La acción de la clase política
Lo obrado el viernes por los representantes de los partidos fue lo correcto y es lo que debe seguir haciéndose; fue de cara a la gente y es una muestra de madurez. Quienes critican y mienten respecto de un supuesto acuerdo oculto o segundas intenciones no entienden y no saben cómo funciona todo esto. La organización del Estado mismo es lo que está en juego.
El pasado domingo, en Santiago, cuatro representantes del Frente Amplio, entre ellas la excandidata presidencial Beatriz Sánchez y la diputada local Catalina Pérez, fueron hostigadas por manifestantes, quienes les reprocharon su apoyo a la firma del acuerdo para una nueva Constitución.
Son los costos y consecuencias de un país que continúa dividido, que no confía en la clase política y donde una minoría percibe que debe mantenerse el conflicto, quizás con qué objetivo.
Lo obrado por los partidos políticos el viernes pasado fue correcto, es lo que espera la mayoría del país y es lo que deben hacer los representantes de la ciudadanía: llegar a consensos posibles. No se trata de ningún acuerdo espurio o en las sombras, tal como algunos lo sugieren, tampoco un portazo a las demandas sociales.
Resulta insólito observar comentarios en tal sentido, cuando los parlamentarios hicieron aquello para lo cual precisamente están mandatados. El hecho de que la política se haga cargo del problema, da cuenta de que el sistema comienza a funcionar.
No es aconsejable que los discursos más extremos sean los que prevalezcan e instalen los bordes de la discusión. Lo que debe primar es la acción de la conversación que en este caso funcionó de manera abierta y conocida y así lo entiende el grueso de la ciudadanía que valora lo obrado.
Debemos recordar y enfatizar que la sociedad reclama un trato distinto, aspecto bien resumido en la frase: "No más abusos", lo que se relaciona con las labor que las autoridades deben realizar para el bien común. Eso es lo que dejaron de hacer y así se critica.
El estallido se explica por cuestiones económicas (desempleo, bajas expectativas, incremento en el precio de servicios, entre otros); pero el fondo es político y eso es lo que debe aquilatarse para no errar en el diagnóstico y menos en las soluciones.
Las autoridades deben confiar en que haciendo su trabajo, cada uno desde su vereda, pero pensando en el bien común, Chile podrá saldar este momento y la población entender y recuperar el valor de los partidos y la institucionalidad. Solo los extremos y el populismo ganan si la voluntad no está por los acuerdos.