"Sólo el trabajo enaltece"
ANTOFAGASTINIDAD. Lautaro Núñez Atencio, arqueólogo.
El destacado arqueólogo y Premio Nacional de Historia 2002, Lautaro Núñez Atencio, nació en 1938 y desde entonces su vida está vinculada íntimamente al norte.
Con estudios en Chile, Japón y República Checa, su conocimiento lo ha desarrollado en diversos textos e investigaciones, que ocupan aspectos diversos, como el significado de petroglifos, hallazgos del antiguo Camino del Inca y en general de la rica diversidad que alberga nuestro territorio. El Doctor Honoris Causa de la Universidad Católica del Norte es uno de los más notables hijos del Desierto de Atacama.
¿Usted nació en Iquique, ¿Qué marcó su infancia?
- Viví desde mi infancia hasta el fin del Liceo a doscientos metros del mar en el barrio El Morro de Iquique. Mi vecino era arponeador de albacoras… El patio trasero del barrio lo eran las playas donde aprendimos a caminar y nadar a lo "perro", a jugar a las escondidas, pololear, mariscar, hasta fumar los primeros cigarrillos Turf.
Podíamos leer el mar y sabíamos cuando los embanques ascendían colocando a los locos sobre los roqueríos a la mano del "chope" y esas "bajas" memorables que nos mostraban las manchas rojas de los erizos que nos esperaban amistosamente. Sí, "la mar" fue para nuestra "patota" de amigos una amiga inolvidable…
¿Cuál es la principal enseñanza que le dejaron sus padres?
- De mi madre criada en un pueblo salitrero aprendí que sólo el trabajo enaltece y que estudiar es otra forma de trabajo que da satisfacciones en el futuro y, de paso, "encomendarme" cada 16 de julio a la "Chinita" del Carmen de La Tirana para que escuche nuestros "tratos". De mi padre, su célebre frase cuando yo hacía algo bueno: "Con su deber no más cumple".
¿Qué recuerda de sus años de estudiante?
- De mi escuela primaria Santa María la enorme calidad de esos heroicos profesores normalistas; del Liceo de Hombres, a todos sus profesores(as) que me "civilizaron". Créanme que estando en el 6º año dicté clases de historia a los alumnos de 1º año que carecían de profesores y fui Presidente del Centro de Historia José Toribio Medina, cuyo lema era: "El éxito por la constancia". Ese es mi comienzo. Ingresé al Departamento de Historia de la Universidad de Chile… allí estaba tras la búsqueda de la historia más larga…
¿Cómo y por qué decidió dedicarse a la arqueología?
- En Iquique había un farmacéutico aficionado a la arqueología que me mostraba objetos prehispánicos: los podía tocar y Bertie Humberstone, un ingeniero filántropo, me prestó unos libros de excavaciones en Egipto, pero ya antes habíamos creado entre amigos un Club de Exploradores y por las caletas al sur de Iquique vimos cementerios prehispánicos revueltos por antiguos saqueadores: allí se me juntaron demasiadas preguntas.
¿Cuál es el hallazgo que más lo impresiona?
- No es fácil elegir las excavaciones más importantes. Pero, hubo un pequeño y gran registro al comienzo de mis investigaciones en 1961, cuando, excavando en el cementerio preincaico del valle de Quisma, en Pica, al brochar el cuerpo de un adulto momificado por la sequedad, apareció a su lado una ofrenda excepcional. De súbito, un colorido rojo impresionante de plumas de un guacamayo, traído desde las selvas del oriente boliviano. Estaba ante mí como dormido. Surgió así mi primera pregunta sobre el tráfico de objetos, alimentos, aves y otros recursos por vías caravaneras. Recién en 1984 defendí mi tesis Doctoral en Tokio ,precisamente sobre la importancia del tráfico caravanero.
¿Cuál es el espacio de esta región que más le gusta?
- Cuando los compañeros atacameños construían mi cabaña en el ayllo de Conde Duque, me dijeron: "Le haremos un balcón frente al Licancabur para que nunca se olvide de los atardeceres de San Pedro de Atacama". Tenían toda la razón. Además, aquí radica nuestro Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo, UCN.
¿Qué debiéramos aprender las personas, que no enseñan en ninguna parte?
- Hay tantos saberes que surgen y se esfuman y que deberíamos aprenderlos más temprano que tarde: cómo cuidar nuestra biología, el lenguaje, las culturas, los juicios de valor, la naturaleza marina, terrestre y celestial, la igualdad racial y social. El reconocimiento, respeto y apoyo a los pueblos originarios y los cordones marginados, la búsqueda de los valores sustentados en los méritos. ¿Por qué cerraron las clases de filosofía? y lo mismo pasó con la educación cívica. El culto a las llamadas ciencias "duras", aquellas orientadas al desarrollo económico, es reverenciado ante la ausencia deliberada de las ciencias sociales. Seguramente que lejos de ser "blandas", su ausencia en donde se decide cómo debería ser este país, nos ha llevado a "descubrir" que no éramos lo que se creía que éramos… no más.
¿Qué libro recomienda y por qué?
- Entre mis libros favoritos puedo mencionar uno de mi padre, un empleado medio anarquista: "Los miserables" de Víctor Hugo. Otro que me marcó como estudiante universitario la diversidad física, social y cultural de Chile, fue el libro: "Chile o una loca geografía" de Benjamín Subercaseaux, quien fuera después mi amigo. De Latinoamérica: "Cien años de soledad" de Gabriel García Márquez. Y para estos tiempos, medio apagados, las luces de la rebeldía de Pablo Neruda en su "Canto General", y el espíritu ardiente de Vicente García Huidobro en su "Altazor". En la región, me quedo recordando a mis amigos poetas Mario Bahamonde y Andrés Sabella.