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ENTREVISTA. Eugenio Tironi Barrios, sociólogo y escritor:

"Yo creo que se quiere mayor protección, menos abusos y una autoridad más cercana"

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V. Toloza Jiménez

El sociólogo y escritor Eugenio Tironi sostuvo hace poco que el mundo estaba entrando en una transformación importante del capitalismo.

El investigador es uno de los que más ha dedicado tiempo a la reflexión respecto de cómo se mueve la sociedad nacional y los chilenos.

Su último libro "El desborde" aborda el estallido, causas y comprensión, algo de lo cual parece carecer buena parte de la clase política nacional.

¿Cómo define el modelo económico social que tiene Chile desde los 80 o 90?

- No me gusta mucho la noción de modelo porque lo que tenemos en Chile no es exactamente eso; es una especie de compost, una mezcla de cosas que se han venido componiendo en el tiempo, que se han venido transformando. Un modelo responde a una teoría, a un diseño exante, elaborado en una burbuja o en una torre de marfil. Lo que tenemos no es esto. En cualquier ámbito. Por ejemplo, en el sistema político. Es un híbrido. Es presidencialista, pero es un presidencialismo coartado, que de facto se enfrenta a un régimen parlamentario porque se le introdujo una dosis de proporcionalidad en el sistema electoral con lo cual cambió su naturaleza.

Otro caso es el sistema de pensiones. Es cierto que es de capitalización individual, pero se le introdujo una pata solidaria, que no es nada de menor, al punto que el aporte del Estado es mucho mayor que en sistemas que son enteramente de reparto. Entonces también es un híbrido. Y así uno podría seguir.

Sí es cierto que es un modelo que descansa en una industria extractiva, pero esta es una industria que tiene un nivel de especialidad, de valor agregado y sofisticación que no es menor, es bastante alto. Es por eso que esta idea de que la industria se puede ir a Perú a Zambia, o no sé dónde, porque allá hay mejores leyes o son más acogidas por las autoridades de turno, termina en nada porque hay mucho conocimiento aquí. Y si esto es válido para la industria minera, también lo es para la forestal, la salmonicultura, la agro-industria. Lo de extractivista, así de golpe, como un insulto, no me lo compro.

Si hay algo característico de nuestro modelo o sistema, o como queramos llamarlo, es la iniciativa entregada al sector privado, que es el principal agente económico. Yo creo que ese es un rasgo muy propio, porque pone una cortapisa a la participación del Estado. Este es un Estado que se contenta con funciones regulatorias, las que por lo demás no ejerce muy bien. Con poca musculatura y mucha grasa.

Otra característica es que tenemos un mercado de capitales muy abierto, muy libre y ese es un valor muy importante. Por un lado, permitió la gestación de grandes conglomerados que hoy día son multinacionales, pero también ha permitido la expansión del crédito hipotecario, del consumo, de la escolaridad. Esto último, hay que recordarlo, no es indiferente al mercado de capitales o de la capitalización individual de las AFP. Sin este recurso no tendríamos el boom inmobiliario ni de automóviles.

También está la provisión de bienes públicos por parte de los privados, por ejemplo en la salud y la educación. Lo peculiar en Chile es que se entregue al ciudadano la opción de elegir. Como los sectores de más altos ingresos prefieren el privado, esto le resta recursos al sector público en forma bastante dramática. Quizás aquello esto lo más peculiar que tiene Chile.

En suma, tenemos un modelo bastante híbrido. Alguien dirá que este sistema surgió bajo el régimen de Pinochet pero eso no es tan cierto, porque este modelo se sigue interviniendo. Tenemos una empresa pública enorme como Codelco… Es difícil encontrar en el mundo una compañía estatal de este tamaño, incluso en países de corte social demócrata. Y áreas tabú, que eran intocables, como los fondos de pensiones, ahora han sido vulneradas.

Aquellos que quieren "cambiar el modelo" están respondiendo a la misma fantasía que tenían aquellos que querían implantar un modelo en los 80. Responden al mismo paradigma: a la idea que se puede ordenar la sociedad en torno a un modelo y que se puede cambiar voluntariamente uno por otro.

¿Qué es lo que está en crisis, entonces?

- La noción misma de modelo. Estos funcionan con sistemas de baja complejidad y la sociedad chilena de hoy es altamente compleja. Además los modelos funcionaban mejor cuando existían ideologías totales, holísticas, que parecían tener explicación para todo.

Lo vemos en la pandemia. El gobierno que ha puesto más dinero en el bolsillo de la gente es el de Donald Trump y el más liberal es un gobierno social demócrata, el de Suecia. La respuesta de Angela Merkel en Alemania fue ahora es completamente distinta a la que tuvo el 2008, lo mismo Europa en general Chile es el gobierno más keynesiano de la región y tenemos un gobierno de derecha.

A lo que voy es que no existen visiones totales que estén enfrentadas entre sí y que sean omni comprensivas y que sean inmodificables, ambas se están modificando todos los días. No existen respuestas ideológicas.

¿Qué significado tienen el 18 octubre y el plebiscito del 25 de octubre en esta discusión?

- Hay tres elementos que están muy presentes. Hay muchos más, pero yo subrayo tres.

El primero es que la gente ya no soporto a la elite y a dirigentes que se escudan detrás de un modelo, de tecnicismos, de ecuaciones, de fórmulas que no se comprenden y que obligan a una vida de autómata, que está siempre en el límite de lo humanamente sostenible.

Porque basta que tenga un pequeño percance, un pequeño accidente y todo el andamiaje se me viene abajo.

El segundo tiene que ver con que este híbrido que llamamos modelo, que descansó en una justificación: el incremento del bienestar material y el aumento de la movilidad social. Y esa promesa se fue debilitando, lo que fue fuente de muchísima frustración y malestar a la que nunca se supo responder. Se respondió con la idea de más educación, pero esa idea era como aplicar morfina a un enfermo. Se prometía que con ella llegaría el bienestar económico y estatus, pero a la hora de responder la gente se empezó a dar cuenta que no conseguían ni prosperidad ni estatus, por lo menos no en las dimensiones que esperaban o que consiguieron sus hermanos mayores o sus padres.

El tercero es una estructura de poder cultural, político, moral, académico, extraordinariamente oligárquico, donde el estatus está mal distribuido y el reconocimiento simbólico también está mal distribuido. Esta fue la segunda fuente de gigantesco malestar. Cuando trataron de incorporarse a las élites y los espacios estaban todos ocupados.

Los chilenos

El autor del libro "La irrupción de las masas y el malestar de las élites", marcó un punto de inflexión a finales de los 90 en la manera en la que leíamos la cultura local. En su opinión, desde entonces, se vivió "la novedad del consumo, la libertad, la democracia y la igualdad como aspiración".

De allí que la caída del crecimiento económico sea tan relevante para explicar lo ocurrido en los últimos años.

Ha escrito mucho de quienes somos los chilenos, pero siempre que queda la impresión de que esa interpretación no logra entenderse por parte de la élite y por parte de quienes toman decisiones políticas. ¿Lo ve así?

- Sí, estoy de acuerdo y no solamente yo: somos varias personas que venimos desde hace mucho tiempo estudiando este fenómeno. Por ejemplo desde mediados del 2000 venimos diciendo de que hay una idea de nación que se está desmoronando y si no hay una idea de nación compartida, será difícil mantener la cohesión. Ojo, que la familia se está desplomando; ojo que la pérdida de religiosidad tiene consecuencias en la sociedad, particularmente con el desplome de la Iglesia Católica; ojo con seguir apostando en la educación de la forma en la que lo estamos haciendo, porque sus rendimientos serán decrecientes, y alguien va a pasar por caja a pedir cuentas y no habrá dinero. Ojo con las pensiones: son una bomba de tiempo; ojo con la expansión de una cultura igualitarista, porque ésta vuelve más intolerables las desigualdades; ojo, con la segregación de la ciudades, porque parece que se protegen los más ricos y esto puede convertirse en Versalles y los muros pueden desbordarse.

Pero el sistema político fue incapaz de tomar en cuenta esto y procesarlo. Un tenue intento de respuesta sucedió en el segundo gobierno de Michelle Bachelet, pero fueron intentos o muy tímidos o que fueron boicoteados desde el interior de la clase dirigente, que hoy debe estar terriblemente arrepentida de haber boicoteado esos intentos de reforma… ¿De reformas de qué? de reformas de lo que llamamos el modelo y que habrían hecho mucho menos traumáticas las cosas. Pero hubo mucha ceguera,

"Tenemos un modelo bastante híbrido. Alguien dirá que este sistema surgió bajo el régimen de Pinochet pero eso no es tan cierto, porque este modelo se sigue interviniendo".