Nikola Tesla, por sí mismo
En la autobiografía "Mis inventos" (Alquimia Ediciones) el inventor de origen serbio cuenta su vida en una prosa eléctrica que conjuga alucinaciones y un método para crear sin mover un dedo.
A mediados del siglo XIX, en plena expansión de la Revolución Industrial, la vida moderna pujaba por avanzar. Los hombres podrían torcer su destino a través del conocimiento o ser parte de los trabajadores de la industria o el campo. Nikola Tesla (1863 - 1943) eligió hacer su destino, no entregarse a él. Inventar, por ejemplo, la corriente alterna y la extracción energética de las cataratas del Niágara, entre muchas otras cosas. Tantas, que decide que su vida debe ser narrada por sí mismo, en esta autobiografía publicada originalmente en la revista científica Experimentador Eléctrico de 1919.
Nació en Smiljan (hoy Croacia), entonces parte del Imperio Austro húngaro. Tesla se autodefine como un niño curioso e inseguro. Esto último se debió a la tragedia familiar que en la que perdió a su hermano.
"Tuve un hermano talentoso y extraordinario; uno de esos extraños fenómenos que la investigación biológica no ha podido explicar. Su muerte prematura dejó a mis padres desconsolados", escribe el inventor.
La memoria de Tesla pareciera cruzada constantemente por un rayo. La cotidianidad roza la fantasía. Sus cambios de temas hacen la prosa eléctrica. Los capítulos del libro "Mis inventos", son unidades: "Mi vida temprana", "Mis primeros esfuerzos en la invención", "Mis esfuerzos posteriores", "El descubrimiento de la bobina y el transformador de Tesla", "El transmisor de aumento" y "El arte de la teleautomática". Todo traducido por Macarena Solís, investigadora científica.
La elocuencia en la pluma de Tesla, lejos de la que imaginaríamos para un genio científico, puede ser heredada de su padre, un clérigo que esperaba el mismo destino para Nikola y que acostumbraba a hablar consigo mismo. La observación que él hace del estilo de la prédica religiosa podría aplicársele a "Mis inventos": "Redactaba frases breves y abruptas, estaba lleno de ingenio y sátira". La creatividad, eso sí, la define heredada de su madre, quien realizaba todo tipo de inventos cotidianos para solucionar las cosas. Pese a la gran biblioteca que tenía su padre, no lo dejaban leer.
Tesla inventó desde pequeño: la caza de ranas, sacar energías de escarabajos gigantes, desarmar los relojes de su abuelo o pequeñas armas letales, figuran entre sus intentos.
En el libro hay momentos sorprendentes, narrados brevemente, que quiebran la línea de la autobiografía de un sujeto notable. Por ejemplo, como cuando reconoce el vicio de las apuestas, el dinero que su madre le daba para perder.
Reconoce Tesla haber estado al borde de la muerte. Notable fue la vez que fue perseguido por chanchos. Se repite, como en otros genios, el "problema escolar". Tras una enfermedad que casi lo mata, logra estudiar y liberarse del futuro religioso. Probablemente su padre pensó que iba a morir y al sanarse el hijo, le pide que tome un año para andar por la naturaleza, temporada que termina por agradecer el inventor.
Esa voz interior con que dialogaba su padre, Tesla la heredaría de otra forma. De muy pequeño sufría alucinaciones, que se convierten en el motor de sus inventos, los que prueba teóricamente: "Mi método es diferente. No me apuro en comenzar el trabajo real. Cuando tengo una idea, comienzo inmediatamente a construirla en mi imaginación. Cambio la construcción, hago arreglos y opero el dispositivo en mi mente. Es absolutamente irrelevante para mí si es que hago funcionar una turbina en mis pensamientos o la pruebo en el taller. Incluso puedo notar si no está balanceada. No hay ninguna diferencia, los resultados son los mismos. De esta forma, soy capaz de desarrollar y perfeccionar rápidamente un proyecto sin tocar nada", explica en "Mis inventos".
Destaca en la Universidad en Austria. Eso le permite ir migrando a ciudades más grandes. En la Oficina Central de Telégrafos de Hungría efectúa transferencias telefónicas. Tras sus avances en el repetidor telefónico fue enviado a París a trabajar, como reconocimiento. Allí pudo a dar a conocer más su trabajo, reparando problemas de las empresas, tratando de trabajar con corrientes alternas y, finalmente, yendo a Estados Unidos a "rediseñar las máquinas de Edison". Viaja sin dinero, pero con la misma fe que se tuvo siempre. Su impresión de Nueva York contrasta con la de París: "Lo que había dejado atrás era hermoso, artístico y fascinante; lo que tenía por delante era mecánico, tosco y poco atractivo".
Su problema con Estados Unidos fue la idiosincrasia de ese país. Narra episodios con policías, con Thomas Alva Edison. La nobleza de Tesla está en no apuntar a nadie, en incluso responsabilizarse a sí mismo por no entender "bromas" que afectaron gravemente su economía. Pese a que Alva Edison le hizo efectivamente la vida imposible, Tesla no escribe molesto. Tampoco se molesta en escribir mucho de Marconi, que patentó la radio e incluso fue reconocido con el Nobel por ello, pese a que con el tiempo se le devolvería el crédito a Nikola. Es desprendido con su creatividad. Total, siempre pensaría en algo nuevo.
Tesla es un personaje, más allá de la verdad o mentira que haya en este relato. Si escribió, es porque leyó; en la universidad devoró en las largas jornadas las obras completas de Voltaire y se iluminó con Goethe. En su vida plagada de enfermedades recuerda que Mark Twain lo ayudó a vivir, y cuando lo conoció lo hizo llorar con sus palabras y se ganó su amistad. Hay imágenes que los muestran juntos en el taller de Tesla.
"Mis inventos" resulta un libro tan estimulante como egocéntrico. En su diversidad es muy difícil no encontrar zonas de interés. Lo poco programático de Tesla, que trasluce su propia personalidad, le permite reflexionar de todo, incluso da un mensaje sobre la Ley Seca que restringía la venta de alcohol:
"La verdad es que bajo las actuales condiciones de vida, necesitamos estimulantes para hacer mejor nuestro trabajo. Debemos, entonces, ejercitar la moderación y controlar nuestros apetitos e inclinaciones en todas las direcciones. Esto es lo que llevo haciendo por muchos años, intentando mantenerme joven de cuerpo y mente. La abstinencia no ha sido siempre un placer, pero genera grandes recompensas para la vida cotidiana. Y espero que al menos alguien haga suyas estas convicciones".
Estas memorias fueron escritas pasados los sesenta años, donde se describe absolutamente sano. Para muchos, en esa época ya deliraba. Tesla se describe entonces caminando sobre la superficie del suelo. Probablemente en el suelo esté la realidad y flotando con él la narración de "Mis inventos". Quizá el mayor invento es uno mismo.
"El hombre que iluminó el mundo", Nikola Tesla, patentó más de quinientos inventos.
Por Cristóbal Gaete
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