Periplo por un pañuelo
Ni había llanto que enjugar ni cueca que bailar. Esa añeja costumbre de usar pañuelo en el bolsillo trasero, me movió a intentar comprarlos. De tela. Blancos si era posible. No me acostumbro con los desechables, mentolados, pequeños, pero excesivamente cursis. Tampoco sirven para improvisado vendaje.
Sin embargo, adquirirlos fue una tarea de sumo compleja. Tiendas y paqueterías no los tienen en sus anaqueles. Muchas recorrí con la intención de comprarlos. Y en esas muchas, la respuesta fue la misma. No los había. Incluso en un pequeño local, alguna dependiente los confundió con pañales…
Ante tan flagrante equivocación, me imaginé zapateando una cueca con un pañal al viento, ondeando entre tamboreos y huifas. Pensé en lo ridículo que sería agitar un pañal para despedir a un familiar que emprende un viaje…
Es que los pañuelos escasean. En mis años escolares, el profesor nos formaba en la puerta de la sala de clases, nos revisaba las uñas, las orejas, los tobillos, los zapatos lustrados y el pañuelo (doblado e impecable). Hoy, si un docente asume esa actitud formativa, es denunciado por los padres y sometido a las penas del infierno… Y los empleadores -sin dudarlo- lo ponen "de patitas en la calle". O sea, cesante.
En aquellos años, los alumnos usábamos pañuelos marcados con "cuesco de palta", pigmento que servía para identificar la pequeña prenda. Ellas, los usaban bordados, labor doméstica que se ejecutaba en clases. Un pañuelo blanco o de color, acomodado en el bolsillo alto del vestón, servía para complementar el traje del varón.
Poco a poco, el pañuelo ha perdido presencia. Los de tela, han sido desechados por considerarlos antihigiénicos. Así se les lave con cloro y el planchado los deje perfectamente plegados. Con el tiempo, habremos de acostumbrarnos a los pañuelos de papel.
De a poco, los pañuelos se irán convirtiendo en un añejo recuerdo que se empleaba en otros tiempos… Y habremos de despedirlos…. ¿Agitando los pañuelos?
Jaime N. Alvarado García.