Inmigración I
He leído con detenimiento el reportaje publicado en la edición del domingo 4 del presente, cuyo título es "Un día como colombiano entre los antofagastinos", escrito por el periodista Cristian Morales. En el artículo se lee textualmente: "La mayoría de los cafeteros en la ciudad llegaron desde el Valle del Cauca, específicamente, del Puerto de Buenaventura, una especie de Valparaíso colombiano". Hasta allí la cita textual.
En mi condición de hijo adoptivo de la ciudad-puerto, patrimonio de la Humanidad, elevo mi protesta por la burda comparación que el articulista hace al comparar el Puerto de Buenaventura con la ciudad que me acogió ya hace 25 años y revela, además, un desconocimiento de las realidades de ambas ciudades.
En efecto, no cabe ninguna semejanza, como el articulista pareciera pretenderlo, dado que, el Puerto de Buenaventura es una ciudad con un altísimo índice de violencia urbana y una de las más altas tasas de homicidio en la nación colombiana y en Latinoamérica, lo cual no sucede ni remotamente en Valparaíso, capital cultural de Chile, a disgusto y molestia de muchos, y que presenta los mismos problemas y dificultades que muchas de las ciudades de Chile, como mi ciudad de origen, Tocopilla, pero en caso alguno es una ciudad peligrosa y en que la vida de las personas esté expuesta a asaltos, secuestros y otros latrocinios y no pueda crecer y desarrollarse, como si lo ha hecho y teniendo muchos menos recursos que la Región de Antofagasta para ello, amén de su desarrollo cultural y universitario.
El "problema" de la migración colombiana "que los afecta" no se resuelve pidiendo la expulsión de los colombianos y tratándolos como indeseables y/o basura; se resuelve con campañas que hagan que la ciudad los acoja y los haga sentir partícipes de su devenir y desarrollo, para que se identifiquen con ella y Antofagasta deje ser lo que por muchos años ha sido: una ciudad sin identidad alguna, aunque algunos pretendan mostrarla como la meca del desarrollo económico, producto del "boom" de la minería.
Juan Espinoza Barrio
Inmigración II
El racismo y la xenofobia se curan viajando.
Ramón Leiva
Triunfo el No
La Nueva Mayoría realizó una actividad en Teatro Caupolicán en la ciudad de Santiago con motivo del triunfo del "NO", mi consulta es ¿alguien escuchó la canción?: "Oye, la alegría ya viene", parece que no la cantaron, la razón es que al parecer esta nunca llego, sino es cosa de preguntar en las mineras de la Región.
Roberto Espinosa Fabres
Rosita Serrano
La conexión de Rosita Serrano con Antofagasta nos era totalmente desconocida y la nota dominical de Don Isidro Morales merece nuestra admiración y agradecimiento. Nos sorprende el apodo "voz de hacha" que él indica, pues Rosita era conocida como Die Chilenische Nachtigall - el Ruiseñor Chileno.
En nuestra aficionada opinión, y comparando iguales canciones, la calidad interpretativa de Rosita nos parece muy superior a las de otras divas germanas de la época, tales como Marika Rökk, Ilse Werner, Zarah Leander y la propia Marleen Dietrich.
En 1943 Rosita hizo una extensa gira a Suecia, en plena guerra. Uno de los conciertos, auspiciado por la corona sueca, resultó ser en beneficio de una organización judía. La reacción alemana se transluce en el informe de un funcionario nazi, un tal Dr. May, dirigido a su superior, el Secretario de Estado Körner, indicando que Rosita Serrano "aún no ha sido arrestada" por hallarse en Suecia, y que de encontrarse en territorio del Reich "se espera acusarla de espionaje". En el mismo documento se apunta a Lale Andersen, otra cantante de la época, por su relación con judíos, entre ellos, el autor de la música de la canción "Lili Marleen", pieza que popularizó Andersen, incluso entre las tropas aliadas.
Juan Enrique Pimentel Bunting
Presupuesto
¿Aceptaremos la rebaja unilateral del presupuesto regional? En Santiago no entienden nada y apuestan a que nosotros tampoco haremos nada.
Paola Castillo
Dietas parlamentarias
Las dietas parlamentarias siguen siendo excesivas y las intenciones de reducirlas pierden entusiasmo. Cuando pasa el tiempo se vuelve a mencionar la posibilidad, sin llegar a nada positivo, no hay nadie que tome las riendas.
Joaquín F. Vallejo