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Recuperación económica y social de la Región

"Sin embargo, la condición de alerta no la podemos dejar, pues se han visto rebrotes importantes en otros países". Fernando Álvarez C., Decano Facultad Economía y Administración UCN
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El confinamiento al cual nos obligó la pandemia y la crisis social que vivió el país a partir de octubre del 2019, han significado un gran impacto en materia económica para el país y para nuestra región. Las cifras de desempleo, que llegaron a superar los dos dígitos; el aumento en la pobreza y pobreza extrema, como así también las cifras de cierre de empresas y la caída en el dinamismo de la economía, dan cuenta de los efectos que la crisis sanitaria y social han generado en la región. Cifras que, sumadas al aumento de enfermedades de salud mental, amenazas de algún rebrote y los costos para los resguardos de la población, dejan un panorama económico muy preocupante.

Si bien las ayudas del gobierno y los retiros de fondos de las AFPs han ayudado en parte a reducir los impactos de una crisis que podría haber generado consecuencias aún más profundas, el daño de todos modos existe y las secuelas económicas no solo llegan al mundo productivo, sino que al rincón de muchos hogares que, al perder sus fuentes de empleo, han debido soportar las continuas cuarentenas o restricciones a la movilidad, lo que les ha impedido buscar nuevas alternativas laborales para recomponer su dañada situación económica.

Otro fenómeno que la región ha vivido durante esta pandemia, es el incremento de la población inmigrante, que ha llegado en búsqueda de mejores condiciones de vida. Si bien la región desde antes de la crisis social y sanitaria ya venía viviendo un fuerte proceso migratorio, este se acrecentó por la situación de emergencia, agudizando aún más la crisis económica y social de la zona, pues gran parte de estas familias inmigrantes han llegado a vivir en condiciones muy precarias y sumidos en una alta vulnerabilidad. Frente a esta situación también ha aflorado la solidaridad de los habitantes que han sufrido menores impactos y que por iniciativa propia han creado ollas comunes para atender a los más necesitados, ayuda que también se vio reforzada por las cajas familiares distribuidas por el gobierno.

Hoy, cuando las cifras de contagios muestran niveles más bajos, comienza a aflorar la esperanza de un retorno a la normalidad. El comercio vuelve a tener la posibilidad de funcionar con mayor frecuencia y la movilidad permite que la economía comience a vislumbrar un mejor panorama. Más aún cuando nuestro país y nuestra región cuentan hoy con una gran parte de la población vacunada con su dosis completa, lo cual permite que podamos ser más optimistas frente a la realidad que se nos viene. Sin embargo, la condición de alerta no la podemos dejar, pues se han visto rebrotes importantes en otros países y la amenaza de un mayor contagio por ingreso de la variante Delta sigue estando presente.

Escasez hídrica

"Buscar la manera sostenible de usar el agua, es responsabilidad de todos". Margarita Ducci, Directora Ejecutiva Pacto Global Chile, ONU
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Garantizar agua para la vida de los seres humanos y las especies en la tierra, asequible, libre de contaminación y gestionada de forma eficiente y sostenible, es uno de los puntos claves de la Agenda 2030, el ODS6, dentro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por Naciones Unidas. Hoy frente a la grave crisis sanitaria a nivel planetario, el agua se torna, ahora más que nunca, imprescindible para el combate al covid-19 y por supuesto la vida de las personas.

Estamos viviendo no solo la propagación exponencial de una enfermedad que azota al mundo, sino también, grandes impactos de los efectos del cambio climático, y ya se ven manifestaciones tan graves como la modificación del ciclo del agua en muchos lugares del planeta, fuerte variación en el régimen de precipitaciones, cambios en la evaporación y la temperatura del agua, con graves consecuencias para los ecosistemas, la biodiversidad, la salud y la subsistencia de cientos de millones de personas que necesitamos vivir de una forma u otra, en estrecha relación y dependencia del agua.

El mundo debe reconocer cada vez más la importancia de la biodiversidad de los ecosistemas como garantía de un futuro próspero que proporcione el necesario alimento, agua y energía, suficientes para la actual población mundial de 7.700 millones de personas, que se prevé aumentará a 10.000 millones en 2050 y a 11.200 millones en 2100.

No cabe duda, que la relación de la humanidad con la naturaleza y con el planeta ha cambiado profundamente y que vivimos en una época marcada por grandes transformaciones generadas por la acción humana, cuyos impactos son visibles y patentes en una misma generación y tendrán consecuencias imprevisibles. Por ello, debemos cuidar hasta la última gota de agua.

Hoy la agricultura ocupa un tercio de la superficie de tierra del planeta y es responsable del 69% de las extracciones de agua dulce. Aun así, producimos de manera inadecuada, comemos mal, y a pesar del costo de los alimentos, una parte de estos acaban en la basura. El uso intensivo de agua para la agricultura y la construcción a gran escala, de obras de infraestructura, están transformando y fragmentando los ríos, lo que, a su vez, provoca la desaparición de la biodiversidad y la degradación profunda de los ecosistemas de agua dulce, vitales para nuestra economía y para nuestro bienestar.

El enorme desafío consiste en dar prioridad a la búsqueda de soluciones alternativas reales y al alcance de todos, para que haya suficiente agua para nuestras necesidades y para, al mismo tiempo, asegurar la salud de los ríos, lagos y humedales, aplicando técnicas de regadío más eficientes e inteligentes, mejorando la planificación y la gestión del agua, con mayor participación de todos los actores implicados para gestionar las cuencas fluviales. Según el Foro Económico Mundial, la crisis del agua es uno de los mayores riesgos a nivel global a los que se enfrenta la humanidad. Hay creciente escasez del agua y se producen megasequías en diversas zonas del planeta que incluyen a Chile.

Buscar la manera sostenible de usar el agua, es responsabilidad de todos y nuestro éxito dependerá de que seamos capaces de integrar en el modelo de desarrollo, el respeto a sus fuentes, a la naturaleza y a su preservación. Solo priorizando el cuidado y la restauración de los ecosistemas que forman las redes naturales del agua, podremos asegurar a las futuras generaciones, seguir contando con este valioso elemento: el agua, que, recordemos, no es infinita ni reemplazable.

Los grandes festejos pueden esperar

La posibilidad de organizar actividades de Fiestas Patrias, como antes de la pandemia, fue desechada por las autoridades, quienes están conscientes de que aún no es el momento. La cordura hace nuestro actuar más consciente y por ello que los grandes festejos hayan quedado para el futuro y dependiendo de las condiciones sanitarias.
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La sostenida baja en los indicadores de contagios covid-19 llevó a nuestra región a un desconfinamiento casi total. Son sólo dos pequeñas comunas que aún mantienen restricciones de movilidad, pero que no representan ni el 5% de la población total, lo que significa que el grueso de los habitantes puede desplazarse libremente y reunirse en grupos con aforos un poco más amplios.

Estas libertades llevaron a muchos a pensar en la idea que si la tendencia a la baja continuaba y los contagios eran cada vez más escasos, se podía analizar la posibilidad de retomar la celebración de las Fiestas Patrias como antes de la pandemia. Con fondas, ramadas, juegos criollos y eventos conmemorativos.

Los impulsores de estas ideas, planteaban que el escenario era propicio para empezar a retomar las actividades normales previas a la pandemia. Manifestaban que se podía aplicar respetando algunas medidas covid como la cantidad de personas en espacios cerrados y abiertos. A su juicio, era necesario ir retomando la cotidianidad previa a la crisis sanitaria.

A nivel nacional, y luego de los análisis, fueron muy pocos municipios que lograron consenso para definir un programa de festividades similar a la de años sin covid-19. La mayoría optó por la cautela y recoger las señales enviadas por el Ministerio de Salud que indicaban que ante la llegada de nuevas variantes y la reapertura de las fronteras lo más aconsejable era seguir con restricciones y evitar los encuentros masivos.

Aún hay un entendible temor entre las autoridades por la agresividad del contagio. La secuela de muertes y hospitalizados graves es muy reciente y condiciona las decisiones. Nadie quiere arriesgar a sus vecinos a posibles contagios que nos regresen a un escenario tan desolador como el vivido el segundo semestre del año pasado.

La cordura hace nuestro actuar más consciente y por ello que los grandes festejos hayan quedado para el futuro y dependiendo de las condiciones sanitarias. En Chile ya se conoce de cuatro focos comunitarios con la variante delta que es mucho más contagiosa y más agresiva en los síntomas. Por ello, se debe mantener la prudencia.

Aún nos falta para dejar la mascarilla, abrazarnos y celebrar en grande. Paciencia es lo que se debe cultivar.