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"El secreto del Dresden", de Alberto Rojas Moscoso

Cuando la historia toca a la puerta

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- ¿Qué descubrió del Dresden, que lo asombró?

-Mientras escribía, nunca le comenté a mis padres sobre la trama, pero una vez que mi madre la conoció, me contó que su abuelo Vicente Moscoso (mi bisabuelo) había conocido a un tripulante del Dresden y que incluso lo llevó a vivir a su casa un tiempo, en Santiago. Cómo se conocieron, cómo se llamaba y por qué lo alojó en su hogar, no lo sé. Sin embargo, eso refuerza mi idea de que en cada familia chilena hay relatos que entroncan con la "gran historia" de Chile.


En resumen

- ¿Es más complejo inventar un mundo o recrear un episodio real?

-Son dos caminos diferentes. Crear un mundo fantástico exige un trabajo largo y complejo para que sea creíble, dentro de su ficción. Debe tener su propia geografía, costumbres, idiomas, religiones, condiciones climáticas, etc. Pero escribir una ficción basada en hechos históricos exige un trabajo de investigación previo, conocer a los protagonistas, las fechas precisas. Y después de eso, teniendo clara la realidad, uno comienza a construir la trama de la novela.

- ¿Le parece que nuestro país tiene otras historias ocultas para rescatar a través del thriller histórico?

-Sin duda. Desde el robo de la espada de Bulnes hasta el mito de la Ciudad de los Césares, Chile tiene numerosas historias reales y ficticias que pueden servir de base para un thriller. La desaparición del teniente Bello, los viajes que los nazis hicieron a Chile buscando objetos arqueológicos, o que Butch Cassidy y Sundance Kid habrían asaltado un banco en Antofagasta en 1907, son otros ejemplos de eso.

3 preguntas

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El hundimiendo en el archipiélago Juan Fernpandez en medio de la Primera Guerra Mundial detona el thriller histórico "El secreto del Dresden" (Ediciones B), séptimo libro de Alberto Rojas. Se trata de una vertiginosa persecución encargada por un magnate sin alma.

2

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jorge sanchez

Cuando Jim Carrey no quiso dejar de ser Andy Kaufman

Netflix estrenó "Jim & Andy", un documental sobre los comediantes Jim Carrey y Andy Kaufman, y sobre cómo se cruzaron indirectamente a través de una película. Un ensayo sobre identidad, soledades, máscaras y redenciones que mira a "F for Fake", la obra maestra de Orson Welles.
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Desde el suicidio de su ex novia Cathriona White en el año 2015, Jim Carrey se ha mostrado públicamente como un tipo taciturno y aburrido de las banalidades de Hollywood. La actitud ha coincidido con su ausencia en la pantalla. Desde la tragedia hasta la fecha sólo ha actuado en dos películas: "The bad batch" y "True crimes", ambas alejadas de la comedia física que acogió al actor en sus años más exitosos.

El documental "Jim & Andy", dirigido por Chris Smith y estrenado en Netflix, narra la gloria y caída de Carrey mediante una brillante analogía: su encarnación del comediante Andy Kaufman en la película "Man on the moon" (1999), de Milos Forman. El rescate de un making of que los estudios Universal no querían mostrar para proteger la imagen pública de Carrey nos revela ahora los pormenores de un rodaje que marcó un hito en su carrera. Es que el actor se involucró tanto con Kaufman que no lo abandonó durante el rodaje. Fuera del set hablaba como él, confundía a Forman y a los productores con excentricidades, se negaba a volver a ser él mismo. Tras una escena en que Kaufman está debilitado por el cáncer que se lo llevó en 1984, vemos que Carrey tiene problemas en pararse de la silla de ruedas después del "¡corten!". Se desplaza hacia su camarín como si estuviese gravemente enfermo.

Andy Kaufman (1949-1984) era constantemente devorado por los personajes que encarnaba. Cuando se transformaba en Tony Clifton -un rudo y decadente cantante de Las Vegas- se volvía agresivo aunque fuese en medio de una reunión con agentes televisivos que no entendían por qué había aparecido con maquillaje y disfraz. Las múltiples personalidades que adoptaba volvía aún más extraño el humor poco convencional que comenzó a desarrollar en clubes de comedia. Una vez, por ejemplo, leyó "El gran Gatsby" completo ante el espanto de una audiencia aburrida.

En el set de "Man on the moon", Carrey adoptó también los personajes que les dejó su retratado. Solía provocar a técnicos y actores disfrazado de Tony Clifton y llegó incluso a desatar la furia de de Jerry Lawler, el mismo luchador que le rompió el cuello a Kaufman en una pelea sobre el cuadrilátero.

Con habilidad e inteligencia, Smith construye una película sobre apariencias y engaños que, de alguna manera, sigue la pauta de esa obra maestra que es "F for Fake" (1975), de Orson Welles. Entrecruza las vidas de dos maestros de las máscaras que se entregaron a la vulnerabilidad cuando no pudieron seguir usándolas. El único momento en que el personaje de Kaufman se pone serio en "Man on the moon" es cuando descubre que está enfermo. Para Carrey, en tanto, la actuación es una forma de alejarse de sí mismo. Uno de los mejores instantes de "Jim & Andy" es cuando el actor confiesa que cayó en una profunda depresión cuando terminó el rodaje. Tenía que volver a ser Jim Carrey y no estaba seguro de si quería serlo. Ahora lo vemos sin adornos, con una barba de meses y una melancolía que lo carcome. El protagonista de "La máscara" tuvo que aprender a llorar para convertirse en un gran comediante.

En "Jim & Andy" Carrey no deja nunca de actuar, ni siquiera cuando "se apaga la cámara".


en resumen

Por Andrés Nazarala R

Jim Carrey estuvo alejado de la comedia tras el suicidio de ex su novia Cathriona White. Ahora Netflix estrena "Jim & Andy", documental que florece después del duelo.