El mensaje de los chilenos
Hasta ahora la clase política no ha entendido que el centro de las demandas se explica en los mensajes de "no más abusos" y "dignidad". Lo que debe hacerse en paz. Mientras el gobierno no va al centro de la conversación, gran parte de la centro izquierda -la coalición más relevante de los últimos años- es una espectadora, pusilánime y sin liderazgo.
Si la gente levantó el movimiento social, parece que será esta la que tiene la llave para cerrarlo. Una nueva muestra del sentido común del chileno y de la pobreza interpretativa de gran parte de la clase dirigente, salvo contadas excepciones. Ella es la principal responsable de la crisis, así lo dice y reconoce la población.
Desde un comienzo hubo coincidencia en que enfrentaríamos un escenario paradójico: los partidos, parlamentarios y el gobierno, es decir, quienes fracasaron en la conducción, no leyeron los dolores del país e hicieron muy poco para corregir el rumbo (por ello su pésima evaluación), eran los responsables de plantear las soluciones, sin embargo, hasta ahora siguen sin dar el tono.
El gobierno ha sido torpe, mezquino y aun no entiende la magnitud del asunto; mientras la centroizquierda, el otro gran bloque, ha preferido observar desde la distancia, seguramente porque se siente tan responsable como la centroderecha y porque aguarda una oportunidad que ni la merece ni la busca. El silencio de muchos ante la destrucción de tantas ciudades solo revela su pequeñez y miopía.
Por otro lado, la extrema izquierda sigue tan perdida como siempre, con una lectura de otro tiempo respecto del fenómeno y observando el caos como un mero pasaje en la carrera por su deseo de ver caer al gobierno. Del Frente Amplio poco puede añadirse. No merecen ni un réquiem ante tanto desorden, falta de evaluaciones y personalismos, aspectos propios de la nueva generación de chilenos.
La gente, en cambio tiene mejor evaluación de los hechos: identificó rápidamente las prioridades y hasta los empresarios sintonizaron y propusieron medidas como el incremento de los salarios o penalizar comportamientos que dañan el mercado.
Si la gente se ha desmovilizado, no ha sido ni por la gestión del gobierno o el trabajo de la oposición; ha sido lisa y llanamente por su sentido de responsabilidad y por el miedo de perder lo avanzado.
El chileno de clase media -lejos el más castigado- es quien tiene más claro lo que debe hacerse. La crisis es no contar con personeros a la altura del desafío, pero aún estamos a tiempo de que lo entiendan.