Próximas elecciones presidenciales
"Volvamos a uno de los ofrecimientos populistas precedentes. La delincuencia: ésta es la que más aflige a los ciudadanos. Es comprensible, todos aspiramos a vivir tranquilos, en paz y sin temor de sufrir un robo, de ser asaltado o ser afectado con otro delito". Carlos Tarragó, Fundador de Corporación Proa
Chile enfrentará en noviembre próximo elecciones presidenciales y parlamentarias. En la decisión a quien favorecer en la urna, no tan solo influyen la orientación cívica de los ciudadanos, sus valores, principios, origen e intereses, sino también lo hacen, y con mucha preponderancia, los discursos populistas que ofrecen la solución de todos los problemas coyunturales. Eliminar la delincuencia en un dos por tres, crecer a un 4-5%, reducir drásticamente la cesantía y las listas de espera, controlar la inmigración ilegal, etc., son algunas de las promesas que se escuchan de boca de candidatos. ¡Quien no quisiera todo esto para Chile!
Además de lo precedente nunca han faltado voces, en todas las elecciones democráticas que ha habido en Chile, que auguran que un eventual gobierno progresista, implicaría la expropiación de los bienes raíces, entre otras medidas falaces. Este discurso maquiavélico, ha surgido una vez más, con especial énfasis en la vuelta de la democracia, pero, que a pesar de haberlo desmentido los seis gobiernos progresistas que han dirigido el país, aún hay ciudadanos que albergan temor. Corolario: el cuco que han instalado los candidatos antiprogresismo ha calado hondo y continuará teniendo preeminencia dado la cobertura de los medios de comunicación y redes sociales, a través de las cuales se informa una parte importante de la ciudadanía.
Volvamos a uno de los ofrecimientos populistas precedentes. La delincuencia: ésta es la que más aflige a los ciudadanos. Es comprensible, todos aspiramos a vivir tranquilos, en paz y sin temor de sufrir un robo, de ser asaltado o ser afectado con otro delito. La delincuencia tiene muchos orígenes y uno de ellos que afecta a grandes bolsones ciudadanos, es la falta de trabajo. Este flagelo está ligado al crecimiento de la economía. Un país que no crece no avanza, en la medida que el crecimiento sea equilibrado y no como en las últimas décadas, donde los favorecidos han sido los mismos de siempre.
Una vez escribí una columna cuyo titular era: "La pobreza sin educación se hereda". En ella me basaba en mi propia experiencia. Estoy más convencido que nunca de esa sentencia. No cabe duda de que, si un joven carece de una educación adecuada para desempeñar una labor que le permita aspirar a un trabajo digno, que le otorgue una renta decente, ese joven no tendrá ninguna oportunidad de salir del cerco de pobreza en el cual ha vivido y se volcará fácilmente hacia actividades ilegales que le ofrecen recursos impensados.
Hoy aquellos políticos que mantuvieron una oposición dogmática férrea contra los gobiernos concertacionistas, no hacen más que recordar con elogios y beneplácito lo avanzado en dicho periodo. ¡Cuánto perdió el país de progresar, si esos gobiernos hubieran concitado el apoyo de quienes ayer lo rechazaban y hoy lo alaban! El dogmatismo de los sectores oligárquicos sociales, políticos y económicos le ha hecho mucho daño al país y, en particular, a los más vulnerables.