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ENTREVISTA. José Abarza, rector basílica Corazón de María:

"Vivimos en tiempos donde es necesario evangelizar la rabia"

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Jonathan Villella C.

José Abarza, misionero claretiano que en Antofagasta lleva casi dos años, experimentó de cerca las consecuencias del estallido social.

La Basílica Corazón de María, que preside como rector desde diciembre del 2019, ha sido víctima de 13 atentados y episodios violentos. Uno de ellos, ocurrido el 13 de diciembre del 2019, terminó con diversas bancas y figuras religiosas destruidas por un grupo que ingresó al templo.

En entrevista con El Mercurio de Antofagasta, el misionero, oriundo de Linares, analizó la contingencia del último año y exploró los desafíos que hoy tiene la clase política, los diferentes líderes sociales y la Iglesia, para reencontrarse nuevamente con las personas.

¿Qué tan complejo ha sido el último año para la Iglesia, considerando los atentados sufridos desde el estallido social?

- En general, ha sido un año complejo para toda la sociedad chilena, el mundo entero, por el tema de la pandemia. Pero dejando un poco de lado ese tema, nosotros comenzamos con el estallido social, una crisis como país y como ciudadanía. Donde se destapó la botella, fue un champañazo de rabia contenida, de injusticias vividas durante muchísimos años, décadas de un mismo sistema económico, social y político. Décadas de un sistema donde, lamentablemente, a nivel de Iglesia también se encubrieron tantas cosas.

Todo eso resultó en una macedonia de problemas, impotencias y rabias. De injusticias y de cosas que como sociedad fuimos descubriendo y que eran tan fuertes que al final perjudicaban toda una mirada de sociedad, como tal.

¿Cree que todo esta rabia acumulada se manifieste de esta forma, en parte, debido a la desconfianza que existe en los líderes políticos y religiosos?

-Pienso que desde hace mucho tiempo, la sociedad en general vive un sentimiento de orfandad. Todos nos sentimos huérfanos de algo, de líderes por ejemplo. Necesitamos líderes en todo ámbito de cosas, así como cuando de jóvenes somos fans de tal artista y le hacemos caso a nuestros padres, a nivel social político, económico y religioso también necesitamos líderes, necesitamos referentes que nos guíen, y lamentablemente vivimos en una época donde esos referentes están cayéndose constantemente; nuestros líderes políticos, no eran lo que esperábamos.

A nivel eclesiástico, que es parte de mi mundo, también hemos vivido procesos de desencanto. Fueron cayendo, fueron muriendo y desapareciendo grandes figuras episcopales. Pastores de la Iglesia, que empujaron una iglesia distinta que en su momento levantó la voz para defender los derechos humanos en el tiempo de la dictadura o régimen militar, como lo quieran ver. Líderes religiosos que acompañaron y caminaron en un pastoreo distinto.

Luego entramos a la década de los '90 y la primera década del siglo XXI, bajo figuras eclesiásticas que desencantaron bastante, y eso unido al tema de los escándalos sexuales a nivel de Iglesia, la pedofilia y el encubrimiento, obviamente potenciaron ese desencanto. Y si en algún momento la Iglesia chilena tenía un porcentaje de credibilidad, con todo eso, cayó.

Con todo eso, ¿cuál es el mayor desafío de la iglesia?

-Hay que saber evangelizar la rabia. Vivimos en una sociedad que tiene altas tasas de rabia acumulada. Ahora, antes de encantar, creo que lo primero que tenemos que seguir haciendo como Iglesia es acompañar, caminando al lado de ellos, pero descalzos, pisando el mismo suelo, la misma piedra o pedazo de vidrio que puede molestar la piel. Creando una empatía, de acompañar y estar con el otro. Creo que eso es fundamental y lo primero, que se entienda que tu problema es mi problema, que tu dolor es mi dolor.

La Iglesia lo decía allá por el '60. "Los dolores de nuestro pueblo, son también los dolores de nuestra iglesia". Esa iglesia que sabe también acompañar.

¿Qué acciones realiza la iglesia de Antofagasta en este aspecto?

-Nosotros también estamos empezando de cero. Hoy estamos centrados en acompañar, en un trabajo dignificador, a aquellos inmigrantes que van llegando, por ejemplo. Vamos acompañándolos, caminando con ellos. Esa es la política que estamos teniendo hoy. Aun no es como quisiéramos, pero algo estamos haciendo.

Es como dice Jesús: "por sus frutos los conocerás", entonces, bueno, por los frutos de acompañar, de fraternizar y ser empáticos con los demás, creo que recién ahí podrá venir esa credibilidad.

También estamos acompañando y conteniendo a aquellas mamás de estos jóvenes detenidos, como una forma de complementar el trabajo e iniciativa que llevan adelante con estas mamás, el arzobispo y el párroco de la catedral, el padre Marcelo Pizarro. Estamos acompañándolos y tal vez, como un ideal mío, poder ayudarles a solucionar ciertos problemas. Hay mucha impotencia e incertidumbre en torno a este proceso.

¿Qué impresión le merece hayan jóvenes detenidos por el estallido social que todavía no tienen un juicio y están presos?

- Pienso que hay un sistema judicial chileno bastante burocrático. Un sistema judicial que, aunque suene fuerte, es de embudo . A grandes asaltantes del país, se les condona su deuda con una clase de ética, y otros, los más pobres, pagan con cárcel, con privación de la libertad y con un proceso investigativo que es lento, burocrático y que no necesariamente acompaña bien a las personas. Hay muchos elementos irregulares.

¿Cuál es su mensaje para los jóvenes desencantados?

- Todos podemos optar a tener ideologías. Perfecto, somos libres y hay que respetar esa libertad. Pero también están los derechos del otro. Creo que como sociedad debemos buscar caminos de diálogo en conjunto. La cosa no ha sido fácil hasta ahora, pero es necesario ver las cosas con altura de miras, sin recurrir a la violencia. Puedo entenderla, como la explosión de la impotencia, pero no la comparto. Todos queremos una sociedad distinta, y pienso que la Iglesia ahí puede aportar desde la experiencia, pero primero necesita seguir acompañando a las personas, de manera descalza.

Cuartos medios comienzan a cerrar el año en Antofagasta con ceremonias semipresenciales

REENCUENTRO. Ayer los colegios Costa Cordillera y Antonio Rendic realizaron emotivas actividades para despedir a los alumnos, en un año marcado por la pandemia.
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A poco más de una semana del regreso de los primeros establecimientos educacionales al formato presencial (11 en la región hasta el jueves), varias comunidades educativas comenzaron a finalizar el año escolar con ceremonias de despedida o de lleno con licenciaturas.

Es el caso de los colegios Costa Cordillera y el Universitario Antonio Rendic.

En el primer caso, ayer se realizaron dos ceremonias de despedida en el auditorio del plantel para 35 alumnos de los cuartos medios A y B, quienes se dividieron 16 en la primera ceremonia (realizada cerca de las 10 horas) y 19 en la segunda, realizada al mediodía.

Durante la actividad, que no contó con la presencia de los padres para mantener el distanciamiento físico, la profesora jefe del nivel, Nicole Bernard, realizó distintas actividades para homenajear a sus alumnos, como el repaso de material audiovisual desde que comenzaron la enseñanza media.

Posteriormente, la profesora se despidió de cada uno de sus alumnos, destacando sus características individuales, sueños y potencialidades, terminando su intervención emocionada hasta las lágrimas.

A continuación, y manteniendo las medidas de seguridad, fue el turno de los estudiantes, quienes agradecieron el gesto de la profesora y destacaron la posibilidad de reencontrarse y prepararse para la licenciatura oficial, que será la próxima semana.

"El principal objetivo de esto es que ellos (los alumnos) se sintieran queridos, tuvieron un año tan extraño, tan ajeno al colegio, de poca pertenencia, que pensamos que era importante que supieran que son valiosos para nosotros", explicó Nicole Bernard.

Sobre el punto, el rector del colegio, Darrel Eby, manifestó que todos los años son diferentes, únicos. "Este también. Tanto la educación como la vida son procesos, y en este proceso de fin de año quisimos hacer algo especial, un poco más íntimo, para que reflexionaran un poco entre ellos".

La alumna Catalina Riquelme de IV medio A, comentó que "fue un año súper difícil, y la verdad queríamos terminar de forma distinta, vivirlo junto a mis compañeros al igual que en años anteriores. Es el último año y gracias a esta actividad que hicieron hoy (ayer), siento que pude cerrar el ciclo", manifestó con emoción.

La actividad de titulación del Colegio Universitario Antonio Rendic de Antofagasta, comenzó ayer a las 19 horas con similares características.