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"Lo que hago llena mi corazón"

ANTOFAGASTINIDAD. Emilio Torres, "Pampero", humorista y prevencionista de riesgos.
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Emilio Torres ha hecho del humor y la risa un estilo de vida. Su profesión es prevencionista de riesgos, pero su pasión es la comedia, actividad donde ha destacado, incluso con un paso por el Festival de Viña del Mar.

El "Pampero" -así se le conoce en los escenarios- nació en Pedro de Valdivia y es el mayor de cinco hermanos.

Su vida desde joven ha estado ligada a lo artístico, pero eso no le impidió seguir estudios, primero, de Ingeniería de Minas, que no terminó, y luego de Prevención de Riesgos, actividad que ejerce de una manera muy especial.

¿Cómo fue tu infancia?

-Mi infancia en la pampa y Antofagasta fue muy bella, calle, tierra, sol mar y los amigos, incluidos los del colegio. Mucho deporte (voley, fui seleccionado infantil), mucha música folclórica, tuve un profesor maravilloso a quien le debo mucho (Seizo Mizunuma). Yo actuaba en el tambo atacameño de la U. del Norte, en la peña de la Chile, desde los 13 años en el grupo Wankaritas. Pertenecí a la banda instrumental del colegio también, coro, y todo lo que era extraprogramático.

¿Qué recuerdas de esa época en la ciudad? ¿cómo ha evolucionado?

-Recuerdo los peladeros donde íbamos a elevar volantines que hacíamos nosotros mismos con los amigos y papás, la poza grande y la poza chica, el "sparrin" (no sé cómo se escribe) que vendía turrones, los partidos del AP los días domingo con mi padrino Hernán, y el infaltable "sanguche" de pescado frito. Recuerdo el Caracol cuando se inauguró, los fliper y taca taca que habían en calle Prat, la Poza Nilda, la Poza de los Curas, las canchas de tenis del Auto Club (fui pasador de pelotas con mis hermanos). Siempre me llamó la atención el edificio del Hotel Antofagasta, hoy soy casi pasajero vip del hotel, claro está, hasta antes de la pandemia.

¿Siempre tuviste vocación por el espectáculo?

-Siempre estuve ligado a él, desde el colegio y antes, en la pampa las fiestas de la primavera, era muy niño, pero aún recuerdo los carros alegóricos y ver a mi padre (el maestro torres, pinino) dirigir una de las murgas de la pampa con su batuta. Hoy me reconozco en mi madre, una mujer pampina, bailarina maravillosa y de una gracia inmensurable, 100% actitud, y con la sonrisa más bella que yo haya visto alguna vez. Creo demasiado importante en mi vida artística haber pasado por el tambo atacameño tan niño y haber tenido contacto con la maestra Nelly Lemus. Hoy en día, maestra de mi madre en su agrupación cultural pampina.

¿Cómo decides que lo tuyo era el humor?

-Nunca lo decidí, nunca lo pensé, menos en lo profesional, solo lo hacía porque me gustaba. Nunca pensé llegar más allá de mi población y menos de Antofagasta. Fue algo natural que se fue dando pero que no resistí teniendo claro que yo tenía que estudiar.

¿Y qué te llevó a estudiar prevención de riesgos?

-Cuando me echan de la universidad, estuve a la deriva varios años y con un hijo pequeño. Me fui a Mejillones a trabajar en una constructora, fueron tiempos muy difíciles, estuve muy solo. De vuelta en Antofagasta cuando se recupera la democracia, llegué a una constructora gracias a un trazador que conocí en el café Nuevas Raíces, quien me ofrece trabajo como su ayudante. Él no sólo me enseñó de planos, me enseñó de la vida, él cuidaba a los "viejos" para que no se accidentaran. No me acuerdo de su nombre, pero me acuerdo de lo que me enseñó, impactó mi vida de manera positiva. Ahí decidí estudiar prevención de riesgos.

¿En qué minuto comenzaste a hacer la fusión de trabajo y comedia?

-En el momento en que me di cuenta que los viejos se aburrían en las charlas y descubrí el enseñar haciendo reír. Con los años, y ya fuera de la minería, desarrollé un trabajo de investigación de tesis "El humor como metodología de aprendizaje", lo cual sustenta lo que hoy hago, me apasiona y llena mi corazón a través de la comedia.

¿Cómo ha sido este tiempo de pandemia?

-De mucho aprendizaje, mucho trabajo de reinversión, mucho dolor de ver la gente que sufre, la indolencia de otros, la falta de empatía de los privilegiados, cómo se ha ignorado la cultura y a los artistas.

Ha sido un periodo de extrañar mucho, a mis papás, hijos, nieto, hermanos, sobrinos y sobrinas, amigos y amigas, mi balneario, como deseo estar nadando aguas adentro en mi ciudad que no olvido, como extraño bailar caporal, tinku y morenada donde la Pachi.

¿Sientes que vivir y trabajar en la región te entrega un sello?

-Yo no vivo en Antofagasta desde el año 2012, vivo en la Quinta Región, cerca de Santiago. Pero claramente debe haber un sello, yo lo tengo sin vivir allá hace 8 años, sigo diciendo palabras que en Santiago no conocen, soy "reclamón", yo me "topeto" con las personas, y cuando me saludo sigo "qué alegai", o sea como buen antofagastino comenzamos dando la pasada para alegar, jajaja.