El temor de los privilegiados
Han pasado dos semanas desde el triunfo histórico del Apruebo. No quisiera esperar más tiempo para realizar un breve análisis de ciertos aspectos que se esconden detrás de la opción "rechazo", principalmente en algunas comunas del barrio alto de Santiago donde vive la gente más acomodada del país.
Debo aclarar, eso sí, que soy santiaguino y que pasé una parte importante de mi vida precisamente en una de esas comunas, específicamente Vitacura. También es cierto que mi familia está enraizada con las tradiciones más antiguas y conservadoras de Chile, y que gran parte de mis amigos pertenecen a la élite social y económica nacional. Pero el hecho de haber residido por más de 20 años en el extranjero, me abrió los ojos respecto de la realidad socioeconómica en la que vive la mayoría de los chilenos y chilenas, y los cambios profundos que debemos realizar para comenzar a mejorar esa realidad. Empezando justamente por hacer un esfuerzo como país, por ir modificando las estructuras mentales, los temores y distorsiones, de quiénes están atrincheras de Plaza Italia hacia arriba, por así decirlo. Es necesario convencerlos que se requerirá de un esfuerzo grande para evolucionar, si queremos realmente dar un salto cuántico hacia la siguiente etapa del desarrollo donde la sostenibilidad será crítica, sobre todo en el ámbito de la gobernanza social y ambiental.
Todavía existen grupos de personas que no tienen una cercanía con la realidad de Chile, pues no necesitan de un mayor contacto con el Estado, que no sea para el acceso a la seguridad pública. Gran parte de sus necesidades las resuelven a través del sector privado. Esto, más un profundo aislamiento territorial, deriva en la falta de comprensión respecto de cuál es el rol del Estado en la vida de la mayoría de nuestros compatriotas, sobre todo los más frágiles; es aquí donde radica gran parte de este problema, heredado de la teoría del Estado Subsidiario de Milton Friedman, pasado de moda hoy en día.
Existe, además, en esos sectores privilegiados la sensación de haber contribuido a la creación de un modelo excepcional en América Latina, que ahora estaría a punto de ser destruido. No entienden que éste puede, y debe, ser modificado para incluir al 60% o 70% de la población que fue quedando rezagada. Manifiestan estar conscientes de que existe pobreza y que hay que atender las desigualdades, pero no la ven como un problema estructural. Creen conocer esa realidad, aunque casi siempre es a través de experiencias de ayuda social acotadas y mirando las cosas desde lejos, sin pensar en romper el "statu quo". Esto último será lo que debemos realizar de manera democrática, utilizando el poder de la negociación y la persuasión.