Son varias las empresas internacionales de comunicaciones que hoy desarrollan proyectos que pretenden dotar de conectividad a internet al planeta completo. SpaceX y su constelación de satélites Starlink es la más conocida, pero también Amazon y OneWeb trabajan activamente en poner en órbita, en escala de pocos años, varias decenas de miles de satélites. En base a los permisos de puesta en órbita que estas empresas han presentado en EEUU, esperamos que hasta unos 100.000 nuevos satélites orbiten la Tierra en menos de 10 años. Eso es 10 veces más que la cantidad total de satélites enviados desde 1957 hasta hoy.
Naturalmente esto tiene un efecto en los estudios astronómicos. Los satélites no son opacos, brillando en luz visible y también en luz no visibles pero detectable por los sensores de los observatorios astronómicos. Esta luz es detectada como trazos que surcan las imágenes astronómicas, dificultando su análisis o incluso pudiendo "sobreescribir" la luz de un descubrimiento, con lo que lo perdemos para siempre. Si bien se ha establecido un diálogo entre la comunidad astronómica y las empresas satelitales, los primeros experimentos de hacer menos brillantes los satélites no han funcionado y queda mucho por hacer.
En octubre participamos de una conferencia organizada por la Unión Astronómica Internacional (IAU) y la Organización de Naciones Unidas a fin de generar una serie de recomendaciones sobre cómo abordar este problema. El Observatorio Ckoirama, de la UA, jugó un rol muy importante en generación de estas recomendaciones, las que IAU publicó en https://www.iau.org/news/announcements/detail/ann21002/ Nos hallamos ahora a la espera de las gestiones diplomáticas para que los Estados Miembros patrocinen el documento ¡el que podría transformarse en un acuerdo de alcance mundial!
Eduardo Unda-Sanzana es Director del Centro de Astronomía de la U. de Antofagasta, www.astro.uantof.cl