La gran mayoría, si no nos ayudamos entre todos, puede quedar al garete"
CULTURA. Autor presentará su nuevo libro a las 10 horas de este viernes 31 de marzo en el salón de Diario El Mercurio de Antofagasta. El texto está disponible en Amazon y Google Play, entre otros.
"Mucha transacción, poca solidaridad. Mucha ley, poca ética. Mucho cálculo, poca innovación", reza la bajada del nuevo título de Mario Valdivia.
El economista y coach que irrumpió en la literatura con las aventuras del comisario Óscar Morante y los títulos "Un crimen de barrio alto" y "tres balas para el diputado", entre otros, vuelve con un giro inesperado y hoy presenta "Un sándwich de pan con pan", un análisis político, económico, social y muy personal que intenta explicar las complicaciones derivadas de la "avalancha neoliberal" en el mundo, pero más en nuestro país.
Se trata de un texto íntimo, pero fundado en años de reflexiones, lecturas y conversaciones. Un aporte a la incomodidad e incertidumbre de los años que vivimos.
Propuesta
¿Qué lo llevó a escribir el libro? Da cierta impresión que es una reflexión de años... O como lo dijo: "se apestó de estar apestado..."
- Sí. Y de contribuir al apestamiento generalizado. De apuntar con el dedo a los políticos, los grandes empresarios, el gobierno, las elites…, lo que sea. Siempre a otros, a los demás - culpables nunca faltan -, sin procurar desentrañar mi responsabilidad por lo que hemos hecho entre todos, o que no he sabido cómo evitar, o que me tranquilizó durante demasiado tiempo. Y procurar entender, no para asumir honores ni culpas ni responsabilidades, no para atacar ni defender, sino para contribuir a mirar de más atrás - si fuera posible - y ayudar a aliviar la peste de desconfianza mutua que nos embarga. Ojalá… Es extraña tanta modernidad tan apestadora.
Partamos por lo que me parece elemental.... ¿Cuál es el problema con el neoliberalismo?
-Produce una distribución del ingreso y el poder que muchas personas consideran escandalosa. El aumento ilimitado de la riqueza individual contrasta con el empobrecimiento del bien común - en especial la ética compartida y la solidaridad, el sentido de comunidad, de "nosotros". Produce unos pocos muy exitosos y una gran cantidad de dejados atrás, de marginados, de "losers".
El libro contiene un estado de ánimo que podría calificarse de "sombrío"... ¿Es así?
-No me gustaría que produjera un ánimo como ese. Pero no está en mis manos. Lo escrito, escrito está. Ahora, no es tan difícil darle una mirada "poco optimista" al futuro cercano, ¿no cree?
Lo que me parece que produce un ánimo verdaderamente oscuro es tener que aceptar que la trabazón globalizada neoliberal constituye una institucionalidad natural, una estructura que pertenece al mundo de la naturaleza y obedece leyes tan inmutables como las naturales - como no se cansan de explicarnos nuestros economistas científicos -. Por lo tanto, que es intocable, que es muy poco los que los seres humanos podamos hacer para rediseñarla; que todo intento por hacerlo constituye "populismo", o quizás algo aún peor. Un ánimo que inmoviliza.
Explica que el problema es tratar de convertir el "ser humano económico" en el "ser humano total". ¿Qué quieres decir con eso?
-Que todas nuestras las relaciones son convertidas en relaciones de intercambio - tanto te doy, tanto pido a cambio; en educación y salud, por ejemplo, pienso que lleva al desastre; en el extremo, se destruyen las relaciones de intimidad, la gratuidad y el amor. Que nuestra vida entera se convierte en el afán por maximizar nuestro beneficio individual; vemos a lo que eso lleva en la previsión social; en una sociedad dividida entre ganadores y perdedores, con pocas fuentes alternativas de reconocimiento e identidad… Que el mundo entero es tratado como una colección de recursos: no se trata la ecología ni la diversidad biológica como algo especial, por ejemplo, tampoco nuestra "huella" en la red, en extremo, tampoco nuestro genoma. El ser humano económico, desnudo, nos lleva a la barbarie.
Solidaridad
Valdivia precisa que la "revolución neoliberal" se instaló en todo el mundo en los años 70 en el mundo, aunque en Chile, lo hizo más "integralmente".
En todas partes produce lo mismo: aumentan los ingresos, empeora gravemente la distribución, se corroe en sentido de comunidad, crecen la soledad y la inseguridad ante el futuro, el malestar se multiplica.
"Creo que lo peor sería que, entre quienes aprecian la democracia y el mercado, se produzca un diálogo de sordos - "populistas" de un lado, "elites liberales" de otro -, que abra paso a expresiones minoritarias facistoides, racista y xenófobas", aprecia.
Sostiene que los mercados libres y leyes democráticas no son suficientes para construir una sociedad como la que añoramos los chilenos. ¿Qué esperamos los chilenos?
-No hablo por ellos, por supuesto. A mí me gustaría construir una sociedad tan libre como solidaria. Chile es un país pequeño y frágil, los chilenos y las chilenas navegamos, como todos, en un mundo globalizado enorme, tormentoso, contingente, incontrolable, desafiante. Solos, relacionándonos exclusivamente a través de leyes y transacciones, estaremos perdidos. Unos pocos podrán salir adelante, los que tienen acceso, los que se encuentren bien posicionados, los suertudos.
La gran mayoría restante, si no nos ayudamos entre todos, puede quedar al garete, marginada, dejada atrás. Por el contrario, enfocados en propósitos compartidos, "nuestros", podemos abrir grandes posibilidades valiosas para todos. Me gustaría una sociedad en la que nos tomemos en serio el hecho que moverse en el mundo global puede emprenderse como una tarea común, en la que nadie es dejado atrás y en la que todos nos exigimos excelencia.
Salta la ética, que dice, no es compartida. ¿Triunfó, entonces, el individualismo, el consumidor?
-Veo un mundo muy individualista, de individuos aislados, desperdigados, solos. Con el neoliberalismo, triunfa un individuo afanado, unilateralmente, por su éxito personal, por su bienestar económico. Desolador, ¿no?
¿En qué termina todo esto?
-Dios dirá. Ahora, obviamente puede terminar mal. Hoy, el ambiente mundial no se ve muy bien, que digamos. Sin embargo, si escribí este libro, es porque, siento que vale la pena procurar entender para inventar salidas, nuevas maneras de relacionarnos y cambiar las cosas. Al final, prima la esperanza de que, pase lo que pase, sabremos salir adelante de todas maneras. Lo único que creo que no debemos permitirnos es echarnos a llorar o procurar desentendernos de todo, enterrando la cabeza en la arena. Estamos todos a cargo…, ¿quién más?
"Si escribí este libro, es porque, siento que vale la pena procurar entender para inventar salidas, nuevas maneras de relacionarnos y cambiar las cosas"."
"Me gustaría una sociedad en la que nos tomemos en serio el hecho que moverse en el mundo global puede emprenderse como una tarea común"."