El mundo cristiano vive Semana Santa, se prepara una vez más para meditar los últimos días de Jesús en esta tierra, días marcados con un gran simbolismo que nos invita a meditar acerca de su Evangelio, que es realmente el único camino para seguirle a la vida eterna.
Siempre me han llamado mucho la atención las estaciones del Vía Crucis, camino doloroso tan antiguo y a la vez tan actual. En la primera estación, Jesús es condenado a muerte; injustamente, hoy esa fuerte y dolorosa condena la llevan en sus vidas miles de personas que de una u otra forma ven sus vidas condenadas a muerte ya sea por el hambre, la explotación de personas, aprisionados en enfermedades incurables.
En la segunda estación, Jesús es cargado con la Cruz, así mismo, hoy cada ser humano lleva su propia cruz, muchos la disimulan con recato resignado. En la tercera estación, Jesús cae por primera vez; y en su camino cae por dos veces más, bajo el pesado madero mortal. Quién no ha caído también por una o más veces en el caminar por esta vida, lo importante es tomar fuerzas y ponernos de pie.
En la cuarta estación, Jesús se encuentra con su madre, la Virgen María, tan sólo intercambian una mirada que habla mil palabras. Este encuentro es conmovedor y remece a su madre al extremo. Hoy, al igual que en ese día, cuántas madres ven a sus hijos presos del flagelo de las drogas, la pobreza, el alcoholismo, la desesperanza, privados de libertad por sus propias faltas; pero al igual que la Virgen, son madres y su amor es insondable y por lo tanto, se conmueven al extremo por el dolor de sus hijos.
En la quinta estación, Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la pesada Cruz, cuántos cirineos hemos encontrado, personas cercanas y en ocasiones de quienes menos lo esperábamos, que nos han ayudado con nuestra propia cruz o bien, en más de una ocasión, nos hemos reconocido como el verdadero Cirineo, cuando nos ha conmovido la Cruz de un amigo que lleva una pesada Cruz, representada en grandes dolores del alma o duras enfermedades que aquejan su diario vivir. Cada estación de la vía dolorosa, se asocia a la vida de cada uno de nosotros hoy en día.
Vivimos una semana especial, esperemos que esta sea una ocasión de encuentro con Dios y con nuestras propias familias y nuestra propia vida, para ofrecerla cada día con más generosidad a nobles causas que aporten a la paz y a la construcción de un mundo más humano.
Martín Bretón Olmos
Magister en Política Educacional