamente se percibe en los medios de comunicación respecto a la situación que está ocurriendo en Afganistán con la toma del poder por parte de los talibanes. Es decir, se necesita contar la otra historia. Una subalternidad política que nunca fue entendida por Estados Unidos, disputando una de las guerras e intervenciones más extensas en Oriente Medio y con un certero fracaso que ya había vaticinado el ex-líder soviético, Mijaíl Gorbachov en 2010, cuando analizó el fin de la invasión soviética en el mismo país (BBC, 17/08/2021).

En términos psicológicos, la capacidad de ponerse en el lugar del/la otro/a es conocido como empatía, un rasgo de la personalidad cada vez menos observado en democracias capitalistas occidentales. Es que el/la hombre-mujer moderno/a se ha deshumanizado y sus expresiones de consideración ética tendrían sólo que ver con aquéllos/as más cercanos/as o afines (Maturana, 1984), o como dice un proverbio oriental "las personas con distinta moral no se llevan bien". Es así como el filósofo estadounidense Richard Rorty (1998), nos dice que es muy difícil no ser etnocéntrico/a y asumir que no podemos salir de nuestra piel para acceder al mundo de la razón y la universalidad.

Ha habido intentos fallidos de subalternidad política en el país como aquella vez que fueron traídas familias sirias a Chile luego del crisis bélica en ese país en 2017, pese a que con el tiempo algunos/as refugiados/as se fueron adaptando bastante bien al mundo laboral (La Tercera, 05/10/2018). Los casos de antología son Haití y Venezuela donde se invitó a venir como migrantes asilados/as, y luego se han realizado una serie de expulsiones masivas de carácter administrativo (El Mostrador, 24/06/2021), una situación que ha sido vista por actores nacionales (Servicio Jesuita a Migrantes, Defensoría de la Niñez y el Parlamento) e internacionales (Unicef y ONU) como violación absoluta a los derechos humanos universales.

La subalternidad política no debe ser leída sólo desde distintas nacionalidades, religiones, ideas políticas, género y otras variables, sino también en nuestro territorio donde lo distinto es visto como una amenaza. A raíz de esto es que se formó esta semana una 'polémica macondial' (Macondo, Cien años de Soledad) entre el Alcalde de Antofagasta y los emprendedores/as culturales del Parque Croata. Se unieron a esta disputa también las organizaciones deportistas que serán desalojadas de las canchas del mismo sector. Nuevamente vemos que el Plan 9 no está en concordancia con una actitud empática hacia quienes construyen la cultura y el emprendimiento en nuestra ciudad, en una zona turística y no sólo residencial. Al parecer, el compromiso de diálogo no se respetó por parte de la autoridad municipal, y los/as concejales/as han guardado un silencio cómplice, atacando de lleno la subalternidad política y social de quienes tienen derecho a buscar el sustento diario.

Si la idea, como se ha abordado la migración hasta el cansancio en este gobierno, es 'ordenar la casa', para la casa consistorial esta iniciativa debiera ser aplicable también al centro de la ciudad que se ha convertido en una nueva feria de las pulgas ambulante. En esta crisis de pandemia, la gente requiere hacer su dinero para sobrevivir y el municipio (no sólo el alcalde también concejales/as) necesita establecer las condiciones estructurales para que se establezcan espacios ordenados de comercio y entretención. Insistiría que Antofagasta requiere de una gobernanza inteligente, pero ésta pasa por un plan de gobierno local que sea establecido por el edil y su concejo, y sea conocido por toda la ciudadanía.

Otro proverbio oriental dice que "el tiempo desenmascara a los hombres". Por lo tanto, es esperable que la gestión municipal entregue un trato justo a todos/as en estos cuatro años. En caso contrario, como una ciudad que no aprende, estaremos condenados a repetir los errores del pasado: liderazgos autocráticos, sin control, corrupción y mala reputación corporativa de la Alcaldía de Antofagasta. 2008).

"Nuevamente vemos que el Plan 9 no está en concordancia con una actitud empática hacia quienes construyen la cultura y el emprendimiento en nuestra ciudad, en una zona turística y no sólo residencial".