La travesía de los extranjeros que no han podido regresar a sus países
RETORNO. Ante los cierres de fronteras, ciudadanos de países como Bolivia y Venezuela, después de perder sus empleos, quedaron atrapados en Chile. Algunos han debido dormir en la calle.
A fines de diciembre arribaron a San Pedro de Atacama los jóvenes bolivianos Bismarck Mendoza de 29 años y Claudia Limaika de 33, junto a su hija de tres años. En palabras de Bismarck llegaron buscando oportunidad, y pronto la encontraron.
Originarios de la provincia de Santa Cruz, escucharon que San Pedro demandaba una alta cantidad de empleados en hospederías y hoteles previo a la temporada estival, dado el alto flujo de extranjeros que llegaban al lugar.
"Fuimos empleados en un hotel del sector de Solor. Ahí yo me dedicaba al mantenimiento de piscinas y exteriores y mi pareja las hacía de mucama. Ganamos muy bien pero ya desde ese tiempo se comenzó a hablar del famoso virus que había salido de China. Nunca imaginamos que en semanas llegaría a Chile", dijo.
Ya en marzo las reservas hechas en aquel hotel fueron canceladas y la pareja quedó desempleada. Sin posibilidad de hallar trabajo en Calama resolvieron volver a su país. En un bus arrendado con otros 30 bolivianos se dispusieron a cruzar la frontera, pero en Colchane militares chilenos les hicieron devolverse. Finalmente quedaron "tirados" en Pozo Almonte.
"Muchos de mis compatriotas emprendieron la vuelta a Colchane a pie, yo me quedé con mi familia. Si bien autoridades chilenas nos facilitaron alojamiento y comida, hemos gastado más de la mitad de nuestros ahorros. Además mi mujer está esperando un segundo bebé", explicó.
Ayer Bismarck y Claudia eran parte de los 400 bolivianos que efectúan su cuarentena en el campamento Tata Santiago, en el poblado altiplánico de Pisiga, hasta donde fueron trasladados a comienzos de esta semana. Esperan que sea la última parte de una largo retorno, que los tuvo albergados en Pozo Almonte e Iquique.
Albergues y calle
A raíz del COVID-19 la mayoría de los países cerraron sus fronteras, motivo por el cual muchos de los extranjeros que ya habían perdido sus fuentes, se les ha impedido además volver a sus países, quedando en el limbo.
El caso de los bolivianos de momento ha sido lo más visible en el norte de Chile. Hay albergues en Iquique y Antofagasta, con más de mil personas entre ambos (en un momento llegaron a ser 1.500, pero un grupo de 400 comenzó el retorno esta semana, aunque primero deberán cumplir una cuarentena en el poblado boliviano de Pisiga). Además, un grupo de 30 personas estaban durmiendo en la calle, frente a la Escuela Padre Cariola, ya que ese albergue fue cerrado al ingreso de más personas. Vecinos del sector los trasladaron a una sede ayer.
La directora regional del Servicio Jesuita Migrante (SJM), Conchita de la Corte, afirmó respecto a la situación de estas personas que "si ya sabemos que van a seguir llegando porque no pueden pasar la frontera, hay que habilitar más albergues para que puedan hacer la cuarentena en condiciones humanitarias, y así puedan volver a sus países cuanto antes".
Desde el Servicio Jesuita Migrante están apoyando con kits de abrigo, alimentación e higiene a los extranjeros que se encuentran en situación de vulnerabilidad en la ciudad.
Asimismo manifestaron que más de 50 familias en Antofagasta han sido beneficiadas por la campaña "La solidaridad no está en cuarentena", cuya cruzada tuvo como principal objetivo asistir a las personas migrantes y refugiadas con profundas necesidades de alimentos y productos básicos, debido a la crisis sanitaria causada por el COVID-19.
En los albergues además ha estado trabajando personal de la Oficina Internacional de las Migraciones (OIM), la cual prodigó alimento, carpas y cobijas.
Al respecto Víctor Flores, director de la OIM, explicó que "nuestra entidad como parte del Sistema de Naciones Unidas en Chile y en virtud de su mandato, está prestando asistencia humanitaria para ciudadanos bolivianos. En la ciudad de Iquique prestamos asistencia alimentaria en concreto para los 850 ciudadanos que instaló el Gobierno Regional de esa región en el Liceo O'Higgins, y en el caso de Antofagasta recibimos una petición de su gobernadora de prestar alojamiento temporal a un grupo familiar en situación más vulnerable, porque tienen hijos menores de edad".
ruta a venezuela
Pero no todos han contado con esta asistencia. Otros tanto han debido arreglárselas a costa de la buena voluntad de terceros para seguir subsistiendo ante las trabas en el retorno.
Este es el caso de Reynaldo Figueroa, joven venezolano de 26 años que ingresó al país hace nueve meses. Teniendo la opción de trabajar, se empleó en Iquique, después Antofagasta y por último Santiago. En la capital una vez perdido su último empleo como armador de estructuras y soldador, y ya con la pandemia, no pudo encontrar ningún otro puesto laboral.
"He tratado de retornar con otros paisanos pero se nos ha sido imposible. Hasta hace pocos días dormía en la calle pero una señora nos ha prestado un lugar donde poder pasar las noches. Es como que quedamos atrapados", relató.
500 bolivianos están en albergues en Antofagasta. Un grupo de 30 debió dormir en la calle, fuera de la Escuela Cariola.