Secciones

Fher Olvera, de Maná: "Una mujer no le va a poner una canción de Bad Bunny a alguien que quiere enamorar"

MÚSICA. A 10 años de su último disco con temas inéditos y tras una crisis donde sufrió ataques de ansiedad, dice estar "más motivado que nunca para hacer canciones nuevas".
E-mail Compartir

Efe

Han pasado diez años del último disco con temas inéditos publicado por la banda mexicana Maná, 'Cama incendiada' (2015), y su líder, Fher Olvera, asegura que se encuentra "más motivado que nunca para hacer canciones nuevas", tras un superar periodo de crisis durante el que sufrió ataques de ansiedad.

Sentado en su estudio de grabación en México, Olvera, voz, guitarrista y principal compositor del grupo, explica que el año pasado lo pasó mal -"estaba un poco jodido de la cabeza, de como me sentía"-, pero "ahorita gracias al cielo ya ando bien, y ya estamos haciendo música. Es el mejor regalo que le podemos hacer a la gente".

Y lo es, opina, incluso por encima de la importante labor que la banda, una de las más influyentes del rock en español con cuatro premios Grammy y nueve Latin Grammy, entre otros muchos reconocimientos, ha hecho a través de la Fundación Ecológica Selva Negra que creó hace 30 años para la lucha por el medio ambiente y el desarrollo social.

Aún así, asegura, la música "es el mejor regalo para la gente, es lo le hace sentirse viva".

"Las canciones son las que hacen que puedas moverte y tener memoria en el tiempo, acordarte de tu mamá, de tu abuelo, de tu tía, de tu exnovio, de tu primer amor, de la primera herida de amor que tuviste, que fue la más dura que te pegó y que ahora ya te da risa pensarlo", subraya.

Por ese motivo cree que hay mucha gente joven que sigue yendo a los conciertos de Maná: "el año pasado lo vi y este también, por rebote de sus papás o porque les gustan las cosas que te pueden decir un poco más", dice refiriéndose al reggaeton, qénero que, como ya ha dicho en otras ocasiones, no le gusta "demasiado".

"En honor a la verdad, una mujer no le va a poner una canción de Bad Bunny a alguien que quiere enamorar. Le pondrá 'Vivir sin aire' o 'Rayando el sol' ...", opina.

Alborán y Yatra en disco

Antes de la llegada de ese próximo álbum con canciones inéditas que "se está cocinando" en la cabeza de Olvera, en dos días más, el 29 de mayo, verá la luz 'Noches de cantina', un nuevo disco de versiones, "muy mexicanas", de los grandes éxitos de Maná con colaboraciones.

Son nueve temas en los que han puesto su granito de arena Pablo Alborán, con una "súper interpretación" de 'Rayando el sol', Sebastián Yatra ('No ha parado de Llover') y los mexicanos Christian Nodal ('Te lloré un río')', Alejandro Fernández ('Mariposa traicionera'), Edén Muñoz ('Amor clandestino') y Marco Antonio Solís ('Ojalá pudiera borrarte').

Completan la lista Joy, versionando 'Eres mi bendición', y Mabel ('El reloj cucú') y queda saber quién será el encargado de 'Vivir sin aire', que aparece en el adelanto en redes de la carátula del disco con un signo de interrogación. "Un contenido alucinante, estoy muy ilusionado, y después vamos a empezar a tirar canciones nuevas. Estamos preparados para hacerlo y estamos trabajando en ello", remarca Olvera.

Y "te lo digo porque lo voy a hacer. Me siento muy bien físicamente. Tengo una mujer estupenda que me está ayudando, me tiene muy enamorado y creo que esto me puede ayudar a no hacer tantas canciones de desamor", bromea.

Frente al ruido, la cultura

Olvera reivindica el valor de la música en estos tiempos de "estallido de ruido", y aconseja escoger para no caer en la negatividad "más cultura, más arte".

"Hay muchas cosas que hay que ignorar, es un recurso muy interesante que tenemos. Hay que ser selectivos, porque todo pasa (los conflictos que vive ahora el mundo, los gobernantes...) y como dicen los budistas, esto también pasará. El tema es que tú no te quedes tan lastimado", concluye.

Río Loa Du Pont

E-mail Compartir

Río Loa Du Pont, el campamento, existió desde 1920 hasta los años 70. Fue un poblado con aspiraciones de ciudad que nació con un resguardo permanente asociado a su quehacer: la fabricación de explosivos. Primero para la industria salitrera, y de seguido para la ambiciosa minería de Chuquicamata.

En sus mejores momentos, este poblado frente al cual cruzaba la carretera Antofagasta-Calama, contó con escuela pulpería, teatro y un salón de bailes llamado "La Filarmónica".

La escuela básica abarcaba cursos hasta cuarto básico. Para los cursos superiores, los alumnos debían desplazarse a Calama. El horario escolar tenía doble jornada, con almuerzo que los alumnos disfrutaban en sus casas del campamento. La jornada de la tarde terminaba a las veinte horas.

El campamento fue un requerimiento productivo (siempre contar con mano de obra disponible) para evitar el traslado de su personal a la cercana ciudad de Calama, antaño distante nueve kilómetros de la capital loína. Pero también por un fenómeno atmosférico. El invierno boliviano que sobrecarga de aguas el torrente. No era extraño que cada año el río obstruyera o destruyera el puente precisamente llamado Du Pont.

Hasta hoy se encuentra alojada en Río Loa (ENAEX) una fábrica de explosivos, quizás si una de las mayores en Sudamérica. Del viejo campamento sólo quedan los radieres de cemento sobre los cuales estuvieron las casas y los edificios sociales.

El valle del río Loa, próximo a una de sus costillas, permitía gozar de un clima ligeramente distinto al de Calama y Chuquicamata. Más templado y agradable por el paso del agua y los pastizales cercanos, donde muchos agricultores no sólo ocupaban las aguas en cultivos sino también en crianza de animales, como chanchos, vacunos, caballares y conejos, estos últimos de antiquísima tradición en la mesa altiplánica de los cocineros bolivianos, hijos de esa tierra o de los ayllos en el Alto Loa.

La escuela Du Pont tuvo la gracia de introducir tempranamente la formación técnica en carpintería, con herramientas y materiales que proveía la empresa. Su contraparte, para orgullo de quienes vivieron allí, era la formación musical. Contaba con su propia banda estudiantil, apropiadamente uniformada.

En lo deportivo, Du Pont destacó por su club de fútbol "Tronador", y a ello agregó el bowling, el vóleibol y, especialmente, el tiro al blanco, para lo cual contaba con su propio polígono, cruzando la carretera, al otro lado del poblado, mirando hacia el mágico cerro Quimal, el de la fantasmagórica Ciudad de los Césares.

Respecto de la diversión, los aniversarios se prestaban para bailes y presentaciones en el teatro o La Filarmónica, para niños y adultos. Celebraciones de traje largo, con trabajadores y jefes que salían de sus casas, sólidas y bien construidas (los chalets) rumbo al festejo. No menos importantes fueron las veladas culturales, un mundo que, como en Chuquicamata, desapareció.

Gustavo Alex Tapia Araya, docente y escritor