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Cuarentena, un remezón a las expectativas

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Acaban de salir los resultados del último Indicador de Percepción Económica Regional, IPER, estudio que realiza la Universidad Andrés Bello, la CPCC y EY, y los ejecutivos de las empresas de la región tienen expectativas positivas para este 2021. Los resultados son muy esperanzadores en términos de empleo, desempleo, inversión, crecimiento entre otras variables, y nos dejan con un resultado muy similar al de junio de 2019, tiempos muy distantes a pandemia y estallido social, el IPER de diciembre 2020 se empina en los 53 puntos, muy superior a los 32 de julio pasado (el peor de la historia de esta medición).

Variables a destacar son que el 57% de los ejecutivos de la región señalan que el empleo se mantendrá y un 27% son más osados señalando que se incrementará; apenas un 32% de los encuestados cree que el desempleo aumentará; el 40% cree que Chile crecerá por sobre los 4 puntos, de hecho, el 8% cree que será mayor al 6%. El 31% de los empresarios y ejecutivos encuestados señala que aumentarán sus inversiones y un 35% que las mantendrán respecto a lo invertido el 2020.

Este resultado conversa con las proyecciones del Banco Central, en que en su último IPOM señala el 2021 como un año de crecimiento, antesala de una plena recuperación a niveles de septiembre de 2019, para el 2022.

Inyecciones de optimismo hemos tenido, la llegada de la tan ansiada vacuna. El crecimiento de China el 2020 a diferencia del resto del mundo, hacen que el cobre llegue a los mejores precios desde hace 8 años, y un alza en las exportaciones del metal rojo en un 8% respecto al 2019. Este 2021 debería mantener un precio al alza, por mayor crecimiento de nuestro principal socio comercial que resulta ser el mayor consumidor de cobre del mundo, y que se puede traducir en que la producción de cobre crezca a un ritmo menor que el del consumo, con la respectiva implicancia en su precio.

Que Chile salga citado como uno de los dos países con mejor plan de inversión en infraestructura también alimenta la expectativa, pues supone que ese gasto publico atrae capitales privados y genera empleo. Que se haya recuperado 1/3 de los empleos perdidos por la pandemia a nivel nacional en el último trimestre claramente tiene ribetes de esperanza.

Pero recordemos que el crecimiento va de la mano de la movilidad, el recuperarla para los principales territorios económicos de nuestra región es tarea de todos, somos todos responsables de cuidarnos y cuidar al resto, pues la economía se basa precisamente en que podamos generar transacciones entre nosotros, las cuarentenas no suman a este propósito y la irresponsabilidad de algunos puede tener costos muy altos para el resto.

Independientes

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Ya lo decían varias encuestas: la gente quiere que la Convención Constitucional sea integrada por independientes. Gente como uno, respondían los consultados en Pulso Ciudadano, de Activa Research, a principios de noviembre. Los independientes escucharon y se candidatearon; el 11 de este mes el Servicio Electoral registró más de 2.300 inscritos no pertenecientes a partidos políticos, de un total de 3.339 nombres. Para respaldar las candidaturas de esos numerosos independientes, los chilenos entregaron cerca de 500.000 firmas electrónicas. Un acontecimiento nunca antes visto.

Pues bien, si la ciudadanía aprovecha inteligentemente esta situación, la irrupción de los independientes puede cambiar el tono y la dirección de la política chilena. Si así fuera, es muy probable que este fenómeno no vaya a terminar con la elección de constituyentes el próximo 11 de abril. Me parece que, como están las cosas ahora, en la Convención Constitucional ninguna de las coaliciones de partidos tradicionales va a lograr el cuórum de 2/3 para aprobar una nueva Constitución. Por lo tanto, los partidos políticos tendrán que ponerse de acuerdo con los independientes para aprobar los diferentes temas y propuestas. A mayor número de independientes, mejores posibilidades tendremos de crear una Constitución moderna y visionaria, sin las "cadenas" que nos atan a un pasado militarizado y poco inclusivo.

Este respaldo masivo de la gente obedece al deseo de encontrar rostros nuevos y dejar atrás las opciones más retrógradas, o menos lúcidas, que a menudo ofrecen los partidos políticos. Las personas hoy están demandando propuestas que tengan un correlato con la realidad, con las tribulaciones y problemas que enfrentan a diario, en la vida cotidiana. Y esta es la gran diferencia existencial que las chilenas y los chilenos tienen actualmente con la visión del mundo político, centrada exclusivamente en una conveniencia percibida como ególatra, egocéntrica e interesada.

Por supuesto que en la convención tienen que haber nombres conocidos, ojalá que sean personajes más bien lejanos a la política tradicional; pero también debe producirse un tiraje importante a la chimenea. Tienen que salir nombres nuevos, rostros nuevos, jóvenes, mujeres, personas ligadas al trabajo social, a la educación.

Pero es primordial que al interior de esta asamblea tengamos constituyentes que conozcan el Estado, porque es ahí donde debemos hacer el gran cambio. Aquellas personas que piensan que vamos mejorar la salud, las pensiones o la educación, sin realizar modificaciones fundamentales para modernizar el Estado, se equivocan. Por lo tanto, necesitamos gente con estos conocimientos; académicos, profesionales, jurisconsultos. En la Convención Constitucional las ideas son muy importantes. Sin embargo, no tener ataduras prejuiciadas, es más.