Nicomedes y los chinos
Nicomedes Guzmán, en su novela "La luz viene del mar" (1963), ambientada en el barrio El Colorado, de Iquique y en la pampa salitrera, es el único que en sus páginas le otorga a los chinos identidad, historia y destino, aunque reforzando el estigma. Unos de sus personajes, trágico en su destino, Sergio Lin, es definido como: "hierático, comenzaba a saborear el opio, que todo lo realiza con sus sólidos y dulces sopores".
El personaje (le) sirve para tratar el tema de la llegada de los chinos al norte. Fiel a la realidad de la época, el novelista constata la desgraciada vida en las guaneras, y le agrega el elemento de la rebelión, por vía del escape: "Lin huyó del infierno de la extracción del guano, después que descubriera un cementerio de chinos detrás de un caserío derruido".
El novelista, no escapa a su condición de varón. Pinta la imagen de la mujer china con rasgos diminutos; tiene nombre y se llama Clementina Hiut. Pero es una chinita, nótese el uso del diminutivo, Eudocio el personaje la piensa como "ratonzuela deliciosa".
Si el chino Lin arrancó de las guaneras para hallar su libertad, su signo trágico habría de manifestarse en su desdichada vida amorosa. Al suicidarse, manifiesta su destino trágico. La tragedia en las guaneras (de Pabellón de Pica) o en el amor, representan una línea de continuidad con el ethos oriental; "se ahorcó con unas mechas de lámparas… Se colgó de unas de las vigas de su propio cuarto".
La mala suerte de los orientales en estos parajes, se constituye en otro tema de identidad. El suicidio del chino Lin representa muy bien, la imagen que escritores "progresistas" ayudaron a construir de este grupo. La muerte aparece como la única forma de evitar el sufrimiento. Pero no solo los chinos padecieron el estigma, también los indios y las mujeres, que eran vistos como bárbaros o débiles.
La mentalidad de la época veía a la sociedad entre barbarie y civilización, donde las ideas de Darwin permeaban el imaginario.
Bernardo Guerrero J.