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Datos preocupantes del coronavirus

El covid-19 y todo lo que implica, no es sólo un problema sanitario, no puede leerse apenas desde esa perspectiva. Hay factores más profundos que agudizan la crisis. también inciden la disciplina y respeto a la ley de las personas, lo asertivo de nuestras autoridades y políticas públicas y de las condiciones más o menos objetivas de las que se beneficia la población.
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Los indicadores del coronavirus en la Región de Antofagasta son inquietantes, porque a la cifra de contagiados, muertes, trasladados a otras regiones y baja cifra de vacunados, debemos agregar la alta tasa de hospitalización entre los infectados.

Es muy llamativo el fenómeno que afecta a la zona considerando estos números generales, lo que puede tener causas diversas vinculadas al equipamiento médico que tienen los hospitales de la zona, especialmente Antofagasta y Calama, la calidad de los equipos humanos de los mismos recintos, la falta de especialistas, las características de los habitantes de la región y las características mismas del territorio, entre tantos otros. Estos deberán ser analizados.

Por otro lado no cabe duda que las condiciones materiales en las que habitan amplios sectores de la ciudadanía repercuten negativamente en el resultado observado. En la capital regional, por ejemplo, el hacinamiento, la creciente cifra de campamentos, la carencia de espacios o bienes de uso público del sector norte, por sobre la línea férrea, seguramente repercuten en los niveles de contagio del virus, indicadores que no se observan por ejemplo hacia el sur de la ciudad, donde el confort general es mejor.

Que tengamos estos tales resultados debe ser un campanazo en relación a lo que estamos haciendo como sociedad en distintos planos. Antofagasta, como región, tiene enormes posibilidades por las riquezas que tiene, sin embargo lo público ha cometido errores y omisiones que terminan repercutiendo en la calidad de vida de las personas.

Asimismo, hay también un problema de civilidad y autocontrol, sumado a una desconfianza en las instituciones que también termina repercutiendo. Ese desborde

El covid-19 y todo lo que implica, no es sólo un problema sanitario, no puede leerse apenas desde esa perspectiva, porque también es revelador del tipo de personas, con mayor o menor disciplina y respeto a la ley, que le dan vida a la sociedad que tenemos, de lo asertivo de nuestras autoridades y políticas públicas y de las condiciones más o menos objetivas de las que se beneficia la población en materias de calidad de vida.

Ensayo desde el futuro: armonía de género

"Quizás también me caerán demasiadas lágrimas al recordar que algunas de mi propio género no creían en sí mismas". Marcela Maldonado, Fundadora de Heroínas
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Espero que este texto sólo sea parte del anecdotario costumbrista de los albores del 2021 y quede como un testimonio de un errático sistema donde la igualdad de género era una quimera y la corresponsabilidad era una palabra ignorada; que éramos seres básicos y primitivos tratando de sublimar la sororidad, cuando en este nuevo "mundo de avanzada post-pandemia" ya habremos internalizado que la mujer es la piedra angular, la matriz y la co-creadora del equilibrio en la balanza multidimensional de nuestro país.

Me sitúo en una década futura, cuando mis hijas -el universo me premio con tres mujeres- tengan entre 40 y 22 años, mis nietos sean adolescentes y yo esté vislumbrando la tercera edad. Me miraré en el espejo y sonreiré melancólicamente recordando pasajes de mi juventud, donde tenía que justificar mi jefatura en una empresa y recibir menos sueldo que mis compañeros con menos preparación que yo.

Quizás también me caerán demasiadas lágrimas al recordar que algunas de mi propio género no creían en sí mismas, ni en sus pares, ni en la potencia de género, invisibilizándose en una cúpula craquelada de tanto miedo y furia interior. Pero en esta época desde la que escribo, ya ellas superaron sus angustias y se dedicaron poderosamente a incentivar en sus hijas e hijos, la igualdad de oportunidades, tareas compartidas en el hogar y a sostenerlos en sus elecciones individuales, ya sea de educación, diversidad y colaboración. ¡Mira que bien, ya logramos entender desde nosotras mismas que somos sobrevivientes investidas con el liderazgo que la sociedad por fin nos concedió¡, ¡esto no podemos perderlo nunca más, ya no hay patriarcado ni matriarcado, ahora todos estamos en una cima sinérgica, armónica y pacífica!

Cuando ya me deje el pelo blanco y largo como mis ancestras Geraldina, Luisa, Berta y Florentina, me voy a sentir orgullosa, porque le contaré a mi descendencia que en este mundo extraño del 2021 pude poner un grano de arena mágico, re-escribiendo junto a un consejo de sabios, la principal norma de nuestro hermoso país, una Constitución legítima, que releva la equidad de género, los derechos de las niñas, los niños y los adolescentes, subsidiando nuestras principales y fundamentales necesidades en salud, educación y respeto por quienes ya habremos jubilado.

También miraré con admiración a todas aquellas mujeres que se sumaron al "movimiento re- evolucionario" que fundé en octubre de 2008: "Heroínas". Sublimaré a cientos de ellas que creyeron en mi palabra y que pudieron mostrar sus éxitos, fracasos y resiliencia en esa época de antaño, donde teníamos que convencer a la mayoría que sí éramos capaces de forjar un círculo virtuoso y asociativo de emprendimiento y que no era un juego de "niñas taimadas", si no que era una realidad.

Hoy me vestí de verde y morado, no me maquillé y escucho canciones de esa época, parece que suenan "Las Tesis"…, a mí me gustaban, porque me emocionaban y las podía interpretar de distintas formas, no solo en su propia literalidad. Hoy escribo desde el futuro, esperando que el camino recorrido, la energía invertida y el espíritu de cambio verdadero nos rodee con honestidad y real capacidad de ejecución. Realidades, no palabras, eso esperamos desde esta próspera dimensión.

Un 8M en medio de la pandemia

"¿Cuántos 8M tendremos que conmemorar para que se reconozca que más del 50% de la población es discriminada?". Karla Escobar Martínez, Abogada del Programa de Género y Equidad de la UTEM
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Este 8M se conmemora el Día Internacional de las Mujeres, mientras recordamos que hace un año atrás el Covid-19 se instalaba en Chile, dejando hasta la fecha una estela de consecuencias físicas y mentales, pero asestando también un duro golpe a las mujeres, lo cual ha sido definido por la CEPAL como "un obstáculo para el logro de su autonomía".

En este tiempo, muchas mujeres han visto incrementado sus trabajos, tanto remunerados como aquellos que no, y miles quedaron cesantes, aunque no desocupadas, sino asumiendo extensas jornadas de trabajo doméstico, ya fuera cuidando a sus hijos/as u a otras personas en casa; accediendo a trabajos informales para contar con dinero y muchas, además, cumpliendo labores comunitarias y de apoyo, como cocinar en las ollas comunes de los barrios.

Pareciera que las mujeres siempre hemos vivido en crisis, pues a un año de la llegada de la pandemia, las tareas de cuidado se han vuelto continuas, la cesantía de mujeres jefas de hogar se ha incrementado, las ollas comunes continúan, lo que demuestra la fragilidad en que se ha sostenido la inserción de las mujeres en el mundo laboral desde siempre, enfatizando, además, que estas tareas nunca han tenido fecha de término.

Por otro lado, según cifras de la Red Chilena Contra la Violencia Hacia las Mujeres, en el año 2020 hubo 58 femicidios, 3 suicidios feminicidas y 6 asesinatos por Violencia Femicida. Cifras dolorosas y alarmantes, que tuvieron un matiz particular debido a las circunstancias en que estos crímenes se cometieron, en medio de la pandemia y con mujeres que han estado obligadas a compartir el mismo espacio con sus agresores.

En este 8M tampoco debemos olvidar a todas aquellas que han estado y están al frente de la batalla contra el Covid-19. Trabajadoras del sector de la salud, médicas y científicas; a quienes permitieron que los servicios básicos siguieran operando; a las que lideran organizaciones de apoyo a las comunidades más vulnerables; a las que coordinan el trabajo solidario de las ollas comunes; a las cuidadoras de personas mayores, de personas en situación de discapacidad, de niños, niñas y adolescentes, en fin, a aquellas que en esta pandemia han debido aumentar sus esfuerzos debido al rol asignado socialmente.

Dentro de este panorama se conmemora el Día Internacional de las Mujeres en Chile. Un día donde nuevamente las mujeres debemos seguir exijiendo el reconocimiento de nuestros derechos desde y en todos los espacios, por el respeto a las diversidades y por fortalecer la corresponsabilidad, visibilizando y revalorizando el trabajo de cuidados, y por supuesto nunca perdiendo de vista la imperiosa necesidad de habitar espacios libres de violencia.

¿Cuánto tiempo más tendrá que pasar para que se reconozcan los derechos de las mujeres?, ¿Cuántos 8M tendremos que conmemorar para que la sociedad se haga cargo de que más del 50% de la población es permanentemente discriminada?

Anhelo el día en que ser mujer, deje de ser un riesgo.