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Poca gente vive la minería tan intensamente como Patricio Céspedes. Su vida, desde pequeño la hizo entre su casa y la faena familiar... entorno más cercano que -era que no- también está ligado a la minería y la pampa. Con una basta trayectoria gremial que incluye haber sido vicepresidente de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), director de la misma organización por muchos años y presidente de la Asociación Gremial Minera de Antofagasta (Agrema) durante los últimos 14 años, Céspedes representa lo más genuino de la minería local. Antofagastino como pocos. Nació, fue criado y educado en la ciudad. Una vez egresado del Colegio San Luis -donde cursó toda su educación escolar- Céspedes ingresó a estudiar metalúrgia a la Universidad Católica del Norte. Pero los cerros lo llamaban y tras cuatro años decidió dedicarse 100% a la mina "Elenita II", de propiedad familiar, ubicada al interior de Baquedano. costanera ¿Desde cuándo es minero? - De toda la vida. Nací en 1953 y ando metido en las minas desde el año 1960... cuando acompañaba a mi padre a mensurar. En ese tiempo no existía la costanera, en ese sector donde están las petroleras había ocho plantas de proceso: la Andrómeda, la de Tomás Astorga, Pedro Granic, La Alianza, La Ponderosa y la de un sueco que era una planta de flotación. ¿La familia tuvo algo que ver en esa vocación? - Claro que sí. Mis padres son pampinos, mi padre nació en Pampa Unión y mi madre en Chacabuco. Mi padre era contador, pero le quedaron gustando los cerros y salía en su camioneta a recorrer... recuerdo que mi mamá le preparaba una lonchera con algunas cosas para comer y beber, había que salir bien preparado... incluso los neumáticos se parchaban con un parche a fuego, había que andar con todo el taller arriba. ¿Y usted lo acompañaba? - Sí, claro, cuando me dejaban. Más de alguna vez me escondí en su camioneta sin que se diera cuenta para acompañarlo. unidad popular La mina Elenita II comenzó a operar en 1959 y vendían precipitado de cobre a la Empresa Nacional de Minería (Enami). Sin embargo, el negocio familiar pasó por momentos difíciles durante el régimen de la Unidad Popular. "Cuando llegó el régimen se comenzaron a tomar las minas y pusieron interventores, fue un desastre para la gente que trabajaba en esto". ¿Qué pasó finalmente con Elenita? - Se la tomaron, la planta tuvo un interventor, a mi padre le dio un infarto al corazón y al tiempo murió... no pudimos seguir. Al tiempo se aburrieron y dejaron todo botado, comenzamos a juntar las pocas cosas que nos dejaron, porque teníamos de todo camiones, compresores, cargadores, perforadoras y logramos junto a mis hermanos echar a andar nuevamente la mina. ¿Alguna situación o anécdota que lo haya marcado? - Sí, yo era muy chico y andaba en la mina, entonces durante la tarde llega la hora de la "quemá", que es cuando se hace la tronadura. El jefe de mina avisa a toda la gente y como yo andaba arriba del cerro no escuché... cuando comienzan a salir los tiros y fueron como treinta. ¡No sabía qué pasaba! ¿Se perdió alguna vez en sus expediciones de exploración? - Una vez iba rumbo a la mina en la camioneta y se me cortó el eje. No estaba perdido porque me sé orientar muy bien, pero tuve que caminar siguiendo la huella toda la noche -en pleno desierto- hasta llegar a Baquedano. Partí a las siete de la tarde y llegué a las siete de la mañana. ciclista ¿En qué se entretiene cuando no está trabajando? - Yo disfruto mucho cultivando las amistades, visitando a los amigos, tengo mucho contacto social, pero soy de pocos amigos. Cuando tengo tiempo salgo en mi bicicleta, y con mis dos hijos menores también salimos a dar unas vueltas. ¿Cree que el aporte de los pequeños mineros de la zona no es lo suficientemente reconocido? - Sí. Y nuestro aporte no es menor, fíjate que el año pasado dejamos en Antofagasta por concepto de ventas cerca de US$ 20 millones. Nosotros compramos y contratamos todo acá, fletes, víveres, petróleo, mano de obra... lo que sucede es que acá en la zona hay ocho megaproyectos mineros y ante ellos nos vemos insignificantes. |
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