Cristian Castro Orozco
Susana Herrera es parte del grupo de profesionales que sí o sí debe trasladarse a diario a su sitio de trabajo (Cesfam Valdivieso), ya que presta un servicio a la comunidad que requiere de su presencia. Desde ese lugar ha visto la evolución de la pandemia y la reacción de la población, recibiendo a cientos de pacientes a diario. Muchos de ellos llegan al recinto porque creen que pueden haberse contagiado.
"Este fenómeno se desarrolló en forma progresiva, por ejemplo el lunes 23 de marzo llegaron más de 1.340 personas para vacunarse, por lo que aprovechamos la instancia de espera en las salas para ir educando a los pacientes sobre lo que significaba esta crisis", cuenta.
El Cesfam Valdivieso se encuentra en el sector norte de la ciudad (calle Cerro Pedregal) y atiende a población vulnerable, mucha de ella habitante de campamentos, que no cuenta con red de agua potable por ejemplo.
¿Cómo se ha vivido la contingencia en el Cesfam Valdivieso?
-A nosotros se nos juntaron dos cosas. Primero tuvimos toda la contingencia de la misma pandemia, pero a la vez la gente acudió a vacunarse por la influenza. Entonces tuvimos que separarnos en sistemas de turno para enfrentar lo que se venía. Tuvimos mucho público, por ejemplo el día lunes que inició la vacunación, tuvimos más de 1.300 pacientes.
¿Cuánto estima es el número de pacientes que está llegando hoy al recinto asistencial?
-Acá se dan dos cosas. Hay gente que viene por la vacunación, que durante los primeros cinco días fue bastante, y ahora viene al menos unas 70 personas. Y por temas respiratorios propiamente tal, que son atendidos por flujos separados, son alrededor de seis personas diarias, pero ha ido en aumento y hemos enviado sospechas (de COVID-19 al hospital). También hay otras consultas que son atendidas de forma separada.
Hemos estado viniendo todos los días para coordinar y ver toda la situación desde el centro de atención. Debemos coordinar los turnos del personal para protegerlos del contagio. Yo no he tomado turnos, vale decir vengo todos los días, primero como directora y también como enfermera, para estar a disposición si es que llegase a faltar alguien, ya sea vacunando o educando al personal, porque debemos capacitar a los más nuevos e incluso a las personas en cosas básicas como lo es el lavado de manos.
¿Hubo mucha preocupación de los usuarios en los primeros días?
-En un principio recibimos muchas dudas con respecto al contagio y se repiten algunos casos de quienes vienen más de dos veces a preguntar ante cualquier síntoma con miedo a contagiarse. La salud mental también juega un rol súper importante, porque la gente está muy asustada. En una ocasión recibí a una usuaria que me decía que ella no quería ni debía morir porque mantiene a dos hijos y ella era sola, por ende uno también entra a contener, aparte de informar.
Las dudas
Manifestó que en un inicio la gente tenía muchas consultas en torno al coronavirus, vale decir sus efectos, sus reales alcances entre otros. ¿Eso se ha mantenido a esta altura de la crisis ?
-Claro, hay muchas dudas pero a diferencia de antes, han tomado los resguardos por lo que solo llaman por teléfono. Hemos recibido muchos llamados por teléfonos en las cuales ante la más mínima dolencia temen haberse contagiado, a pesar de que son gripes o resfríos. Pero entendemos que los síntomas del COVID-19 dan para confundir porque son los que se presentaría en cualquier gripe.
Bien común
Más allá de lo profesional, cómo se ha tomado esta situación en lo personal. Esto es nuevo para todo el mundo.
-Trato de verlo como un trabajo que apela al bien común, entonces no caer en la desesperación en lo principal. Hay que mantener la calma, no sucumbir en el miedo porque si se cae en ello finalmente las cosas no funcionan o no fluye.
Imagino que también trata de buscar un momento de distracción…
-Claro, es muy importante. En mi caso cuando llego a la casa ya no enciendo la tele, no veo las noticias y también lo hago para proteger a mi hija. Entonces hacemos otras actividades porque el estar permanentemente conectado te contamina la mente, además hay que mantener una adecuada higiene del sueño, es decir, dormir al menos unas siete horas. Esa es mi forma de desconectarse.
"En una ocasión recibí a una usuaria que me decía que ella no quería ni debía morir porque mantiene a dos hijos y ella era sola, por ende uno también entra a contener, aparte de informar".