EA inicios del siglo XIX inmigrantes holandeses fundaron un asentamiento al que denominaron Nueva Amsterdam. Cincuenta años después los ingleses le dieron el actual nombre de Nueva York, la que también es conocida como la Gran Manzana o la Capital del Mundo. Es la urbe más cosmopolita del planeta, en la cual se habla alrededor de 200 lenguas.

No es extraño que el visitante, piense que experimenta una especie de déjá vou al recorrer sus calles. Esto se produce porque al apreciar algunas características típicas de la ciudad, como las escaleras exteriores de viejos edificios y el escape de vapor por las cámaras de alcantarillado, piense que él ya ha estado en dicha ciudad. Sin duda que las innumerables películas filmadas en sus calles han fijado en sus mentes, vistas que le son familiares antes de conocerla.

Debe ser una de las muestras arquitectónicas más grandes del mundo, donde profesionales y amantes de esta disciplina se deben regocijar al admirar los extraordinarios estilos que exhibe, como los edificios Chrysler, en art decó, el gótico Woolworth o el renacentista italiano del Carneige Hall. Museos hay para regodearse. Entre algunos de interés, destacan, el Museo Metropolitano, MET, que en pintura exhibe telas de impresionistas franceses hasta algunos Pollok en grandes formatos y una muy interesante muestra de esculturas de Rodin en diferentes materiales. En el espléndido Museo de Historia Natural se puede apreciar el cuerpo momificado de un minero, conocido como el "Hombre de cobre", encontrado en un socavón en la zona de Chuquicamata, que habría muerto en un derrumbe hace más de 1500 años.

Algunas visitas recomendables son a la Catedral San Patricio, la Estatua de la Libertad, el Empire State que fuera por varias décadas el edificio más grande del mundo, Times Square donde los letreros luminosos cubren edificios enteros las 24 horas y Macy's la primera tienda por departamentos del mundo.

Un paseo imperdible es dar una vuelta por el Parque Central, que recibe más de 37 millones de visitas al año. El caminar va siendo matizado por el corretear de las ardillas, el cántico de pájaros, los hermosos lagos artificiales y una visión de extensos prados y bien cuidados jardines. Recomendable es cruzarlo por la zona llamada Strawberry fields, en honor a John Lennon, a quien se le recuerda a través del memorial Imagine.

La Avenida Broadway es el epicentro del teatro y los musicales. Estos últimos, van desde una reposición de Amor sin barreras hasta el Rey León. Si le llama la atención el glamour, una vuelta por la Quinta Avenida lo sorprenderá. La ciudad que nunca duerme, como la popularizara Sinatra en la canción, sucumbió al coronavirus y a las recientes manifestaciones antirradicales.

Estamos celebrando unas Fiestas Patrias muy distintas, con cuarentenas sanitarias y estrictos controles para evitar un daño aún mayor, causado por la pandemia del covid-19. Menos fondas, ramadas y "bailoteo" en público, pero no menos asados y alcohol en las casas particulares y calles de Chile. Esto último no puede considerarse algo extraño, ya que Chile ostenta el triste record de liderar el consumo abusivo de alcohol en América Latina, seguido por Brasil y luego por una distante Argentina, según la Organización Panamericana de la Salud.

Pero más preocupante aún es la situación de nuestra juventud. Los adolescentes chilenos ocupan el cuarto lugar del mundo en el índice de alcoholismo para este sector, detrás de Inglaterra, Dinamarca y Finlandia (datos de la OCDE y la OMS). Ahora bien, si se examinan las estadísticas del Conace (Comisión Nacional para el Control de Estupefacientes) sobre consumo de alcohol más de una vez al mes, los resultados arrojan que un 37,9% de los adolescentes de entre 13 y 15 años consume alcohol en Chile. Lo peligroso es que se reúnen la noche del sábado básicamente con el objetivo de tomar, para así sentirse desinhibidos y locuaces, entre otras cosas. Algo a tener muy en cuenta durante estas Fiestas en plena pandemia.

Los adolescentes chilenos no sólo ocupan el cuarto lugar en alcoholismo; habría que agregar que este dato triplica la realidad de países como Estados Unidos (11,9%), Italia (12,7%) o Grecia (12,7%). Es más, el Conace señala que un 45% de los adolescentes chilenos no considera peligroso el consumo del alcohol y, en promedio, los jóvenes comienzan a beber entre los 13 y 14 años. Pero, ¿qué se puede esperar de nuestra juventud, cuando los padres y los adultos no están dispuestos a restringir su propio consumo, y con eso dan un pésimo ejemplo a los adolescentes? En nuestro país, son los propios adultos los que no son capaces de desarrollar las habilidades que se requieren para no tener que depender del trago, y poder interactuar fluidamente sin él.

En Chile es demasiado sencillo adquirir alcohol; no tenemos consciencia de los riesgos que esto encierra, de que el trago puede transformarse en un asesino silencioso y despiadado. Muchas personas sienten que en estos días tienen derecho a gozar de espacios para el esparcimiento y el ocio. Pero el esparcimiento no tiene por qué ser sinónimo de evasión a través del alcohol y las borracheras, situaciones que están a la orden del día en nuestra sociedad. Es importante poder entender que para lograr un desarrollo integral como individuos, deberíamos dedicarle más tiempo a nuestra mente y al espíritu, a la salud del cuerpo y a las relaciones sociales sanas.