Orfandad política
En política no sólo importa el análisis comparativo, sino también los estudios de casos que nos dan cuenta de las debilidades que expresan nuestras sociedades contemporáneas, estas democracias incompletas que sólo 'suturan' prácticas débiles que, como dijo el ex Ministro de Salud, Jaime Mañalich, se caen como castillos de naipes. Es el caso de nuestra gobernanza de la Pandemia, que mientras lideramos el proceso de inoculación (OMS, 01/04/2021) , fallamos en la capacidad para controlar los contagios. Esta situación ha sido criticada vergonzosamente por medios internacionales (The Washington Post, The New York Times) y por lideres/as mundiales (Dr. Eric Feigl-Ding de de Harvard y Johns Hopkins y primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon). Pareciera ser entonces que el actuar político del país fuera puro cartón pintado, y que como bien versa la obra de Shakespeare habría Mucho ruido y pocas nueces (1612).
Una columna anterior (El Mercurio de Antofagasta, 24/05/2020) daba cuenta de la incapacidad institucional que poseen nuestros poderes estatales para cuidar a sus ciudadanos/as, argumento que yo sostuve sobre la idea de 'Estados Tóxicos'. En este escrito, uso la expresión 'orfandad política' (Lola García, La Opinión de Murcia, 27/09/2017) para referirme al total abandono que existe desde el Estado chileno hacia los temas-país más importantes y, por supuesto, en favor de la población. Aquí también podemos ejemplificar a través de la gestión del actual gobierno y su ayuda social que ha dejado de lado a un número importante de gente necesitada, y la tramitación de estos apoyos se han convertido en un verdadero 'Laberinto de Cnosos' (Creta). La leyenda cuenta que Dédalo construyó el laberinto para esconder al Minotauro, y que cuando se perdía una guerra en contra de Creta, se debían enviar siete doncellas y siete varones en la flor de sus juventudes para ser devorados/as por el Minotauro. En un estado que ofrece orfandad política, los poderes de éste se convierten en un perfecto minotauro.
Este viernes recién pasado cinco jóvenes detenidos por las revueltas del estallido social tuvieron la audiencia para la preparación de sus correspondientes juicios. Más de un año, estos jóvenes han estado presos a la espera agónica de un juicio justo, que además muestre pruebas más fundamentales de su implicancia o inocencia más allá de la ropa que vestían o las zapatillas que calzaban.
Mi estudio de caso, en esta oportunidad, es Freedom Astorga, cuyo nombre extrañamente grita desde el simbolismo más evidente la necesidad de libertad. Este joven fue acusado de asaltar y robar a un carabinero en diciembre de 2019 en el contexto del 18/O. En cinco oportunidades los tribunales han rechazado el levantamiento de la prisión preventiva, y hoy ya casi cumple un mes en huelga de hambre, cosiéndose sus labios para no ingerir alimentos o líquidos. Este último gesto semiótico de su boca suturada nos restriega en la cara nuestra incapacidad de generar conductas de protección y cuidado hacia nuestros/as jóvenes, nos muestra la indiferencia de un Estado Tóxico, que mira hacia el lado, y cuyo poder judicial 'minotauro' obliga a que nuestra juventud silencie las atrocidades de las injusticias sociales. El padre jesuita Felipe Berrios, dice que Freedom, "… Representa a muchos jóvenes que están desesperados, y no los juzgan porque las pruebas son muy débiles" (Cooperativa, 02/04/2021).
Un grupo de antofagastinos/as lanzamos esta semana la campaña "Debido proceso para presos del estallido social en Chile" en conjunto con la ONG Change.org. Queremos involucrar a Amnistía Internacional y a todas aquellas organizaciones globales que nos ayuden en la aplicación del derecho internacional para el respeto al Estado de derecho y juicios justos a quienes están imputados por la crisis social del país que se desencadenó en 2019, y que el año de la Pandemia (2020) ha dado la razón. Las instituciones no han hecho un mea culpa del contexto que se vivió durante el estallido social, y que entre tantas consecuencias tenemos jóvenes, presos políticos (o no), con medidas cautelares, restrictivas o privativas de libertad. Tenemos que exigirle a nuestro Estado Tóxico y a nuestras 'instituciones minotauros' que no inmolen a nuestros/as jóvenes, ya sacrificados por su condición de precariedad social y educacional, por años de vejaciones socio-económicas y de vivir en el mundo paralelo del no privilegio. Freedom y los demás jóvenes merecen un trato justo, equitativo y humano desde el Poder Judicial y el Ministerio Público.