Un retrato de Valparaíso desde los submundos literarios
El escritor porteño Cristóbal Gaete habla de "Crítico", su nuevo e inclasificable libro de memorias y de personajes cuya locura hace propia. En los textos mezcla ensayos, fantasías, confesiones y realidad.
En "Crítico" (Garceta Ediciones) -libro flamante e inclasificable que sucede a "Paltarealismo", "Valpore" y "Motel ciudad negra"- sobrevuelan varios de estos personajes encadenados en vida, y muerte, al imaginario del viejo puerto. El texto "El mito poético de una ciudad sobre un cuerpo" recuerda a Arturo Rojas, quien se suicidó hace algunos años. Más adelante, Gaete le dedicará líneas a Ximena Rivera, poetisa que cuidaba autos afuera del Consejo de la Cultura y que habría muerto por negligencia médica, o al librero y escritor Óscar Farías Hassen.
Pero "Crítico" no es un libro típico de crónicas porteñas. Su compromiso con la memoria subterránea de Valparaíso se ve potenciado por textos autobiográficos y ficciones, como un relato en el que Mick Jagger sueña con que es el poeta chileno Rodrigo Lira. El gran suicida de las letras chilenas abre así una colección indomable de ensayos, fantasías, confesiones y memorias.
"Pienso este libro como un ensamble, desde ahí su lógica, que comienza desde afuera para ir hacia dentro", analiza Gaete, uno de los escritores porteños más reconocidos del panorama. "En mis otras obras ya era una tendencia el filo entre la realidad y la ficción, o, mejor dicho, la hipérbole de la realidad y la verosimilitud de la ficción", agrega.
Máscaras
"Escribo estas espurias memorias críticas en cualquier lado, esperando al dentista, atascado en el paso Libertadores, incapaz de mirar las montañas. Pesando en Antonio Di Benedetto y la entrevista que le dio a Günter Lorenz", apunta Gaete más adelante, subrayando el carácter autorreferencial del libro.
"Permite reflejarme en las personas o personajes que lo habitan, ser justo con ellos; su locura literaria es también la mía", destaca. "La lectura lineal de los otros libros me empujó a esta posibilidad, porque de todos modos iba a ser leído así. No me siento expuesto, todas son máscaras para destrozar la posibilidad de un libro de cuentos como antes lo hice con la novela. Soluciono argumentos imposibles con poesía intimista, por ejemplo. Me interesa más mostrar mi utilería que otra cosa, los sedimentos de mis lecturas, mi proceso que escupe este objeto artístico. Entendiendo este libro como un proyecto, el tono confesional es útil de manera unívoca. Yo siempre estoy en otra".
-Transmites una imagen bastante desencantada del oficio de escritor. ¿A qué responde?
-Quizá el mundo tenga una imagen cool de lo que es ser escritor, pero es un oficio bastante miserable. Eso tiene que ver con el sistema económico chileno en general y con el editorial en específico. A mí, que trabajo desde la casa la mitad del tiempo, me llaman en cualquier momento pensando que no hago nada, creyendo que soy un cafiche del Estado, o me piden que escriba gratis porque puedo hacerlo. En cualquier oficio, después de 15 años de tomárselo en serio daría resultados, pero en este no; somos topos ciegos buscando algo bajo tierra. Probablemente el reconocimiento a mi escritura me impida aceptar la realidad, que tengo talento y no puedo vivir de él. Igual, viendo a otros escritores que no lo tienen, no sé cómo aguantan.
-Tu relación con Valparaíso es compleja, dicotómica…
-Creo que Valparaíso está en disputa fuera del discurso patrimonial, en lugares híbridos, como el final del cerro donde se sintetiza la influencia rural de la migración chilena o dentro de las galerías en el centro. Creo que es un lugar pequeño y vivible, dinámico, que está siendo modificado con la migración latinoamericana, que es la única que faltaba. Me imagino parte de un grupo de personas que no abandonan esta ciudad porque saben que hay algo en ella, que da y quita. De seguro, diluye el tiempo, nos permite no envejecer y nos protege de la ferocidad del status quo en que vive gran parte del resto de Chile. Para mí, es una musa insondable.
Cristóbal Gaete incluye en "crítico" relatos autobiográficos y también ficción.
Por Andrés Nazarala R.
"Yo soy un escritor, puedo hacer lo que quiera. Escribo mi literatura marginal y tengo una chaqueta de cuero que tiene pintada en la espalda las letras estilosas de una banda de rap pistolera", escribe Cristóbal Gaete al comienzo del cuento "Maldito", retratando con ironía la actitud de ciertos poetas porteños que les dan a sus propias obras un valor mesiánico. Borrachos, predicando en lecturas poéticas armadas en bares, pretendiendo cambiar el mundo desde la palabra, muchos se han visto enfrentados, sin embargo, a los golpes del fracaso y la tragedia.
Raul Goycoolea Dinnigan