"Tuve algunas crisis de pánico en las noches"
Roberto Zúñiga, bombero y chofer del Samu de Antofagasta
"Solo habían pacientes entubados, me recorrió un escalofrío"
Viviana Peña,, kinesióloga en Temuco
Roberto Zúñiga, chofer de ambulancia del Samu y voluntario de bomberos, se hizo el viernes 1 de mayo el examen de covid y 24 horas más tarde confirmaba que era portador del virus. Poco antes habían descubierto que su pareja estaba contagiada, así que decidió irse con ella a pasar la cuarentena. Hasta allí él pensaba que sería uno más de los tantos pacientes asintomáticos. Sin embargo, todo cambió de la peor manera y en un breve lapso. La fiebre se elevó hasta los 39,9 grados, tuvo vómitos, diarrea, mareos y mucha tos, tanta que comenzó con problemas para respirar. Su polola decidió llamar la ambulancia y trasladarlo hasta el Hospital. El examen reveló que sus pulmones estaban inflamados y que era necesario internarse. Nada mejoró durante la segunda jornada en el Leonardo Guzmán: le faltaba aire, a pesar de que tenía conectada una máscara con oxígeno, así que lo llevaron a la UCI y lo que vio allí lo dejó atónito, al punto que no paraba de tiritar. "Solo habían pacientes entubados… me recorrió un escalofrío. Me dijeron que debían entubarme y me despedí de mi familia enviando un mensaje a un grupo de whatsapp, explicándoles que solo sería por un par de días. Entonces llegó el anestesista. Me calmó y me dijo que me iba a dormir… Para mí fueron un par de segundos súper lentos, pero pasaron 25 días". En ese lapso, Roberto estuvo a punto de morir varias veces, tuvo una falla renal y de otros órganos, lo dejaron boca abajo para que respirara mejor, así estuvo cinco días; luego hubo problemas con el equipo de respiración, lo que obligó a desentubarlo y entubarlo de nuevo. Durante todo ese tiempo, sus compañeros de la Octava Compañía de Bomberos de Antofagasta montaban guardia en su honor y llegaban saludos de ánimo de distintas partes del mundo en apoyo del joven de 23 años. Él se enteró mucho después de todo. Lo extraño -sostiene- es que no tiene patologías base, tiene una vida sana y fue el «operario del Samu (de una veintena de afectados) que fue más perjudicado, junto a su pareja que debió ser hospitalizada una semana por una neumonía. "Cuando desperté no sabía dónde estaba, no entendía. Las enfermeras me hicieron una videollamada en la noche con mis compañeros de bomberos, hermanas y mi mamá. Apenas podía mover los dedos de mis pies y la cabeza para decir sí o no, pero ellos eran las personas más felices del mundo". Hoy está en su casa, ya puede caminar apoyado y solo le restan dos dedos de sus manos por controlar, salvo el perjuicio físico (para lo cual tiene trabajo kinésico todos los días) no tiene secuelas ."Tómenle el peso a este virus, porque no sabemos cómo y cuándo nos podemos contagiar; respetemos la cuarentena, es un bien para todos".
"Era un dolor de cabeza que no se me pasaba con nada y que tuve por siete días; era un dolor horrible". Viviana Peña, kinesióloga temuquense de 34 años, lo pasó mal con una enfermedad que siente la ha acompañado con efectos físicos por dos meses y quizás por cuántos más en lo sicológico. Todo partió después de llegar de unas vacaciones en Brasil, allá comenzó a tomar en serio la magnitud de la pandemia, allá se enteró del primer contagio en Chile (Talca) y de las medidas que comenzó a tomar la autoridad. Así arribó a su ciudad natal y comenzó un reemplazo en la Seremi de Salud de La Araucanía, un miércoles de marzo y dos días después el malestar ya estaba en su cuerpo. "Me pesaban las piernas, mucho dolor muscular, pero sin fiebre ni tos. Era como una gripe extraña", recordó. El sábado siguiente le informaron de que había un contagio confirmado de un compañero de oficina, de modo que las sospechas se instalaron; le hicieron el examen y confirmaron los temores. Los dolores de cabeza se acrecentaron ("como si me hubiera golpeado"), se sumó algo de fiebre (37,5 grados) hasta que el cuarto día perdió el gusto y el olfato, lo que se mantuvo por cerca de un mes y medio. "El día seis o siete comencé con dolores en un pulmón, me costaba respirar, me cansaba con ir al baño, tenía dolor de espalda y puntadas". Viviana se reconoce como una persona sana, sin patologías base, que camina mucho y hace deporte, pero la agresividad del virus la hizo tambalear. Las preocupaciones aumentaron y decidió dejar de ver televisión, continuamente se preguntaba si podría seguir respirando. "Sabía de colegas que estaban hospitalizados y comencé con algunas crisis de pánico en las noches". Lo crítico fue cuando su madre también enfermó. Ella es hipertensa, tiene diabetes y sobre 60 años, sin embargo, apenas tuvo dolores en un pulmón y dolor de cabeza por dos días. Viviana cree que ella fue afectada por una mayor carga viral que su madre y eso explicaría los desenlaces tan distintos. Hoy está bien, pero no del todo. En las últimas semanas ha padecido de conjuntivitis y otitis, males que también han sufrido sus conocidos y hay un obvio temor. "Tengo que trabajar con enfermos, pero no estoy preparada. Debo buscar otra cosa".
"El día seis o siete comencé con dolores en un pulmón, me costaba respirar, me cansaba con ir al baño, tenía dolor de espalda y puntadas permanentes". "Tómenle el peso a este virus, porque no sabemos cómo y cuándo nos podemos contagiar; respetemos la cuarentena, es un bien para todos".
S. A.,, cajera de un local en Talca
"Nunca pensamos que iba a ser tan violento"
S. A. Es una cajera de un supermercado en Talca, Región del Maule, que prefirió ocultar su nombre, pues reconoce que los momentos pasados con la enfermedad le dejaron una herida difícil de cerrar. Fue en marzo cuando ella se infectó. La paradoja es que el contagio ocurrió tras una reunión informativa realizada por su empresa, precisamente para detallar las acciones que se tomarían para enfrentar la pandemia. Nadie lo sabía, pero un compañero de trabajo, que había viajado a Brasil, resultó ser un vector crítico para casi todo el grupo. "Creo que me contagié el 18 de marzo y ese día comenzaron los síntomas: mucho cansancio y bostezos que no podía controlar. Me fui a casa, con algo de fiebre, tomé algo caliente y me dormí. Me parecía un resfrío más y al día siguiente fui a trabajar, pero allá me tomaron la temperatura y tenía 38 grados. Alguien me dijo, no sé por qué, que podía ser coronavirus". Fue directo a la farmacia, en aquellos días no se usaba mascarilla, compró analgésicos para el dolor de cabeza y se fue a su departamento. Nada anormal, hasta que al día siguiente la llamaron para avisarle que un colega, con el que ella había estado, era un caso positivo. 24 horas más tarde fueron a hacerle el examen (aspirado naso faríngeo) y la jornada siguiente se confirmaron los temores. Se quedó en casa con instrucciones de evitar asistir a la red de salud, salvo que fuera estrictamente necesario y comenzó lo difícil: dolor de cabeza, algo de tos, un poco de congestión, puntadas en la zona de pulmón izquierdo y dificultades para respirar, pérdida del gusto y el olfato por una semana y media lo que confirmó cuando trató de hacer un poco de ejercicio. Empezó el miedo a los efectos, mientras las molestias permanecían. Semanas después, en abril, se repitió el examen y nuevamente fue positiva, lo que significó una dosis extra de estrés y agotamiento. "Por aquellos días explotaron los casos en todo el país y era muy difícil sustraerse, nunca pensamos que iba a ser tan violento, fue bien terrible. Vivo en un edificio y fui el primer caso, era como 'la apestada'… fueron días tristes, pero también recibí grandes gestos. Una vez tocaron mi puerta y me dejaron una mermelada y una carta, otro día la misma vecina me trajo miel y me dejó su teléfono por si necesitaba algo. Aún no he hecho nada para agradecerle".
"Vivo en un edificio y era como 'la apestada'… fueron días tristes, pero también recibí grandes gestos. Una vez tocaron mi puerta y me dejaron comida y una carta".
Cristian Monckeberg,, Ministro de, Desarrollo Social
"¿Terminaré entubado, pasaré a mejor vida?"
El recién nombrado ministro de Desarrollo Social, Cristian Monckeberg estaba sentado frente al computador cuando, por medio de un correo, se enteró de que era positivo de coronavirus. "Dios mío… ¿Cómo me va a pegar? ¿Terminaré entubado, pasaré a mejor vida?... Es un caldo de cabeza de todos los días, porque sabía que esto podía empeorar en cosa de horas", se preguntó el abogado, instalado en la Región Metropolitana. Las interrogantes del secretario son las que todos los enfermos de covid se han hecho en algún momento, peor aun cuando, hasta hoy, no sabe dónde pudo sufrir el ataque del virus: tal vez cuando entregaban cajas de alimentos o en algún encuentro con familias. Pocas horas antes -el 4 de junio- había sido trasladado desde el Ministerio de la Vivienda hasta Desarrollo Social y como medida preventiva se le pidió un examen. Al día siguiente se enteró de todo, lo que fue una enorme sorpresa pues no tenía síntoma alguno. Pero todo fue cambiando con las horas. Se encerró en su departamento, aislado de su esposa la diputada Paulina Núñez (que sigue sana) y ese fin de semana comenzaron las molestias: dolores musculares y óseos (especialmente en los pómulos), alguna dificultad para respirar, punciones en la garganta, mareos y náuseas que duraron toda una semana. Fue como un resfrío con síntomas atípicos y sin fiebre. "Afortunadamente no fue algo grave y me permitió seguir trabajando y mantener una rutina: levantarme temprano, bañarme, limpiar, ventilar todo y sentarme frente al computador, comer y cerrar todo a las 21 o 22 horas". El ministro reconoce que en un comienzo era escéptico y como el inicio era en China, no le llamaba demasiado la atención. El respeto comenzó cuando vio lo que ocurría en el Viejo Continente y cuando en una reunión ministerial el entonces ministro de Salud, Jaime Mañalich sostuvo que era inevitable que la pandemia llegara al país. Monkeberg ha bajado unos dos kilos de pesos y estima que a su favor contaba con el hecho de no tener enfermedades de base y ser un asiduo deportista. "Me siento afortunado, tuve molestias, pero soportables, tengo una casa para hacer la cuarentena. Hoy espero que mis exámenes confirmen que fui capaz de generar anticuerpos y así poder donar plasma. Eso es algo que ya tengo decidido".
"Hoy espero que mis exámenes confirmen que fui capaz de generar anticuerpos y así poder donar plasma. Eso es algo que ya tengo decidido de hacer".
Continuación página anterior