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En busca del mexicano que hizo llorar a Bob Dylan

Tras su paso por el Festival de Berlín, Netflix estrena "Güeros", una road movie en blanco y negro sobre procesos iniciáticos, huelgas estudiantiles y los misterios que envuelven a un artista olvidado.
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Tomás, quien pasa por esa etapa en que la niñez se encuentra con la adolescencia, prepara una bomba de agua en la azotea de una casa y la arroja sobre una joven que arrastra el coche de su hijo recién nacido. El impacto es perfecto. A continuación veremos al agresor junto a su madre, quien le informa que tendrá que abandonar Veracruz y mudarse al DF junto a su hermano. El director Alonso Ruizpalacios instala así la ingenua rebeldía del rock and roll -y el clásico choque generacional- en los territorios de la infancia. Es el comienzo de "Güeros", sorprendente película mexicana que, tras su paso por el Festival de Berlín, ha aterrizado en Netflix para reclutar nuevos admiradores.

Lo que sigue es una suerte de road movie intraurbana a través de Ciudad de México junto a Sombra (el hermano de Tomás) y Santos, dos jóvenes entregados al ocio por culpa de un paro estudiantil que se han tomado la universidad. Ellos no participan. "Estamos en huelga de la huelga", dice uno.

Ruizpalacios adopta el blanco y negro expresivo del cine indie de los 90 para construir una película generacional marcada por la nostalgia. "Güeros" es un homenaje a los cassettes, las revueltas juveniles y las canciones de antaño. Estas, de hecho, llevan a los protagonistas a salir en busca de Epigmenio Cruz, un cantante olvidado que, según cuenta la leyenda (en la ficción), una vez hizo llorar a Bob Dylan.

Acogiendo un espíritu rupturista similar al de la Nouvelle Vague, el director se dedica a aprovechar las posibilidades de la cámara, explorar las formas y sabotear constantemente su propia película en beneficio de un artefacto posmoderno. En una escena, los personajes critican las películas en blanco y negro que se hacen en Latinoamérica para complacer a los europeos; en otra, establecen un diálogo sobre el guión de la misma cinta que vemos como si estuviesen grabando un making off. El artificio cinematográfico es develado en beneficio de un juego de realidades que apunta acaso al mismo mito que envuelve a Epigmenio y mueve la ficción. ¿Es verdad lo que cuenta la leyenda? ¿Es real el cine o una mera representación?

Lo cierto es que en los 60, antes de alcanzar la fama, Bob Dylan realizó un viaje parecido en busca de su ídolo Woody Guthrie. Lo encontró enfermo y moribundo en un hospital de Nueva Jersey. La historia cuenta que el joven trovador le cantó una canción y que su mentor le entregó una tarjeta con un mensaje curioso: "No estoy muerto aún". Es un mito anclado en el corazón de la música popular que "Güeros" toma como inspiración para alcanzar vuelo propio y reflexionar sobre el cine, además de retratar los impulsos juveniles en medio de la inmensa, caótica y fascinante capital mexicana. Toda una revelación.

"Güeros" está grabada en blanco y negro.

alberto Ruizpalacios.


EN RESUMEN

"Güeros" está ambientada en 1999 y es el primer largometraje de Ruizpalacios, quien ha hecho cortos, una serie y un documental para televisión. Ahora trabaja en su próxima película, "Museo".

Por Andrés Nazarala R.

netflix

Eduardo Verdugo / AP

EN RESUMEN

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-¿Cómo nació "Ni tan Santos", esta última colaboración con Alberto Montt?

-Los 60 personajes de este libro/set de postales, son producto de 12 horas de trabajo en el departamento de Alberto con agüitas de hierbas, galletas con leche, alguna cerveza, música latina y materiales para la ocasión. Cada uno empezó, al mismo tiempo, lo que hizo el otro con alguna línea; luego fuimos dejando estos dibujos por toda la mesa y cada uno agarró el que le parecía, aportando algo hasta que, tras un conciliábulo, o 15 segundos sin agregar ni un punto, lo dábamos por terminado. Los nombres fue el ejercicio final, los bautizamos en el proceso.

"Ni tan Santos" (Hueders) es la tercera colaboración de los dibujantes Francisco Javier Olea y Alberto Montt y la primera que es libro/postal. En el santoral hay diablos que son ángeles, ángeles que son diablos y santos ni tan santos, como Santa Mokito Nosuda, patrona de la sinusitis, San Apologio de Scuzi, patrono de los que nunca son, y San Vladimiro Soto, patrono de los que tienen nombres y apellidos que no pegan.

-¿Cómo te preparas para dibujar?

-Dibujar es una necesidad constante. Lees el diario, ves las noticias, te cuentan algo que te remueve y te dan ganas de dibujarlo, interpretarlo, buscarle una lectura gráfica. El dibujo me permite hablar desde distintos personajes, crear desde lo más básico. Más que una inspiración divina o una musa eficiente, que está ahí en lo cotidiano, es ir al gimnasio y ejercitar un músculo que muchas veces no tiene que ver con el dibujo, sino con la capacidad de reflexión. Es una obsesión encauzada que pasa a ser un medio, una forma de expresión. Si la inspiración no está en tu propia historia es cosa de buscarla en la del de al lado.

-¿Cómo te aproximas al retrato?

-Siempre he rayado con los rostros y me parece alucinante cómo se configuran. Pocos elementos combinados y dispuestos con pequeñas alteraciones logran personajes únicos. Más complejo es dar con el espíritu de los retratados y eso se logra mirando muchas fotos y ángulos, hasta que compruebas que hay algo en la mirada, en la sonrisa, en la forma de agachar la cabeza, algún rictus que es propio de cada uno. Cuando das con eso hay un "clic místico", algo medio incomprensible que te dice "ahí está el personaje", y ya no hay nada más que hacer.

Olea aseguró que "ni tan santos" es producto de 12 horas de trabajo junto a alberto Montt.

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sergio lopez