La Batalla por la 'Gran Antofagasta'
Dra. Francis Espinoza F. académica UCN
A raíz de los resultados en la segunda vuelta electoral en Perú entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori resurge la discusión constante en política sobre un bipolarismo ideológico, tan característico en los períodos de guerra fría y post-guerra fría. Nos referimos a esa sensación 'quisquillosa' de volver a una cortina de hierro, por una parte, y a las democracias capitalistas de occidente por otra, derribando el mito del 'fin de las ideologías', que ha primado en las discusiones académicas desde los 90s (Daniel Bell, 1960 y Francis Fukuyama, 1992).
Lo anterior sumado a los guarismos de las últimas elecciones en el país, sobre todo en relación a los/as constituyentes, han encendido las alarmas de que el país se está 'izquierdizando', América Latina y el resto del mundo también. Una visión un poco sesgada, pensando que no se hablaba de una 'derechización' de las democracias cuando actitudes como el Brexit, el Referéndum de Colombia y la elección de Donald Trump podrían haber significado que el capitalismo ya había llegado a su etapa más tardía (Frederic Jameson, 1979), es decir, con el mercado absorbiendo completamente las decisiones políticas.
Sin duda que la elección de gobernadores/as en 13 regiones del país, puede leerse como otro conflicto ideológico, sobre todo si pensamos en la Batalla del Gran Santiago, al que se le puede asumir una caída o renacimiento del patriarcado, o un eslogan poco afortunado de que las mujeres 'estamos de moda' en política. Pero ¿qué pasa en la Gran Antofagasta, un batalla ideológica, una lucha de clases o dos formas de ver la meritocracia neoliberal?
En un rincón, un profesor de Filosofía, la madre de todas las ciencias, con una genealogía pampina importante y un movimiento medioambientalista pionero en el reclamo por la contaminación portuaria. Por desgracia, "Este Polvo Te Mata" murió en los tribunales de justicia como todo en este país, sin la capacidad de ser llevado a una instancia internacional, y dándole la razón a los poderosos de siempre a través del olvido y la indiferencia. Ricardo Díaz, a quien tildé en otra columna (El Mercurio de Antofagasta, 28/03/2021) como un idealista, pues su universo platónico (ideim) se ha remitido a dar cuenta sobre el sufrimiento de las externalidades de la minería, pero sin una propuesta concreta de relacionamiento justo de las necesidades de la ciudadanía con las empresas mineras de la Segunda Región, y un proyecto de región post-minería (OECD, 2013; Fraser Institute, 2020). Un buen pensador, pero un mal gestor dicen sus detractores/as. Una carta poderosa para la centro-izquierda, dado que el ex-Core partió llevándole la delantera a su contrincante en las primarias partidistas, y sacándole más de un 18% en la primera vuelta. En hípica se diría "un caballo que corre a ganador".
Al otro extremo, un abogado joven, con una bella sonrisa y un carisma envidiable por su sector. Sin embargo, un 'Prometeo' encadenado a atávicos 'enclaves democráticos' sostenidos por la mujer de hierro de la ciudad. Con poca madurez política por su inexperiencia en la 'jungla' y, como el pasado nos condena, su partida del gobierno regional en pleno estallido social quedó marcada como "general que arranca una vez sirve para otra batalla". La única carta de una derecha profundamente golpeada, pero que se soba para callado, y que ve en Marco Antonio (un nombre de emperador romano) Díaz, un lord (Sacha Razmilic también lo es), de la política antofagastina, un Emmanuel Macron con gustos por una derecha social, pero con atracción profunda por un libre mercado.
Lo más seguro es que la batalla de la Gran Antofagasta, se libre con una alta abstención, con huestes alineadas a ambos sectores del espectro político, con una carrera entre dos hombres afines a las ciencias sociales, que han ido haciendo su camino en la comodidad del patriarcado y sus zonas de confort. Es cierto que el Díaz de la derecha llegó a la política con grandes espaldas apoyándolo, pero la necesidad freudiana de 'matar al padre' (en este caso, 'la madre'), le está pasando una cuenta política importante. El Díaz de la zurda, en cambio, viene de la agencia, de la ciudadanía y como buen paria se fue ganando el afecto interesado de los partidos políticos de centro-izquierda, que no lograron levantar una candidatura tradicional atractiva desde sus conglomerados. Vuelvo a insistir, se hace imperioso ir a las urnas porque no dará lo mismo un Díaz que otro Díaz.
"Lo más seguro es que la batalla de la Gran Antofagasta, se libre con una alta abstención, con huestes alineadas a ambos sectores del espectro político, con una carrera entre dos hombres afines a las ciencias sociales, que han ido haciendo su camino en la comodidad del patriarcado y sus zonas de confort".