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"La vida es frágil y debemos cuidarla"

ANTOFAGASTINIDAD. Rosa Elvira Arévalo Zepeda, profesora y directora de la Escuela Básica Arturo Prat E- 80.
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Fue llamada Rosa Elvira por sus padres, María y Román, y con orgullo lleva sus apellidos: Arévalo Zepeda.

La docente Rosa Elvira Arévalo Zepeda, divorciada y madre de su "gran y maravilloso hijo, Pablo", proviene de una familia de madre profesora básica, a quien le gustaba escribir y los deportes, y un padre, destacado deportista, "hombre serio pero cariñoso", trabajador del Ferrocarril de Tocopilla.

¿Dónde nació y qué marcó su infancia?

- Mi infancia fue muy, muy feliz. Me encantaba pasar todo el día entre la escuela y el barrio, mi Barrio Costanera, al lado de la Playa El Panteón, en donde cultivé y aún hasta hoy conservo, gracias a Dios, grandes amigos, con quienes aún nos juntamos, sobre todo a celebrar el día de Tocopilla, que es el evento esperado durante todo el año. En la escuela participé y fui integrante de las selecciones de basquetbol y voleibol, lo que me permitió participar en muchos campeonatos locales, regionales y nacionales. Esa oportunidad me permitió conocer muchas ciudades de Chile.

Yo viví muy feliz en mi amada Tocopilla, en mi hogar con mis padres, con los que éramos muy unidos, con el resto de la familia y con mis vecinos y amigos. Todos nos conocíamos, nos ayudábamos, íbamos como dicen ahora "a todas juntos", y lo hermoso de esto es que han pasado los años, algunos nos fuimos de la ciudad, amigos emigraron lejos, pero siempre nos mantenemos en contacto.

¿Cuál es la principal enseñanza que le dejaron tus padres?

- De ambos, heredé el amor por el trabajo, a hacer las cosas bien. Heredé la fuerza para enfrentar las adversidades que nos pone la vida, y aún los siento en mi día a día.

¿Cómo llegó a la docencia y qué significa para usted?

- Llegué a ser profesora dando la vuelta larga. Estudié dos carreras técnicas, que nunca ejercí y luego, para generar recursos, adquirí un furgón que trabajé como transporte escolar y ahí, en esa pequeña "sala móvil" donde transportaba a los niños y jóvenes, entre ellos mi hijo, desde su casa a los colegios se despertó mi vocación y por fin escuché las palabras de mi madre, quien me motivó siempre a ejercer su misma profesión. Y fíjate que realmente era mi vocación, tanto así que se la transmití a mi hijo, quien también en la educación encontró el centro de su vida. Entonces mi recorrido fue la Escuela Superior de Niñas N° 2 de Tocopilla, el Liceo Domingo Latrille, la Universidad Arturo Prat, en donde obtuve el título de profesora de Educación General Básica y Licenciada en Educación y la mención en Matemática, en la Universidad de Antofagasta. Tengo un Magister en Didáctica Educacional.

¿Qué le gustaría que los demás supieran de usted?

- Que además de ser exigente conmigo misma y celosa de que mi escuela querida se mantenga en el nivel que está dentro de las escuelas municipales. Soy una madre, hermana, abuela y tía, y una mujer que con esfuerzo ha alcanzado todo lo que, junto a mi familia y comunidad, he alcanzado. Que también soy una Rosa a la que aún le gusta participar en los números artísticos para nuestros alumnos, que disfruto con mis colegas en las convivencias, que, si es necesario estar en la escuela de día y noche, hasta la hora que se necesite, ahí estoy. Que amo a mi familia, a mi barrio a Tocopilla, a mi escuela. Que al igual que todos, quisiera que las condiciones de la educación municipal fueran diferentes, más ordenada, más consciente que lo esencial de la educación son las personas, los niños y niñas. Que disfruto la música de mi época, que me gusta comer sano, pero no le hago el quite a los postres y dulces y que me gusta ver fútbol con mi hijo.

¿Cuál es el espacio de la región que más le gusta?

- El lugar de este planeta que más me gusta es mi Tocopilla. Para el 29 de septiembre canto donde esté el himno de mi ciudad. Creo en el esfuerzo de las personas por solo el hecho de ser tocopillanos, porque me críe con ya varias generaciones.

¿Qué libro recomienda leer y por qué?

- A mí me marcó de una forma muy profunda "El niño del pijama a rayas", de John Boyne. Creo que la crueldad a la que el ser humano puede llegar con la discriminación por pensar diferente, por sentir diferente, por tener diferentes credos, no puede llegar a ese nivel en el que se dio en los campos de concentración. Además, que los protagonistas eran niños. Creo que es un libro que se debe leer. Y en el mismo escenario y contexto histórico "El tatuador de Auschwitz", de Heather Morris, donde uno puede soñar en el mágico mundo de la literatura con ese amor que es más fuerte que cualquier obstáculo, por cruel e injusto que sea.

¿Qué debiéramos aprender las personas, que no enseñan en ninguna parte?

- ¡Uy! Creo que, en este momento, lo que todos los humanos debiéramos sacar como lección es que la vida es frágil y que debemos cuidarla y cuidarnos. Creo que no hay cosas que no se aprenden en ninguna parte. Yo aprendo cosas de mi gatito regalón. Lo disfruto, no sé si hay "una ninguna parte". Creo que, en todas partes, de todos y con todos aprendemos: respeto, justicia, oportunidad, amor, valores, paz, solidaridad, etc. |