Esta semana estuvo en Antofagasta y Calama Bernardo Kliksberg, escritor, economista, sociólogo, asesor especial de la ONU y una de las personas definidas como referentes de la Responsabilidad Social Empresarial.
Nacido en Argentina y avecindado en Nueva York, Kliksberg delineó algunas de las macrotendencias que imperan en un mundo que nos resulta ajeno y difícil de entender. Para ello es apropiado un ejemplo introductorio: Si hasta hace poco las planificaciones de cualquier tipo se hacían estrictamente sobre el comportamiento del pasado, hoy deben ejecutarse en función de las inciertas expectativas futuras.
Las situaciones de confort ya no existen, porque el mundo es complejo y difícil de explicar.
Emerge la inteligencia artificial, las dimensiones temporales están cambiando, la incertidumbre es un fenómeno de los tiempos. Empresas como Amazon, Google o Twitter cambiaron nuestra forma de comunicarnos, mientras nuestra capacidad de prever está cada vez más cuestionada.
La cuarta revolución industrial trae consigo una enorme oferta tecnológica, como nunca antes, pero estas herramientas no implican que necesariamente el mundo será mejor. Kliksberg precisó que malamente no sabemos si el mundo avanza o retrocede en ese objetivo.
¿Cuál es el problema?
El timón de las conductas debiera ser la ética, en personas, la clase política y el mundo empresarial. El hacerse cargo del otro, es una obligación que debiera guiar nuestras conductas.
El avance tecnológico es deseable, pero habrá problemas si vivimos una crisis ética y más aún si pensamos que los avances o el consumo suplantarán normas de comportamiento que hasta hace poco eran básicas, pero que hoy están extraviadas.
El informe del Congreso de EE.UU. respecto del origen de la crisis económica de 2008 fue lapidario, por ejemplo. Avaricia y estupidez pura, citó el escrito recordado por Kliksberg, lo que repetimos con cada una de las tragedias y problemas que nos afectan como seres humanos. Ausencia de valores.
Sin un sentido ético, la vida no puede tener sentido.