Fuertes cambios demográficos
Las familias tienen cada vez menos hijos y más tardíamente. Lo sorprendente es cuán rápido se ha producido este cambio... Apenas en algunas décadas. La Región de Antofagasta no ha escapado a este fenómeno, en línea con Occidente. Debe recordarse que salvo por el arribo de inmigrantes, la zona habría perdido población.
Si en 2010 la mayoría de los partos se registraba en mujeres de 20 años, en la actualidad, la edad promedio del grueso de las progenitoras se acerca a los 31 años. Se trata de un dato impresionante que da cuenta de al menos dos fenómenos analizados varias veces: la postergación de la maternidad y la disminución de nacimientos, tendencias que se observan en la Región de Antofagasta, al revisar las estadísticas del DEIS del Ministerio de Salud.
Hoy por hoy, de los 7.156 (2.860 menos que el 2010) nacimientos registrados en la región, parte importante de ellos corresponden a mujeres que tienen cerca de los 30, siendo los 31 años la edad que alcanza el mayor número con 429, seguida de los 27 años con 428, y 28 años con 425. La edad promedio de las madres fue de 28 años.
En tanto, el 2020 los nacimientos de madres con 20 años fue de 255, un número mucho menor al registrado en igual edad el 2010 (542).
Otros datos interesantes son los referidos a la escolaridad de las progenitoras: del total de nacimientos el año pasado, un 54,5% de ellos (3.903) corresponden a mujeres con educación media, seguida de 2.819 (39,3%) con estudios superiores y 318 (4,4%) con estudios básicos y primarios. Una realidad muy diferente a la del 2010. Ese año de los 10.016 nacimientos, 6.257 correspondieron a mujeres con educación media (62,4%); 2.774 con estudios superiores (27,6%) y 956 a básicos y primarios (9,5%).
Esto confirmaría ciertas impresiones generales, como el abandono del matrimonio y la maternidad, por sobre otros desarrollos personales/individuales como los estudios, el trabajo o el placer.
No se trata, por cierto, de algo que pueda ser medido en términos de bueno-malo, o correcto- incorrecto. Se trata de una situación distinta. Los chilenos tienen menos hijos y más tardíamente, cuestión que sí es muy diferente a lo ocurrido a lo largo de la historia humana.
Por cierto, hay un cambio cultural enorme: el simbolismo de la maternidad va en caída, mientras emergen otros ya citados y eso impacta en los núcleos básicos y en la sociedad general.