Los berrinches, amenazas y acciones proteccionistas del presidente Donald Trump, han derivado en que los países perjudicados con las sobre tasas arancelarias fijadas por Estados Unidos, hayan reaccionado ya sea con respuestas claras y duras, como el caso de México, Canadá y China, otros formando bloques para definir una medida unitaria, como los países de la Unión Europea y también hay, los que están iniciando conversaciones tendentes a revertir dichas alzas de aranceles, como es el caso de Chile. Lo contradictorio de esta situación es que Trump ha declarado que parece que se le pasó la mano al fijarle un arancel tan alto a los productos de China, equivalente de un 145%. ¿Le habrán soplado que la medida inicial, tendría efecto negativo en la inflación interna de EE.UU.? ¿Quién entiende y para quién está gobernando Trump?
¿Cuál ha sido nuestra reacción ante lo dictaminado por Trump? Estamos siendo cautos en el análisis y en los efectos negativos que nos puede provocar la sobretasa del 10% en nuestras exportaciones hacia el gigante del norte. Indudablemente nos preocupa perder competitividad en productos como el cobre, la madera, el salmón, el litio, los vinos, etc. Al respecto, concuerdo con quienes, enfrentados a una amenaza o crisis, estiman que ésta representa una oportunidad. No puedo estar más de acuerdo con aquellos que despliegan toda su imaginación, creatividad, eficiencia, etc., para superar una contingencia desfavorable a sus intereses.
Teniendo claro lo anterior, si el país pretende avanzar para competir en las grandes ligas, existe una eficaz herramienta, ésta es la inversión en I + D. Al respecto, recuerdo que el gobierno de Ricardo Lagos pretendió invertir un 1% del PIB en I + D., como una forma de potenciar nuevas áreas productivas que contribuyen con la economía nacional. Lamentablemente no pasó nada. Nuestra inversión en esta área, en la última década, no ha logrado superar un 0,4 % del PIB, mientras el promedio de los países de la OCDE está por sobre el 2,7%.
Anexo a la realidad precedente, corresponde mencionar que somos, mayoritariamente, un país básicamente exportador de materias primas y nos hemos ido achanchando en este plano. Ante esta misérrima situación, estimo que el Estado debería fijarse, a mediano plazo una meta prudente de inversión en I+D, pero creciente en el largo plazo.
Lo anterior, debería considerar una política incentivadora de investigaciones aplicadas en nuestras ventajas comparativas y competitivas, en las cuales las universidades y centros especializados, tienen mucho que decir. Otra alternativa, es que CORFO retome con fuerza su rol original y desarrolle concursos regionales de proyectos que tiendan a explorar nuevos mercados, diversificar nuestra matriz exportadora y disminuir importaciones.
En Chile existe capacidad de innovación y emprendimiento a todo nivel, para sacarle mayor provecho a nuestras materias primas, agregándoles valor.