Una comuna de nuestra región se convirtió por poco en la ciudad con el primer femicidio de este año. Hoy, desgraciadamente, a pocos días de iniciado el 2019, en nuestro país llevamos cuatro. Más que quedarnos en una cifra, debemos reflexionar por la gravedad de ésta.
Personalmente visito a mujeres víctimas de éstos delitos frustrados, que tienen la suerte o la oportunidad que Dios les dio de quedar vivas, frente a actos atrozmente violentos, con desquicios que nadie, en su sano juicio, puede entender cómo un hombre puede llegar a cometer tal nivel de agresión hacia aquella persona que eligió amar, cuidar, defender y respetar.
Al conversar con ellas, visualizo el grado de vulnerabilidad en que se encuentran sometidas a diario, quienes desgraciadamente sufren la violencia de género, rodeadas por un sentimiento de desamparo, angustia constante, inseguridad y desprotección. Esto nos impele como sociedad acercarnos más e irrumpir con determinación a nivel de núcleo familiar, de cercanía o en el vecindario donde se escuchen, vea, o sientan estas situaciones.
Ese es el llamado que debemos hacernos, desde la perspectiva de la responsabilidad personal que tenemos con nuestro entorno y como sociedad. Acoger esos gritos de silencio, que por años tratan de ser escuchados. Sin duda que la institucionalidad de nuestro país para atender y controlar este tipo de delitos es perfectible; no obstante ello seguimos trabajando por empoderar más a la sociedad a través de talleres y capacitaciones, en afinar nuestros sentidos para detectar a tiempo y escuchar estos casi imperceptibles llamados de auxilio.
En pleno siglo XXI aún tenemos una sociedad que gira en torno a una cultura patriarcal, basada en una forma de organización social donde la autoridad y el liderazgo son ejercidos por el hombre, con estereotipos rígidos y modelos de género donde son ellos los que generan confianza en sus redes desde un comienzo.
En los Centros de la Mujer y el Centro de Reeducación a Hombres de SernamEG, tenemos ejemplos claros de superación y quiebre de este tipo de patrones culturales y estereotipos patriarcales. El entendimiento del respeto, por una parte, el control de impulsos, por otra, y la decisión de cambio al entender el error de concepción de ver a la mujer como parte de su propiedad y dominio, son los principales trabajos que realizamos para ir en la senda correcta del cambio de nuestra organización social.
Claudia Meneses Oliva
Directora regional SernamEG