Insatisfacción con las ciudades
Ciertamente es compleja la mirada que tenemos del territorio; eso debe ser leído correctamente para avanzar con urgencia sobre desafíos que no pueden esperar. ¿Quién debe hacerse cargo? Obviamente la autoridad elegida, la institucionalidad, pero debe haber consciencia total de que estos desarrollos no serán posibles sin el apoyo privado.
Por más que hubiera un atisbo, los resultados del Barómetro 2020 no dejan de ser sorprendentes en relación con cómo observa la comunidad el territorio que habita. La mala noticia es que los resultados no son alentadores, los ciudadanos locales tienen una visión crítica de lo que les rodea, pero la buena es que hay mucho por hacer y fundamentos sobre los cuales construir, considerando esa misma alta expectativa sobre los espacios en los que nos movemos.
¿Qué significa lo anterior? Que hay consciencia de los déficits en distintos planos, todos conocidos, pero que han quedado como una cicatriz que no ha podido borrarse por la impericia de todos, a la hora de enfrentar estas brechas.
Vivienda, áreas verdes, bienes de uso público, son una constante en Antofagasta y Calama, las ciudades más grandes, pero extensibles a otras comunas.
La región y sus ciudades han crecido, pero esto no se ha traducido en necesario desarrollo porque ha faltado visión de largo plazo. Quizás el mejor ejemplo haya sido la mediocre administración municipal de la capital regional en estos recientes ocho años.
Tenemos ciudades objetivamente ricas, pero con una calidad de vida deficiente. Aquello es lo que hay que hacerse cargo de manera impostergable, a riesgo de enfrentar nuevos episodios como los experimentados durante los últimos meses.
Hay que repetir, no se trata de antecedentes nuevos o desconocidos. Todos sabemos que la población tiene quejas con el acceso a la vivienda, la salud, la educación, los bienes de uso público, que está enfrentada a un alto costo económico y aunque hay avances, estos parecen lentos o insuficientes para una demanda más compleja.
El asunto es que nada es inocuo. Esto debe entenderlo en particular la autoridad política que debe hacer una comprensión amplia de lo que significa gobernar e interpretar correctamente las demandas de los chilenos y explicar qué puede hacerse en lo inmediato, en el mediano y en el largo plazo.
La solución de lo anterior y la disposición de un plan exige diálogo y participación de todos, liderada por la autoridad elegida, pero con apoyo transversal.