"Proa es millonaria en ideas y proyectos"
ANTOFAGASTINIDAD. Carlos Tarragó Cardone, presidente de Corporación Proa.
Casado con Erika Gruttner Donoso, ingeniera civil química, Carlos Tarragó Cardone nació un año después del fin de la II Guerra Mundial.
Vio la luz en la Región Metropolitana, pero prácticamente toda su existencia profesional se ha desarrollado en el norte, donde nacieron y se criaron sus hijas: Kattia, arquitecta; Rocío, agrónoma y Consuelo, veterinaria y con ellas, ocho nietos y un noveno en camino.
Tarragó, a no dudar, es una de las personalidades que más ha hecho por la cultura y patrimonio locales, gracias al trabajo de la Corporación Proa. Una labor inmensa distinguible en libros, esculturas, pinturas y recorridos educativos, entre tantas otras acciones.
¿Cómo fue la infancia en la popular comuna de Quinta Normal y qué aprendiste allí?
-Nací y me crié en Santiago. A mucha honra, en las cercanías de la mítica, popular y populosa esquina de San Pablo con Matucana, donde vivió Jodorowsky luego de dejar Tocopilla. La casa de mis padres estaba en la calle Los Andes, que hoy se llama Los Andes de Violeta Parra, porque ella vivió allí, en la esquina con el Cité Cadena, casi al frente de mi casa. Rescato el haber comenzado a jugar fútbol desde muy niño. Recuerdo las eternas pichangas en la calle, en tardes veraniegas hasta que el sol ya no nos permitía ver la pelota.
¿Cuál es el recuerdo de tus padres y cuál fue su enseñanza principal?
-Mi madre fue la persona más importante en mi vida. Humilde, bondadosa, abnegada y jugada absolutamente por sus cinco hijos. Siempre la recuerdo pasando necesidades, pero sin jamás escucharla recriminarse por su situación. Mi querido viejo, pobre, equivocado y ausente, lamentablemente no fue un guía para mí.
¿Qué significó para tu familia que llegaras a la universidad?
-Yo fui el primer profesional de mi familia y de mi barrio. Sin duda que para mis padres fue un inmenso orgullo.
¿Cuándo llegaste a Antofagasta y cuál fue tu impresión?
-Llegué a la ciudad en diciembre de 1979, sin conocer a nadie. Solo había tenido una entrevista con quien fuera mi jefe y que era gerente general de Inacesa en esa época, Héctor Gómez. Sin duda que lo que más me llamó la atención fue la aridez del paisaje y la sensación que los cerros terrosos se te venían encima.
¿Por qué creaste la Corporación Proa?
-Proa nace y se desarrolla gracias a la motivación de diversas voluntades, que se sienten comprometidas en devolver, de alguna forma, lo que Antofagasta les ha brindado.
¿De las muchas obras que han realizado, cuál es la que te genera más orgullo?
-Con la obra que más me identifico, es con la Mano del Desierto. Por dos razones: la primera, me dio la oportunidad de conocer a una persona excepcional, su creador, el escultor Mario Irarrázabal y, la segunda, el haber confiado en que estábamos aportando una obra que se transformaría en un hito turístico único, como con los años se ha convertido.
Además, hemos demostrado que las atracciones turísticas, no tan solo nos las regala la naturaleza, sino que el hombre también puede generarlas. He llegado a esperar en dos oportunidades la llegada del año nuevo admirando la Mano en la noche.
¿Cuál es la obra pendiente que pretenden ejecutar?
-Ufff... ¡Muchas!...yo normalmente digo que Proa es millonaria en ideas y proyectos, pero indigente en recursos, lo que nos limita en nuestros aportes.
Ahora, si tuviera que señalar obras pendientes por realizar, me inclinaría por dos: el libro "Historia del Arte en la Región de Antofagasta" (Del arte rupestre al siglo XXI), de Waldo Valenzuela y la otra, un mural recordatorio del paso de Gabriela Mistral por Antofagasta, de Luis Núñez.
¿Cuál es el espacio de la región que más te gusta?
-El entorno de la Mano del Desierto, a cualquier hora. Admirar el contraste de sus dedos contra el árido desierto o recortados ante el azul del cielo en el día o ante al manto estrellado de noche, es, como diría Mario Irarrázabal: ¡Mágico!
¿Qué diferencia hay en la relación entre hijos y nietos?
-A los hijos se les exige, a los nietos se les consiente. En una columna opiné que los nietos llegan a la vida, con un balón de oxígeno y una bebida energizante para los abuelos. Quienes tienen nietos entenderán esto.
¿Qué cosas te hacen feliz?
-El orgullo que comparto con Erika, al ver a nuestras tres hijas con sus maridos, unos excelentes yernos, como van desarrollándose y creciendo como familia.
En tiempos tan complicados ¿qué consejo le darías a personas que no conoces?
-Uno para nada original. Que se cuiden, para cuidar a los demás.