Otro fracaso de la acción política
¿Puede celebrarse la caída de un ministro que llevaba tres meses? ¿O antes la salida de Yasna Provoste o Harald Beyer? No. Este es un momento triste y delicado para el país. Varios representantes del Congreso, de izquierda y derecha, no parecen haber entendido nada respecto al momento de la República y celebran una lenta autodestrucción.
Víctor Pérez Varela se convirtió en el primer ministro del Interior desde el retorno de la democracia en ser suspendido de su cargo, decisión adoptada por la Cámara y que derivó en su inmediata renuncia al alto cargo. Su participación fue breve, después de que dejara el Senado para asumir la posición, tras la salida de Gonzalo Blumel, también apremiado por una acusación constitucional promovida en el marco del estallido social. Antes de Blumel, estuvo Andrés Chadwick, también acusado y sancionado con la imposibilidad de ejercer cargos públicos hasta 2024.
La lista de secretarios de Estado caídos comienza a ser cada vez más larga y ha tenido en la cartera de Educación otro de sus "flancos favoritos": Yasna Provoste (actual senadora) y Harald Beyer (actual rector), también salieron del cargo tras las imputaciones de los diputados, en dos de los procesos más oscuros e injustos desde el regreso a la democracia.
El libelo contra Pérez logró avanzar al Senado con 80 votos a favor, 74 en contra y una abstención del diputado Pablo Lorenzini (ind-ex DC). En el libelo impulsado por todas las bancadas de oposición se le imputó a Pérez por no haber aplicado el principio de igualdad ante la ley en el marco del paro de camioneros y una diferencia en el trato respecto a las manifestaciones mapuche en La Araucanía. También por no ejercer control jerárquico sobre Carabineros, a raíz del caso del joven de 16 años que cayó al lecho del río Mapocho tras -según la Fiscalía- una "arremetida" de un carabinero.
Tras su renuncia, Pérez dijo: "El debate de hoy era imposible convencer a absolutamente a nadie".
El Presidente Piñera -cada vez más inexistente- añadió: "El rol de la oposición no es hacer todo lo que esté a su alcance para dañar al gobierno democráticamente elegido, el rol de la oposición es, desde sus propios puntos de vista, contribuir al bien de Chile".
La caída de Pérez es un fracaso -otro más de la política- y vuelve a exponer todas las debilidades del gobierno y la oposición, en su incapacidad para llegar a acuerdos y corregir una gobernabilidad extraviada de la que nada bueno puede salir.