Redes sociales en tiempos de crisis
"Las redes sociales funcionan en base a algoritmos que terminan generando una burbuja en torno a los gustos ya predeterminados del usuario quien sigue a aquellos que opinan igual que él". Jorge Ortiz, Periodista
El debate de lo público comenzó su deterioro cuando las autoridades debieron ajustarse a los cada vez más breves tiempos de la televisión. Esto implicó reducir largos y complejos debates a solo 20 segundos de explicación, que es el tiempo de una declaración en la pantalla chica. La situación empeoró cuando -luchando por la atención de las audiencias- se privilegió dar espacio a quienes dijeran las cosas más polémicas. Y claro, la necesidad por aparecer ahí generó que no pasara mucho tiempo para que los actores se ajustaran a ese nuevo requisito, excluyendo las miradas que por más reflexivas que fueran, eran muy lentas para el formato.
Hoy, el escenario cambió. Los medios perdieron el control absoluto de la información y la gente encontró en las redes sociales una fuente de contenido que ofrece ser más rápido (pues es imposible que la prensa llegue antes al lugar de los hechos que un vecino que estaba al lado y sacó su celular para grabar), y también porque en estas plataformas "se dice la verdad que los medios ocultan", como tantas veces se lee. Este último argumento popular resulta de una ingenuidad que tiene como efecto el debilitamiento del debate público, y aquí los motivos.
Lo primero es no entender que en las redes sociales cada ciudadano se convierte en sí mismo en generador de contenido (rol similar al de un medio de comunicación que tanto se cuestiona) de ahí que lo que observamos es lo que esa persona quiere mostrar, sea o no de forma sesgada. A lo que se suma que aquella primera "verdad" tiende a ser la definitiva, sacrificando así el análisis y contexto que realizan los medios de comunicación serios.
El segundo es taparse los ojos ante lo evidente. Las redes sociales funcionan en base a algoritmos que terminan generando una burbuja en torno a los gustos ya predeterminados del usuario quien, a su vez, termina siguiendo a aquellos que opinan igual que él.
La tercera situación que complica el debate en tiempos donde hacerlo resulta importantísimo, es del dominio de la verdad. Así lo abordó Umberto Eco cuando planteó que "las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel".
Por brusco que sea el comentario del escritor italiano, es evidente que se han perdido dos derechos legítimos al momento de querer construir un debate: el derecho a guardar silencio si se desconoce el tema a debatir y el derecho a estar equivocados. ¿Cómo voy a construir confrontando posiciones si no estoy abierto a que un argumento cambie mi opinión? Es necesario que las redes sociales sean vistas con el mismo ojo crítico que se ven a los medios de comunicación, e incluso más.
El que cada usuario de redes sociales sea generador de contenido acarrea consigo una gran responsabilidad. Por ejemplo, una misma marcha puede tener a una persona transmitiendo en vivo desde el lugar de los manifestantes vistiendo de romanticismo el hecho en sí. Por otra parte, un locatario transmitir entre llantos el saqueo a su local generando con ello empatía entre quienes criminalizan el movimiento, o un carabinero registrar mientras son víctimas de atentados con bombas molotov. Es decir, la opinión de los espectadores se formará dependiendo de cuál de los contenidos vio sobre el mismo hecho.
Claramente, a diferencia de Eco, creo que las redes sociales vinieron a democratizar el acceso a la información. Pero también, no es menos cierto, que empobreció el debate público, y eso hay que revertirlo. El camino para eso es complejo, pues las redes sociales no son más que el reflejo de la sociedad individualista en la cual nos tocó vivir. Somos hijos de un sistema económico que determinó que nuestros sueños giran en torno a la adquisición de bienes. Meta individual o "para los míos", pero nunca para un tercero. A raíz de lo anterior, hemos perdido la capacidad de construir sueños colectivos, y eso hay que revertirlo.
Es momento de reencontrarnos en persona, como se ha generado en estas manifestaciones. Entender que debe primar la relación con el otro aceptando sus diferencias. Estamos frente a una oportunidad de vivir cambios profundos en nuestro país, y eso exigirá también cambios profundos en la forma de relacionarnos pues de lo contrario, solo tendremos un espejismo de sociedad construida solo sobre un montón de individualidades, y eso nos impedirá avanzar hacia un mundo mejor que le que recibimos.