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Informalidad en los empleos

Uno de cada cuatro empleos que la región ha recuperado es informal, por eso el desafío de este año debe ser en buena medida cualitativo. La región si bien ha mejorado, sigue teniendo 24 mil ocupados menos y 13 mil desocupados más y las personas inactivas aumentaron en 28 mil en relación a los niveles prepandemia.
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La escena laboral local muestra señales de cierta recuperación, pero continúa afectada por la pandemia, y la última cuarentena -plenamente justificada desde del punto de vista sanitario- complicó aún más la situación de miles, por cierto.

En su última edición, el Boletín Laboral CEPR, elaborado por la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, mostró que en el peor momento de la crisis (mayo, junio y julio de 2020) Antofagasta perdió un 16,4% de ocupación, lo que significa aproximadamente unos 52 mil empleos menos que en sus niveles prepandemia.

Sin embargo, si se compara el trimestre móvil octubre-noviembre-diciembre de 2020 con el mismo periodo de 2019, se observa que la región es una de las que ha experimentado una recuperación del empleo más acelerada en el país, aunque todavía se encuentra un 7,7% por debajo de sus promedios.

En el detalle, la región si bien ha mejorado, sigue teniendo 24 mil ocupados menos y 13 mil desocupados más; las personas inactivas aumentaron en 28 mil; y la tasa combinada de desocupación (desempleados más inactivos) está en 23,2%, 10 puntos más elevada que en 2019.

Es obvio colegir que la desocupación sigue siendo un problema importante en la región, acrecentado por el reciente periodo de confinamiento, que sin duda quedará reflejado en los próximos informes.

Hoy uno de cada cuatro empleos que se recupera en la región es de carácter informal, es decir, se trata de una ocupación precaria, insegura y de mala calidad, justificada sólo en función de la emergencia.

Por ello, el desafío para 2021 no es solamente recuperar empleo, sino también avanzar en la calidad y formalidad de los mismos.

Desde el punto de vista de los trabajadores, la formalización supone otorgarles derechos y cobertura de protección social, pero también reconocer su

participación como actores en la relación laboral.

Hoy una parte de estos informales está en condiciones de vulnerabilidad laboral, desarrollando actividades de supervivencia y sobre todo con esta fracción hay que tener especial consideración.

Catalina en llamas

"El pensamiento de la diputada Catalina Pérez, con su mensaje de Instagram, ya nos quedó muy claro". Héctor Martínez, Periodista
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En Panguipulli un carabinero disparó su arma de servicio y dio muerte a un malabarista que se negó a un control de identidad y se abalanzó contra los policías blandiendo dos sables con los que ejecutaba su acto de malabarismo. Posterior a ello, en repudio a la muerte del malabarista, una turba enardecida atacó la comisaría, quemaron el edificio de la municipalidad y el servicio de Registro Civil, entre otras dependencias.

Tras los graves acontecimientos la presidenta de Revolución Democrática, diputada Catalina Pérez, escribió en instagram "En Chile la vida de un pobre no vale nada ¿Cómo no quieren que quememos, todo?", justificando así los daños provocados en Panguipulli y, de paso, validando, también los atentados incendiarios que, desde el 18 de octubre de 2019, se sucedieron en el país.

Sus declaraciones quemantes -por cierto que nunca el adjetivo calzó mejor- fueron rechazadas por el gobierno y sectores de la oposición, se le tildó de irresponsable, de incitar al odio y a la violencia, casi igual que a Donald Trump, aunque expresen una alta carga de sinceridad y "el ser veraz (sincero) en todas las declaraciones es, pues, un sagrado mandamiento de la razón, incondicionalmente exigido y no limitado por conveniencia alguna", señala Kant y, también, las redes sociales dicen apreciar de un político.

Porque ocurre que la diputada Pérez, así como varios otros, que lo murmuran sotto voce, porque sería políticamente incorrecto decirlo a viva voz, creen que para transformar el país es válido quemar edificios públicos y privados, mentira hubiese sido, entonces, que por los actos vandálicos en Panguipulli, la diputada dijese lo contrario.

Más aún si le sucede a Catalina, y a algunos de sus socios, lo que Umberto Eco señala en su ensayo La llama es bella: "el fuego hipnotiza y es, por lo tanto, el primer objeto y fundamento a la vez de la fantasía". Y si para Eco "el fuego se presenta de inmediato como instrumento de toda transformación y cuando se desea que algo cambie, se apela al fuego", lo que propone la diputada Catalina Pérez, desde su particular punto de vista, no estaría equivocado.

Tiene algo de mesiánico la afirmación de la diputada sobre todo si "en el fuego se ponen enseguida en evidencia las contradicciones fundamentales de nuestra vida, es elemento que da vida y elemento que da muerte destrucción y sufrimientos, es símbolo de pureza y purificación, pero también de inmundicia, porque produce cenizas como excremento", como agrega el semiótico italiano.

Pero, a diferencia de Heráclito, contradictoriamente apodado el Oscuro, no obstante para él el fuego -que es brillo y luz- es el arjé o principio de todas las cosas, el pensamiento de la diputada Catalina Pérez, con su mensaje de Instagram, ya nos quedó muy claro.

No es necesario que confiese ser fans de Foo fighter, ni que en su play list figure Dame fuego de Sandro, ni que una de sus películas preferidas sea Carros de Fuego o que Nerón sea su personaje histórico predilecto.

Ni que sueñe con ver el país arder por los cuatro costados y ella en medio de la marcha portando la llama de la libertad, sino tan solo que la diputada Pérez, ni de niña debió creer que es peligroso jugar con fuego, porque uno puede resultar quemado.

Las vacunas, grandes aliadas de la humanidad

"Los principales desafíos con respecto a las vacunas radican en contrarrestar la desinformación y desconfianza". Osvaldo Artaza, Decano Facultad de Salud y Ciencias Sociales. Universidad de Las Américas
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Hay consenso en la comunidad científica de que las medidas que han tenido mayor impacto en la salud han sido las vacunas, el agua potable y la educación. Las vacunas no solo evitan millones de muertes, sino también generan enormes beneficios en las economías de los países.

Las vacunas son cada vez más seguras y confiables, gracias a los exigentes estándares requeridos para ser autorizadas. Y no son sólo cosa de niños, ya que se utilizan en la edad adulta, para evitar la reemergencia de enfermedades, para problemas estacionales como la influenza, o ante nuevos problemas tales como la pandemia de COVID-19.

Los principales desafíos con respecto a las vacunas radican en contrarrestar la desinformación y desconfianza que dan base a los grupos antivacunas, cuyos argumentos suelen ser más emocionales que racionales. Y en lograr que la capacidad de investigar, producir y acceder a estas fundamentales herramientas para la vida humana, estén universalmente distribuidas y no sólo concentradas en los países poderosos.

Difícilmente un país como el nuestro podrá generar y sostener dicha capacidad de manera aislada, por lo que deberemos buscar alianzas entre gobiernos, empresas y universidades, más allá de nuestras fronteras, en búsqueda de soberanía en tan importante ámbito.

Nuestro país, a través de la atención primaria ha demostrado históricamente una enorme capacidad para implementar planes de vacunación. Es hora de deponer cualquier interés particular para sumarnos de manera entusiasta a este nuevo logro de nuestra salud pública, recordando que mientras no logremos que se vacune al menos al 80% de la población, tendremos que seguir extremando las acciones que han demostrado éxito ante la pandemia, mejorar la trazabilidad, el apoyo a las familias, el empleo seguro y la comunicación de riesgo para que las medidas sanitarias se respeten, pese al evidente agotamiento. No cabe otra cosa que llamar a vacunarse sin descuidar el cuidarnos entre todos.